ELECCIONES EN ESTADOS UNIDOS

Ganó Trump, ¿ganará la Argentina?

El reciente triunfo de quien ya fuera presidente entre 2017 y 2021 despierta en Argentina reacciones encontradas y una mezcla de expectativas y temores.

Donald Trump, presidente electo de EE UU Foto: Noticias Argentinas

El plan de Milei transita un buen momento. La inflación tuvo un pico en diciembre para luego experimentar un pronunciado descenso. La producción pasó por su peor momento en el primer semestre pero en la segunda parte del año prevalecen los síntomas de recuperación. Incluso la incertidumbre sobre cómo el Estado hará frente a los vencimientos de la deuda el año próximo se empezó a despejar.

Para este problema el gobierno tuvo la respuesta: el blanqueo. Aparecieron dólares que estaban “bajo el colchón” y esto está permitiendo que baje la brecha y el riesgo país. En ese contexto hay que evaluar las implicancias del resultado de las elecciones en los Estados Unidos.

El reciente triunfo de Donald Trump despierta en Argentina reacciones encontradas y una mezcla de expectativas y temores. Por un lado, un gobierno republicano podría favorecer a la Argentina por un tema de alineación política. Desde el oficialismo se enfatiza que esto justifica expectativas favorables en relación a buenas noticias en temas de inversión y relaciones financieras. El tema más importante es la posibilidad de torcer las resistencias de los funcionarios del FMI en relación a un nuevo acuerdo.

Dado el peso de Estados Unidos en la toma de decisiones del FMI, Trump podría impulsar un trato “preferencial” para Argentina. En concreto, que los técnicos del FMI acepten aportar más financiamiento aun cuando consideren que existen riesgos que esos dólares sean usados para sostener un tipo de cambio que consideran artificialmente atrasado.

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Sin embargo, el triunfo de Trump puede llegar a tener otras consecuencias para la Argentina. Son difíciles de dimensionar, pero sin dudas serán importantes las consecuencias si Trump aplica lo que prometió durante la campaña de desplegar políticas proteccionistas y bajas de impuestos que profundizará el déficit fiscal de los Estados Unidos. Suba de las tasas de interés y caída en los precios de los commodities generarían un contexto desfavorable para la Argentina.

Argentina tendría más problemas para competir, en un contexto donde el país viene atravesando un proceso de apreciación cambiaria, ya que la estrategia del gobierno ha sido de devaluar por debajo de la inflación. Si bien esta política cambiaria contribuye a la estabilidad, su contrapartida es la pérdida de competitividad. En términos coloquiales, está la percepción cada vez más extendida de que “la Argentina está cara en dólares”. El gobierno se aferra a la idea de que la solución no es devaluar. Pero el triunfo de Trump aumenta la necesidad de abordar el problema de competitividad.

¿Cómo aumentar competitividad sin devaluar?

Simplificando el análisis, hay dos maneras de dar competitividad a la producción nacional. El primero es devaluar, para así abaratar los costos de producir bienes y servicios para exportar y encarecer las importaciones. La contrapartida es poner trabas al proceso de baja de la inflación y recuperación de los salarios. Esto genera presiones que llevan a que el aumento de los precios internos licúe la mejora en la competitividad y más temprano que tarde se llegue al punto de que se necesite otra devaluación. 

Un camino alternativo es eliminar los factores que encarecen los costos de la producción local. Es la manera genuina de ganar competitividad porque tiene impactos permanentes ya que no colisiona con la baja de la inflación y la recuperación de las remuneraciones.  Las ventajas de esta estrategia son obvias. También las enormes dificultades para implementarlas. Se necesita superar intereses, resistencias políticas y desafíos técnicos. Para devaluar alcanza con un par de disposiciones del Banco Central, mientras que para transformar la organización de la economía se necesita mucha pericia política y una gran capacidad de gestión.

El gobierno se muestra muy activo en materia de desregulación. Esto es extremadamente positivo pero es una parte del desafío. Hay un conjunto de reformas, que se logró avanzar en su identificación en el Acta de Mayo, que es imprescindible implementar. El ordenamiento del sistema previsional, rediseñar el sistema tributario y sustituir el régimen de coparticipación, completar la reforma laboral y mejorar la calidad del gasto público son cuestiones tanto cruciales como determinantes de la competitividad de la producción nacional.  

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Una lectura fácil y cómoda del triunfo de Trump es que su simpatía con el gobierno de la Argentina nos allanará el camino para obtener los dólares que se necesitan para salir del cepo. Esto puede ser cierto, aunque no habría que descartar que la presión de los Estados Unidos no sea suficientes para modificar la postura del FMI en relación a sus temores sobre la política cambiaria que sigue el gobierno. Pero aun suponiendo el mejor escenario esta es parte de la historia.

La otra parte es que probablemente se produzcan cambios en el contexto internacional que aceleren los problemas de competitividad. Por eso, la mejor lectura del triunfo de Trump es que agrega razones para tomarse en serio la Agenda de Mayo.

(*) Coordinadora de Investigación de Idesa