INSEGURIDAD ALIMENTARIA

Crece la demanda, pero no hay plata: merenderos y comedores reducen sus servicios

Un comedor de barrio Los Robles redujo a un día por semana la entrega de raciones de comida, mientras que un merendero de Alta Córdoba está a punto de cerrar por la gravedad de la situación económica.

El comedor "Amarás a tu prójimo" funciona en barrio Los Robles. Foto: CEDOC

En la medida que empeora el escenario social en los barrios más vulnerables de Córdoba como consecuencia de la caída de la capacidad económica de sus habitantes, aumenta la demanda en los comedores y merenderos que ofrecen raciones de alimentos. Sin embargo, algunos de estos lugares tuvieron que reducir sus prestaciones porque no alcanzan a cubrir los costos básicos.

El ajuste golpea fuerte en los barrios más pobres de la capital provincial, donde la demanda en comedores y merenderos se disparó, pero los recursos para sostenerlos son cada vez más escasos.

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En el barrio Los Robles, el comedor “Amarás a tu Prójimo” pasó de ofrecer raciones de comida dos veces a la semana a solo una. “Acá tenemos 60 familias, 80 niños y 30 adultos mayores. Antes entregábamos los martes y jueves, pero ahora damos porciones solo los martes”, explicó Juan Carlos Rigotti, coordinador del comedor, en el programa Punto y aparte (90.7 Punto a Punto).

La situación lo ha llevado a realizar ajustes en el menú para poder cubrir la demanda básica: “Implementamos verduras y legumbres, reemplazando la carne por porotos”, agregó.

En el barrio Alta Córdoba, la situación es aún más crítica. Natalia Sajama, quien lleva 23 años al frente del merendero “Rinconcito de Luz” en Campamento Ferroviario, enfrenta la decisión de cerrar definitivamente el lugar.

Antes podíamos dar almuerzo, merienda y apoyo escolar. Ahora tuvimos que sacar la comida porque no podemos solventarla”, confesó con angustia en la misma emisión radial.

Con una ayuda de 100 mil pesos de la Municipalidad que resulta insuficiente, y prácticamente sin más donaciones de particulares, Sajama casi que no puede seguir ofreciendo lo básico. “Las verduras, la carne, las garrafas… todo está carísimo”, explicó.

La falta de alimentos ya comenzó a tener un impacto directo en la salud de los niños que asisten a su merendero: “Las mamás ahora hacen solo una comida: en lugar del almuerzo, prefieren dar la cena, pese a que les recomiendo que les den de comer al mediodía porque los chicos gastan más energía. Como resultado, los nenes empiezan a perder peso y en los controles de salud les diagnostican desnutrición”, relató la mujer.

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Y agregó: “Creo que a la crisis que tenemos ahora nunca habíamos llegado”. La copa de leche que coordina funciona desde junio del 2001, cuando el contexto socioeconómico de Argentina se aproximaba al estallido de diciembre de aquel año.

Mientras la situación económica no repunta, los merenderos y comedores comunitarios enfrentan una encrucijada: cómo hacer para seguir sosteniéndose teniendo cada vez más personas necesitando un plato de comida para comer al menos una vez en el día.

Para muchos de estos espacios, la ayuda estatal y las donaciones ya son insuficientes, lo que deja a cientos de familias en una situación de vulnerabilidad alimentaria extrema.