Un liderazgo transicional, aupado en una intensidad insostenible
Los primeros cien días del presidente pueden ser analizados desde distintas variables. En esta columna, el especialista desmenuza los componentes de su comunicación digital y el impacto en su audiencia en redes sociales.
El informe de conversación digital de marzo de Ad hoc apuntó que la irrupción y disrupción de Javier Milei mantienen al país en un estado de tensión total y desgastante por la profunda intensidad que conlleva su modelo de conducción política.
“La confrontación no es solo un arraigo de su personalidad, es su modelo de implementación. Es la competencia, no la cooperación, la que guía la economía y la acción política del Presidente (…) El riesgo: pensar en corto plazo puede prepárate para la llovizna del verano, pero no para la tormenta del invierno”.
Ese análisis se completaba con el dato de la tendencia alcista en la negatividad del sentimiento social en redes sobre su figura. Con matices en las cifras (66 puntos negativos a fines de marzo), el último monitoreo de Scidata también arrojó que el presidente transitó sus primeros 100 días de gobierno con la negatividad en redes agravándose cada mes.
La comunicación de Milei
Ya en febrero pasado, el monitor social de Taquión ponía en evidencia que una primera minoría de casi 46% percibía que el presidente debía modificar su forma de comunicar. Con matices, la última encuesta de Explanans también arrojó que casi a 44% de los electores no les gusta “para nada” el modo de expresión de Milei, versus casi 32% a quienes les gusta su estilo.
La primera minoría replica el caudal obtenido por Unión por la Patria en el balotaje, mientras que la segunda confirma que la comunicación del presidente sólo fideliza el voto propio, que se ratificó tanto en las primarias como en la primera vuelta de 2023 (30%).
El consenso de los especialistas ya venía reprobando la comunicación de Milei aun antes de que la epidemia del dengue escalara en la agenda social: una medición realizada por la revista Imagen en febrero entre un panel de expertos reportó que mala, agresiva, confrontativa y peligrosa surgían como los calificativos más fuertes. Asimismo, 64,1% de los especialistas consideraban riesgosos los ataques de Milei a artistas críticos.
El liderazgo de Milei
El perfil de la comunicación de Milei permite construir un puente a la percepción de su liderazgo: según la última medición de la consultora Pulso, 6 de cada 10 electores creen que es inflexible y que busca imponer sus decisiones.
En la misma línea, la última encuesta nacional de Analogías arroja que 54,3% cree que Milei es agresivo. Recientemente, Pablo Touzon y Federico Zapata escribieron: “En los primeros meses de gestión, la primera pulsión constitutiva del joven mileísmo (la batalla contra la casta entendida como un mandato permanente e intransigente) sostiene el liderazgo en la opinión pública, pero al mismo tiempo dinamita los puentes que Milei necesita para fundar un nuevo poder”.
Aquí radica una de las debilidades de su liderazgo: el 55,6% de los votos que obtuvo en el ballotage conviven con el 30% que alcanzó en primera vuelta y plasman un mapa parlamentario (configuración del Congreso Nacional) y territorial (ausencia de gobernadores e intendentes propios) que obligan a una política transaccional (en el sentido de construcción de consensos) a la que no parece dispuesto.
En el mix de comunicación de conflicto y negativa de Milei a la política transaccional reside el principal riesgo de que su liderazgo se agote rápidamente. El sentimiento social en redes aportó las primeras alertas al respecto, pero el problema ya permea en las encuestas. En febrero pasado, Taquión detectó que el presidente perdió la pulseada digital por el aumento de sueldos nada menos que con CFK, la figura más demonizada de la política argentina.
Consistente con eso, la última encuesta de CB Consultora detectó que casi 48% de los electores no creyó en la explicación del presidente respecto al aumento de sueldos.
En un contexto de máxima agitación e intensidad emocional, un modelo de conducción política no transaccional puede derivar en un liderazgo transicional, no sustentable a largo plazo. “Si Milei persiste en su actual hipótesis política, será probablemente en el mediano plazo el presidente que inauguró una nueva era, pero no el que fundó un nuevo orden”, apuntaron Touzon y Zapata.
Analista de opinión pública y mercado
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