Del déficit cero a la emisión cero
La actividad económica pareciera haber tocado fondo, pero la recuperación no da signos de tener forma de V. El gobierno se encuentra ante una encrucijada: ¿priorizar la baja de inflación mantenido el cepo y generando atraso cambiario o, alternativamente, flexibilizar el régimen monetario y acepta que la inflación no se podrá reducir tan rápidamente?
Según la consultora Orlando Ferreres, el nivel general de actividad registró una caída interanual del 3% en junio de 2024, acumulando una contracción del 5% en el primer semestre del año. Pero lo más relevante es que en comparación con mayo, la medición desestacionalizada muestra una pequeña variación positiva (0,6%), lo que sugiere que se habría tocado fondo.
Estamos lejos de contar con evidencias que permitan sacar conclusiones definitivas, pero da la sensación que se entra en una fase de recuperación, aunque muy dispersa entre sectores (la más vigorosa en el sector agropecuario) y bastante lejos de un rebote con forma de V, tal como lo plantea el gobierno.
¿Qué es lo que sigue en el plan de estabilización del gobierno? La administración Milei anunció que la etapa del déficit cero ya ha quedado atrás y que ahora nos dirigimos hacia una fase de emisión cero. Siguen las dudas sobre cuál es la idea que quiere imponer el gobierno en materia de régimen monetario. Lo que sí está claro es que en el corto plazo la prioridad es la baja de la inflación.
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Luego de haber hecho campaña prometiendo la dolarización total de la economía, Javier Milei cambió temporalmente su enfoque hacia la “competencia de monedas” como nuevo paradigma monetario. Sin embargo, pronto descartó esta idea, optando por lo que ahora denominan “dolarización endógena”, dado que la primera implicaría que el BCRA tenga reservas, que no tiene, y la segunda salir del cepo, algo que el gobierno no quiere hacer por temor a una escalada de la inflación.
La idea detrás de la “dolarización endógena” es generar una escasez de pesos para que la economía se dolarice de manera natural. Si el Banco Central deja de emitir pesos, la oferta de pesos (base monetaria) se mantiene constante en términos nominales y, debido a la inflación residual, disminuye en términos reales con el tiempo. Esta contracción monetaria reduciría la brecha cambiaria sin necesidad de devaluar más allá del crawling peg del 2%. Cuando la brecha se aproxime a cero se podrá eliminar el cepo sin alimentar una aceleración de la inflación. Final feliz.
Las dudas sobre la consistencia de este planteo son compartidas por muchos economistas. Entre los “que no la ven” está Joaquín Cottani, el exsecretario de Política Económica de la actual gestión. Se advierte, en primer lugar, que un punto a considerar es el impacto negativo que una contracción monetaria real pueda tener sobre la actividad económica, que ya viene golpeada. En segundo lugar, sobre un aumento de la tasa de interés real, lo cual implicaría estrés sobre el mismo gobierno al aumentar los costos de la deuda. Y, en tercer lugar, que una unificación de monedas no resuelve el atraso cambiario, ni la falta de competitividad de la economía argentina.
Sin reformas mejor flexibilizar el régimen monetario
Para ganar competitividad y que la economía crezca se necesitan profundas reformas estructurales. Esta es la manera genuina de ganar competitividad y evitar un salto cambiario que va a reactivar la inflación y profundizar el deterioro de los salarios y jubilaciones. En materia de reformas estructurales el gobierno viene haciendo planteos ambiciosos pero mostrando baja la capacidad de concreción.
Con demoras se logró sancionar la ley Bases y firmar el Pacto de Mayo, pero pasó un mes de sancionada dicha ley y el Poder Ejecutivo no la ha reglamentado. Esto demuestra que no todas las demoras son culpas de la oposición.
Si el gobierno no encuentra la manera de acelerar el proceso de transformación, la alternativa más prudente es flexibilizar el régimen monetario y aceptar que no se podrá reducir la inflación tan rápidamente. Pero las recientes medidas que dispuso el gobierno demuestran que la prioridad de Milei es bajar la inflación cueste lo que cueste.
¿Qué consecuencias tiene esta estrategia? La más cercana es que implicará un retraso en la reactivación económica. Pero si las reformas se demoran demasiado no habrá final feliz sino una nueva crisis como las muchas que hemos vivido en el pasado cuando un gobierno pretende bajar la inflación usando como ancla atrasar el tipo de cambio.
(*) Coordinadora de Investigación de Idesa
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