UN NUEVO FRENTE

Llaryora se concentra en la gestión y busca fortalecer la relación con Pullaro y Frigerio

El gobernador pone el foco en Córdoba y centra en Schiaretti la responsabilidad de un armado nacional. El objetivo es que la Región Centro sea el motor de la conformación de un frente para marcar diferencias con el kirchnerismo y La Libertad Avanza.

Llaryora el pasado sábado en la inauguración del Concejo Deliberante. Foto: Municipalidad de Córdoba

Los gobernadores de la Región Centro avanzan en la profundización del esquema de poder que conducen con el objetivo de ensanchar el espacio. De esta manera, buscan capitalizar el gran momento que atraviesa la relación política entre Martín Llaryora, Maximiliano Pullaro y Rogelio Frigerio. 

Hoy, en la Argentina existen dos proyectos políticos definidos y con claras apetencias electorales para 2025 (elecciones legislativas) y 2027, cuando se vote para nominar presidente y vice: el que encarna el presidente Javier Milei y el sector que se aglutina detrás de la figura del gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, un kirchnerista que no está subsumido por la expresidenta Cristina Fernández, ni mucho menos por La Cámpora.

Después, se vislumbra un amplio espectro de dirigentes por ahora unidos por una expresión de deseos: los no kirchneristas, a los que se suman los que no comparten ni el ideario ni el estilo de conducción del presidente Milei. Allí se ubican los gobernadores de la Región Centro, el exgobernador Juan Schiaretti y los diputados Miguel Ángel Pichetto, Emilio Monzó y Nicolás Massot, por citar sólo algunos nombres propios de los que se subieron a esa nave, que quiere transitar por un camino equidistante de lo que consideran “extremos”, que representan el jefe de Estado y el gobernador bonaerense.

Sin embargo, no son todas rosas en el camino de quienes militan por esta tercera vía, ya que si bien existe cordialidad, afecto y muchas visiones compartidas, todos saben que, a la corta o a la larga, pueden desatarse algunas competencias personales, sobre todo cuando se comience a discutir la selección de candidaturas.

Vamos a los ejemplos: Pullaro, hombre que cultiva una cada vez más estrecha relación con Llaryora y con su colega de Entre Ríos, Rogelio Frigerio, conforman un frente común en la Región Centro y no sería sorpresa para nadie que en algún momento intentaran conformar un bloque legislativo como alguna vez lo imaginaron los exgobernadores José Manuel de la Sota, Jorge Obeid y Jorge Busti.

Sin embargo, cada uno de los potenciales socios también tiene su juego personal: Llaryora fue el primero en mostrarse, pero Milei le puso freno a pura presión. Por eso ahora el cordobés se concentra en la gestión y la tiene bastante complicada por los conflictos que se le abrieron. 

Por un lado, está el reclamo docente, del que el gobierno provincial dice que se trata de un paro político. Respuesta obvia. Todas las huelgas tienen condimentos políticos. A las elecciones de la Uepc las ganó la izquierda y obviamente no se puede esperar que vendan pastelitos los sábados para reunir fondos. La izquierda trabaja desde hace años con el sector docente y goza de prestigio, a punto tal que siempre sus performances electorales son más que dignas.

Por otro lado, la administración Llaryora afronta otro inconveniente que no hay que subestimar: el paro del transporte interurbano que le complica la vida a miles de personas que no tienen cómo ir a trabajar a la ciudad de Córdoba, por ejemplo. Todo un incordio. Se sabe que la falta de colaboración económica del poder central es el origen principal de estos conflictos, pero los usuarios son los que terminan pagando los platos rotos en una situación que jamás provocaron y de la que lógicamente no son responsables.

 

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Creo en Santa Fe. El gobernador Pullaro es considerado un amigo de Córdoba y ambas provincias trabajan en proyectos comunes, desde obra pública a seguridad. Sin embargo, todos saben que existe un interés político a mediano o largo plazo: las apetencias personales de Pullaro y Llaryora, que podrían pretender avanzar en el plano nacional. A eso lo saben los dos, y por eso se miran con el rabillo del ojo, con cierta desconfianza.

“Si bien Pullaro no quiere poner un pie en Córdoba por ahora, está mirando lo que pasa en la tierra que gobierna Llaryora y ha mandado algunos observadores”, dijo un hombre que conoce en profundidad este tipo de movimientos.

Pullaro mantiene muy buenos contactos con las iglesias evangelistas y encomendó a algunos pastores que analizaran cómo se encuentra el mapa político cordobés y qué posibilidades existen de planificar una escalada. El santafesino tiene muy buenas relaciones con los pastores y a menudo los elogia por lo que considera un gran trabajo que están realizando en la lucha contra el narcotráfico en la ciudad de Rosario, que atraviesa un gravísimo problema en ese sentido.

Pullaro es un dirigente joven, que ganó las elecciones en una de las provincias más importantes del país y que representa la renovación en el radicalismo, aunque él mismo ha dicho en reiteradas oportunidades que lo más correcto sería conformar una alianza amplia para destronar al kirchnerismo y a La Libertad Avanza.

A su vez, Llaryora mandó a decir otra vez que se concentrará exclusivamente en la gestión provincial dejando a Schiaretti la responsabilidad de armar un esquema nacional que tendrá el primer mojón en los comicios legislativos del año próximo y que luego se jugará a suerte y verdad en las presidenciales de 2027. Falta mucho pero depende desde dónde se mire. Por lo pronto, ahora todos suscribirán en Tucumán el Pacto de Mayo y repartirán aplausos y sonrisas a doquier. Ratificarán su condición de gobernadores dialoguistas. Habrá que ver hasta cuándo dura esa situación.