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El gran regreso del periodismo

“Off the record”, de Pablo Mancini, es una crónica en primera persona de la máquina periodística que urge peligrosa en Hong Kong, sueña en Seúl y se vuelve loca en Buenos Aires por un like. En este libro, publicado recientemente por el sello Ampersand, el autor bosqueja la brava y salvaje realidad que espera a los periodistas que no se hagan las víctimas de los empresarios, ni de los mecenas y, menos, de la IA. Un periodismo de contenidos con estilo y singularidad que revalorice al lector, en sus necesidades y gratificaciones, y no a las métricas y la lluvia de banners. Esa es la única salida.

Pablo Mancini. El autor argentino y su libro, que acaba de ser publicado por el sello Ampersand. Foto: Gastón Taylor

El periodismo ha muerto. Viva el periodismo. El arco que recorre el nuevo libro de Pablo Mancini, un veterano de las redacciones de Perfil.com, Amazon y The Wasghinton Post, pone on una manera distinta de entender el negocio y el trabajo del periodismo. Con mucha sangre y verdad, y un poco menos de algoritmos y negocios, por favor, Off the record. Verdad, sangre, algoritmos y negocios propone el renacimiento del viejo y querido periodismo, el que transpira la calle y anhela la verdad, desoyendo los cantos de sirenas de ingenieros y editores que proponen a sus equipos armar listas precalentadas para maratonear el domingo lluvioso.

“No, pibe, no”, advierte Mancini, especialista en el desarrollo de medios periodísticos digitales, con estos capítulos bien regados en análisis y prescripciones. Es Off the record, en cambio, una crónica en primera persona de la máquina periodística que urge peligrosa en Hong Kong, sueña en Seúl y se vuelve loca en Buenos Aires por un like. Afuera, bosqueja Mancini, la brava y salvaje realidad espera a los periodistas que no se hagan las víctimas de los empresarios, ni de los mecenas y, menos, de la IA. Un periodismo de contenidos con estilo y singularidad que revalorice al lectorado, en sus necesidades y gratificaciones, y no a las métricas y la lluvia de banners que mal patentiza la fantasía de Philip K. Dick. Justamente porque Hal 9000 nunca caminó por el espacio exterior, tampoco filmó como Werner Herzog ni escribió como Mario Tascón. 

“Hay muchas organizaciones de medios que estuvieron financiadas por los gobiernos, por el narcotráfico, por los servicios de inteligencia, y ese es un tema que en Argentina se conoce bastante. Entonces es este el tiempo que tenemos que sacar pecho y  proponer un periodismo con personalidad. De ese mismo modo, debemos tomar conciencia de hacer las cosas bien. Las empresas tienen que funcionar, tienen que ser exitosas, no solamente los periodistas”, visualiza Mancini, quien reconoce que se pasó al “lado oscuro” de la tecnología aplicada a los medios online a fines de los 90, y saltó “de la producción de contenidos al diseño de contextos” en equipos donde el mismísimo Jeff Bezos, mandamás de Amazon, enseñó claves del negocio. Sin mirar ni una vez el celular. 

Basta de tangos. Mancini reconoce la importancia del equipo: “Acá somos medio resistentes a esto y, muchas veces, el compañero de la redacción retacea un puto teléfono. Eso no pasa en Estados Unidos o Europa. Me da la sensación acá de que, increíblemente, no todos en la redacción quieren que le vaya bien a la empresa donde trabajan”, subraya. Y la otra que aprendió este autor del agotadísimo Hackear el periodismo (2011), hoy texto curricular de muchas escuelas de Periodismo de Latinoamérica, es que “para colaborar, lo primero que tiene que hacer el periodista es salirse del lugar de víctima de la empresa y de la tecnología. Muchas veces se piensan como víctimas de todo. Hay que trabajar en equipo pero me parece también que es un momento de tener una mirada realista y amplia. Realista para saber qué estoy haciendo acá. Y amplia comprendiendo que estoy en un mundo que funciona de manera capitalista. Hay determinadas reglas del juego que hacen que yo pueda hacer este trabajo. Y una tiene que ver con el respeto al público. Muchas veces uno escribe notas con noticias que el público ya conoce porque el capricho del editor, guiado por las redes, tuvo más peso que el respeto al público”, comenta el jurado de los Emmy en la categoría News. Ese poco más que exigía a sus periodistas la editorial del primer aniversario de la revista Caras & Caretas de 1899, aquella que transformó las bases del periodismo y la gráfica argentina, introduciendo el reportaje o las coberturas fotográficas, “nuestra divisa es siempre más y cuando ya no sea posible hacer más… haremos más todavía”. 

Más de aquel periodismo de objetividad honesta, que decretan muerto en la guerra del bit, y reforzado en la máxima del Manual de Estilo de Bloomberg, “uno de los más lindos del mundo”, recalca Mancini, “Escribimos sobre gente, no sobre temas”. 

   

El giro cultural. Off de Record se estructura en tres partes, un paneo de la industria, una invitación a la mente de los personajes que manejan las noticias, sable de Galtieri en la pared, y al fin una guía de viajero –no turista– para el trabajo periodístico en el mundo digital, “que son los capítulos que más disfruté escribir. ‘Verdad en Hong Kong’ –el caso del allanamiento del gobierno chino al diario Apple Daily– sería mucho más sorprendente si cuento todo aunque sirve para entender mucho de la trascendencia del periodismo y la necesidad de contar la verdad en este mundo que se cree podrido de fake news y operaciones mediáticas”, sentencia Mancini. Y son también otra punta, de “una enseñanza que me deja, y que se repite en las escuelas de Periodismo aunque luego se olvide, representa que es necesario leer a las personas. Y especialmente a los participantes de este negocio. A veces en la profesión nos han enseñado que solamente debemos leer los textos. Aprendí hace muy poco que si no entendés a las personas, no entendés el negocio. Por supuesto existe una parte que está muy influida por los objetivos de ganar dinero. Pero también hay otra gran parte que es un hilo cultural o psicológico, que depende de los momentos que vive esa persona, y que tiene un gran impacto. Eso explica varias de las decisiones que toman los que manejan medios, pequeños, medianos o grandes, y que si uno lo mira desde afuera,  no se explica por qué hacen lo que hacen estos editores y CEOs que se supone son gente informada y formada”. En el libro de Mancini editado por Ampersand, un gran ejemplo es cómo los cinco diarios más grandes de Estados Unidos rechazaron la oferta que no podían rechazar del Padrino Google. Y era porque se vendían a la mafia, a los intereses de un tercero que colonizó el mundo, y con la cabeza de caballo en la cama.

Arsenal para mentir vs. periodismo old school. “La tarea que les queda a los periodistas es buscar esos pedacitos de verdad. Y eso es lo que nos diferencia de la homogeneización que proponen los algoritmos”, y aclara Mancini: “Verdad entiendo como el contar algo que no se conoce y que es relevante para el lector. Esa es la verdad. Y los algoritmos sirven para mentir, no para contar la verdad. Son buenos para estudiar a los públicos, nichos y saber qué contenidos son monetizables, pero eso no hace la diferencia en la prensa de verdad. Y las herramientas para contar la verdad no han cambiado en estos cien años. Para mentir tenés un arsenal. Estás armado hasta los dientes para mentir. Ese es el mundo en que vivimos. A veces el periodismo se sube a la nueva tecnología como tabla de salvación. Yo creo que es un momento para volver a la base”, asevera Mancini, que realiza estos diagnósticos en agudos pasajes en los capítulos del libro “Qué saben los CEOs sobre la Inteligencia Artificial Generativa”, y “Obsolescencia de la mediocridad”.  

Y deja un apunte Pablo Mancini, que trabajó en la redacción de Noticias, para el periodismo cultura: “Falta un suplemento que sea elitista, no en el sentido de que se dirige a gente mejor, o peor, sino que tenga un lenguaje respetuoso para el público que consume libros o arte. No entiendo por qué tenés que explicar mil veces en ese suplemento quién es Kafka y, en cambio, en las secciones de deportes o político, no necesitás decir quién es Pelusa o el León”. Héctor Schmucler, pionero del estudio de los medios en Argentina, señalaba hace cuarenta años que la prensa se estaba haciendo sin periodistas, “porque puede ser subsumida en la lógica invisible de un programa. Es el retroceso de los periodistas que daban cuenta de lo imprevisible. Es decir, del mundo”. Hacer visible la mano invisible, esa sigue siendo la tarea.