Juez, un francotirador móvil de la política en plan de mudanza
El líder del Frente Cívico renunció a liderar el bloque del PRO, un partido que no integra. Si bien seguirá en esa bancada, aspira a ser candidato a gobernador de los libertarios, sin asumirse como tal.
Luis Juez se ha revelado como un innovador de la política. Desafió la lógica clásica de construcción de poder e influencia a partir de la representatividad territorial, o de espacios ideológicos o de intereses más o menos sectoriales. Edificó su proyecto político desde un no lugar, casi como un francotirador.
Acaba de renunciar a la presidencia del bloque de Senadores de un partido al que formalmente no pertenece, el PRO. Sus diferencias con Mauricio Macri, el líder de esa agrupación, no obstaculizarán –según dijo– su permanencia en la bancada de ese partido que no integra. Juez se las arregló para convertirse en una referencia nacional del ex Juntos por el Cambio, sin una estructura propia fuera de Córdoba. Y encabezó listas provinciales por coaliciones de partidos que sustituyeron el carácter más bien simbólico su propia agrupación.
El senador cordobés acaba de blanquear que aspira a mudarse con lo puesto al espacio libertario, sin tampoco pertenecer formalmente a él. Imagina que una bendición de Milei podría convertir en realidad su aspiración perpetua a gobernar Córdoba.
Esa definición terminó de tensar el vínculo con Macri. El ingeniero se siente ninguneado por el presidente de la Nación. No le reconoce, como pretende, el carácter de socio formal con quien compartir poder. Por caso, en una coalición parlamentaria y de gobierno. Milei desafía incluso a Macri en su último reducto, la ciudad de Buenos Aires. Estas diferencias respecto al vínculo con el gobierno libertario hirieron la representatividad de Juez para seguir liderando a los senadores que se referencian con Macri. Su decisión de permanecer en la misma bancada parece una señal para preservar un canal de diálogo.
Juez construye cercanía con Milei, en implícita competencia con el radical Rodrigo de Loredo. Cada tanto cena milanesas en Olivos. Opera ciertos temas del oficialismo en el Senado. Y despliega en los medios malabares dialécticos para defender al gobierno sin terminar de mimetizarse con él.
La recorrida de Juez
En la parábola recorrida por Juez desde que en 2003 rompiera con José Manuel de la Sota es posible detectar un rasgo de coherencia: un irreductible sentido de la ubicuidad. Esa condición le permitió militar la transversalidad de Néstor Kirchner, aliarse con la izquierda de Libres del Sur, pactar luego con la UCR cordobesa, con el PRO de Mauricio Macri y ahora, apencarse en los suburbios del campamento libertario.
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El francotirador móvil de la política sobrevivió con relativo éxito a cada mudanza. Tanta flexibilidad expresa el más crudo pragmatismo. Un atributo de la “vieja política” que en los tiempos fundacionales prometía enmendar desde su Partido Nuevo.
El proyecto de renovación progresista que enunciaba entonces devino en un cuentapropismo político que no reconoce restricciones ideológicas. Al punto que respalda reformas económicas que antes descalificaba por “neoliberales”.
A contrapelo de las estatizaciones y la expansión del gasto durante su gestión municipal, hoy defiende las privatizaciones y el superávit fiscal a ultranza. En todo caso, bien puede considerarse una saludable opción por la racionalidad económica. Después de todo, como suele repetir Gabriel Boric, el equilibrio fiscal no es una cuestión ideológica, es aritmética.
Pero, en lo político, Juez se identifica con un presidente que milita un ideario ultraconservador, con unción casi religiosa. Al parecer, no se ha sentido interpelado por el extemporáneo alegato de Milei contra el feminismo, la diversidad sexual, el ambientalismo y la justicia social. Banderas que Juez levantaba con fervor en aquella prehistoria política.
(*) Esta editorial formó parte de la programación de Radio Mitre Córdoba
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