muestra en el fortabat

Como una plegaria

En el Fortabat, uno de los museos privados más grandes del país, se exhibe “Vivir sus vidas”. El título alude menos a la película de Jean-Luc Godard que a la vida de los dos artistas, Leo Chiachio y Daniel Giannone, algo más que un dúo artístico. El recorrido por las salas de la Colección Fortabat desenrolla una tela gigante, a modo de metáfora, de diferentes momentos. Una biografía de ellos en simetría con sus producciones. Entrelazados en los puntos cruz, atrás y cadena, sobre telas compradas en tiendas de Once y el barrio Castro de San Francisco, sábanas y aguayos entregados como ofrendas, logran que el tiempo sea un protagonista notable de su quehacer.

En muestra. Arriba: Splash criollo, 2018. Mosaico textil. Telas engomadas y pegadas con calor sobre sábanas recuperadas y teñidas, 240 x 440 cm. Foto: gtza. Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat-Ignacio Iasparra

Para poder responder, entre algunas otras cosas más, al sentido de una vida en común, de la práctica y la teoría de esa convivencia, estar juntos, vivir con, Roland Barthes dictó un curso y seminario en Collège de France, en 1976 y 1977, que tituló con este interrogante: cómo vivir juntos. Su compilación es un libro de fragmentos, citas y comentarios con los que va tejiendo argumentos para las hipótesis, tentando ideas, experimentando interpretaciones. La literatura, la filosofía y algo de estética impregnan el vasto territorio de esta composición. Desde Robinson Crusoe de Daniel Defoe o La montaña mágica de Thomas Mann, en libros de historia antigua o ensayos como El verano griego de Jacques Lacarrière, de donde rescata la noción de idiorritmia, cuya etimología explica la vida que se vive a un ritmo propio, del griego idios (propio) y rythmós (ritmo). Asimismo, el trazado, a modo de lista, va desde la vida monacal, los anacoretas hasta la clausura, el rectángulo, alimentos, el apareamiento, la burocracia y la escucha, entre algunos. 

“No sabemos de qué se trata una casa. Solo conocemos la posesión del espacio. Un adentro y un afuera. La forma en que los músculos y las distancias se aflojan o se tensan al cruzar una habitación. No somos los mismos entre lo que cubre el techo y los pasos que contamos al caminar por las veredas”. Con Cómo vivir juntos, entonces, se puede pensar en términos espaciales y los textos que convoca serán modelos para relevar la relación afectiva e imaginaria entre sujetos y un espacio. Habitado por fantasmas, que son parte de la teoría (imaginativa) del pensador francés: “Un fantasma de vida, de régimen, de género de vida. Algo como una soledad interrumpida de manera regulada: la paradoja, la contradicción, la aporía de una puesta en común de las distancias”.

A la luz de estos conceptos barthesianos, Vivir sus vidas, la muestra de Chiachio & Giannone, pareciera estar en tensión. Sin embargo, si desplazamos los modelos literarios que provee el autor de Fragmentos de un discurso amoroso al terreno de las artes visuales, esta exhibición será un modo de contestar, desde la práctica y la vida, a esa interpelación sobre la convivencia. 

Ya en el nombre hay un primer indicio. Son Leo Chiachio y Daniel Giannone, pero a fuerza de trabajar juntos, explorando hasta los límites más deliciosos el bordado, la pintura y la cerámica, casi que son uno mismo. Sobre este pequeño equívoco, Leo Daniel Chiachio Giannone hasta el actual Chiachio & Giannone, dos de las maneras que tienen para presentarse como continuidad de nombres, han construido algo más que un dúo artístico. 

A su vez, Vivir sus vidas es pendular en el sentido de vivir la vida de ellos, al tiempo que el modelo de habitar la vida. Una que es entreverada en hilos, agujas y telas. Esta muestra reúne piezas que enhebran esas, algunas pocas, obsesiones que dicen tener: la familia que componen con su matrimonio igualitario y sus mascotas (perros salchichas y gato), la familia californiana que “incluye a artistas poco conocidos en Argentina de la escena underground estadounidense, como Joey Terrill, Rubén Esparza, Teddy Sandoval y Greer Lankton, y a otros más establecidos, como Guillermo Gómez Peña, Jasper Johns y David Wojnarowicz”, como menciona Leandro Martínez Depietri, el curador, la naturaleza en un paisaje exuberante con monos y plantas y la autorrepresentación, según pasan los años. Los muchos, los más de veinte, que hace que están juntos cumpliendo, de una manera inusitada, una de las ideas de la vanguardia: reunir arte y vida. 

El recorrido por las salas de la Colección Fortabat desenrolla una tela gigante, a modo de metáfora, de diferentes momentos. Una biografía de ellos en simetría con sus producciones. Una artesanía única de ideas de colores y formas que se pintan con hilos, pero que está hecha a cuatro manos. Lo uno y lo múltiple en esa dislocación y juego con las texturas, los temas y el desplazamiento de los nombres. 

También hay monos y selva. Pájaros y flores. Las obras que se exhiben participan de un ámbito que puede empezar ahí, en lo seductor de los colores, la precisión de su hechura, lo decorativo, para decirlo de una vez. Al mismo tiempo, alcanza niveles de complejidad. Hay que tirar del hilo para que afloren las citas explícitas o encubiertas a una tradición artística: desde Henri Rousseau y Sonia Delauney hasta Gumier Maier y Marcelo Pombo. 

Entrelazados en los puntos, cruz, atrás y cadena, sobre telas compradas en tiendas de Once y el barrio Castro de San Francisco, sábanas y aguayos entregados como ofrendas, logran que el tiempo sea un protagonista notable de este quehacer. Porque se nota en las composiciones: lo que se tarda en punto tras punto, hebra tras hebra de color que se estampa en las grandes dimensiones de los cuadros tapices que cuelgan de la sala. Ahí está todo el devenir atrapado de una serie infinita de segundos, que son minutos, días, semanas, años. 

De nuevo está el tiempo que pasa. En los cuerpos retratados de ellos mismos. En la melena que se ha ido y la barba que está entrecana. Para esos pelos hay nuevos hilos y así sucesivamente se van reinventando en San Sebastianes, próceres de la gesta nacional, criollos y aborígenes. Hay nuevos retratos de esta personal autoficción, esa que los enreda entre el bordado que es el arte y la vida, la familia a seis colores, la guaraní y sus mascotas hijos. Que los ha juntado tanto en las horas de trabajo y en los viajes. 

Hablar con uno es hacerlo, también, con el otro. Me gusta perderme en ellos y en lo que hacen, como si fuera lo mismo. Dejarme llevar por las selvas y los muchachos musculosos con jeans ajustadísimos y gorros de Papá Noel. Dejar que los adornos que cuelgan, las pelotas de trapo y los peluches decoren el mundo, mi mundo, y lo embellezcan. Que no es otra cosa que volverlo más bueno y verdadero. Perderse, ese es el punto (de bordado y de deseo) Mezclarse y repetir como un mantra, como un juego infantil, como una plegaria: LeoDanielChiachioGiannone.

 

Vivir sus vidas

Chiachio & Giannone

Curador: Leandro Martínez Depietri

Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat

Hasta febrero 2025