Talleres

La década más difícil de Talleres: el día que me quiebras

Hace 20 años, la entidad de barrio Jardín tocaba fondo en lo institucional y comenzaba a desandar la década más difícil y compleja de su existencia.

Carlos Tale Foto: CEDOC PERFIL

Para desgracia de los hinchas de Talleres, no fue una broma del Día de los Inocentes. El 28 de diciembre de 2004, la temida quiebra se convirtió en realidad y sumió en su noche más oscura a la entidad de barrio Jardín.

Aquel martes por la mañana, el magistrado Carlos Tale, a cargo del Juzgado de 13° Nominación Civil y Comercial de Córdoba, llegó a su despacho del viejo edificio de Tribunales y le puso la firma a la sentencia que ordenó el apartamiento de la comisión directiva en funciones y la designación de un órgano fiduciario para la administración del club.

Hacía varios meses que la ‘T’ andaba a la deriva. Al inesperado descenso en la reválida con Argentinos Juniors, el anterior 4 de julio, le había sucedido el alejamiento del presidente Carlos Dossetti, quien en la noche del 22 de octubre, en vísperas de un clásico con Belgrano, finalmente concretó sus reiterados amagues de dar un paso al costado.

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Como muchos otros que pasaron por la vieja oficina presidencial de la sede de Rosario de Santa Fe 11, Dossetti había imaginado convertirse en el nuevo Amadeo Nuccetelli, el emblemático directivo de los 70/80. No le dio el bolsillo ni el ingenio, a pesar de haber acercado como mecenas al empresario de la construcción Jorge Petrone, vendido porcentajes de pases de jugadores hasta por más del 100%, emitir más de 900 cheques sin fondo y organizar una suerte de mesa de dinero para financiar la primera experiencia internacional de Talleres, la Copa Conmebol 1999.

Aquella derrota ante el Bicho dejó herida de muerte a su gestión, que acumulaba pedidos de inhibiciones, fallidos golpes de efecto, un pasivo exuberante y dos vueltas olímpicas. Su sucesor, el escribano Álvaro Díaz Cornejo, no tardaría en pedir el auxilio de la Justicia. El penúltimo acto de gobierno del vicepresidente 1°, había sido pedir una colecta para evitar el remate de la sede. Fue el último aporte económico que hicieron los socios autopercibidos como ‘notables’, antes del quiebre institucional de la ‘T’.

EL PRIMER GERENCIADOR. A mediados de 2005, el empresario Carlos Granero se hizo cargo de la gestión deportiva de Talleres con Ateliers SA. /// FOTO: CEDOC PERFIL

Con acento francés

Siguiendo los mandatos de la Ley 25.284, el régimen de Salvataje de Entidades Deportivas promulgado el 25 de julio de 2000 como un traje a medida para Racing Club de Avellaneda, el juez Tale designó a los miembros del órgano fiduciarios.

El sorteo se llevó a cabo en la Agencia Córdoba Deportes y el bolillero determinó la designación del idóneo deportivo Mario Sarrá, el contador Eduardo Preve y el abogado Jorge Nasser. Más temprano que tarde, abrumado por la falta de dinero y los malos resultados deportivos, el triunvirato habilitó el gerenciamiento.

Un año después del descenso, la empresa Ateliers SA -la única que se ajustó al pliego de bases y condiciones, ya que ‘los notables’ promovían un proyecto de refundar a Talleres- se hizo cargo del fútbol albiazul.

El gerenciador resultó un viejo conocido de la casa: en el club de barrio Jardín, el empresario santacruceño Carlos Granero había sido representante del entrenador Ricardo Gareca, intermediario en varios pases de futbolistas, comedido prestamista y hábil negociador con sponsors y acreedores.

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Dos años y medio duró la aventura del otrora delantero de Independiente de Puerto San Julián, quien al asumir había prometido una alianza estratégica con el club francés Saint-Etienne.

En enero de 2008, Granero le vendió su emprendimiento a Carlos Ahumada Kurtz, un cordobés que volvía al pago desde México, con el antecedente de haber manejado dos clubes (León y Santos Laguna) y una escala de 1.131 días en la cárcel por escándalos vinculados a la política que le valieron el mote de ‘El Señor de los Sobornos’. En los Tribunales cordobeses no ‘guglearon’ demasiado. Tampoco en la AFA. Eran los tiempos de Julio Grondona y su “todo pasa”.

LUZ AL FINAL DEL TUNEL. El juez Saúl Silvestre condujo el proceso de normalización de Talleres, que concluyó en la presidencia de Andrés Fassi. /// FOTO: CEDOC PERFIL

Cambio de rumbo

Cuando el juez Carlos Tale le quitó el gerenciamiento, el 8 de septiembre de 2009, la gestión Ahumada Kurtz había generado una sucesión de hechos desafortunados -intento de fuga incluido, por un pedido de captura internacional de Interpol- y acumulado una deuda de cinco millones de pesos en 19 meses, y Talleres ya estaba en el Torneo Argentino A.

Fue allí cuando ‘los notables’ volvieron a escena. Esta vez, el conglomerado de socios históricos e influyentes billeteras se allanó a los designios de la Justicia, y logró encaminar la situación económica e institucional hacia la ansiada normalización de una década atrás. En el medio, Saúl Silvestre reemplazó a Tale como responsable del expediente de la quiebra y máxima autoridad formal del club albiazul. El resurgimiento deportivo llegaría más tarde, con una conducción consagrada en las urnas.

Andrés Fassi primero apuntaló aquel fallido proyecto de refundación que ‘los notables’ presentaron en la Justicia; luego negoció mano a mano con Ahumada Kurtz la compra de la concesión, sin lograr su cometido; y finalmente encabezó la lista ‘Talleres Vuelve’, que se impuso en los comicios del 16 de noviembre de 2014. Recién allí pudo empezar a encaminar su sueño de convertirse en el nuevo Amadeo Nuccetelli.