China y Rusia son los fabricantes de pesadillas de Estados Unidos
Las tensiones trasmitidas por televisión entre Trump y Zelenski marcan un momento crítico en las relaciones internacionales ¿Puede China ser beneficiado del conflicto europeo?
Henry Kissinger creía en "el ajuste de las diferencias a través de la negociación". Pero la reciente reunión entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenski, celebrada en la Casa Blanca, ha marcado un momento crítico en las relaciones internacionales, particularmente en el contexto de la guerra entre Rusia y Ucrania.
Lo que comenzó como un encuentro diplomático con el objetivo de firmar un acuerdo sobre la explotación de recursos minerales ucranianos se transformó en un enfrentamiento público sin precedentes, dejando al descubierto las profundas tensiones entre Washington y Kiev, así como las prioridades divergentes en un conflicto que lleva más de tres años desangrando a Europa del Este. Este episodio no solo refleja el estilo impredecible de Trump, sino que también pone en tela de juicio el futuro del apoyo estadounidense a Ucrania y el equilibrio de poder global, donde China observa desde la distancia con una postura calculada.
La guerra entre Rusia y Ucrania, iniciada con la invasión a gran escala ordenada por Vladimir Putin en febrero de 2022, tiene raíces complejas que se remontan a la anexión de Crimea en 2014 y a las tensiones históricas entre ambos países. Los motivos principales incluyen la ambición rusa de reafirmar su influencia en lo que considera su esfera histórica de dominio, el rechazo a la expansión de la OTAN hacia el este y el control de recursos estratégicos en el Donbás y el Mar Negro.
Trump y Zelenski, a los gritos en el Salón Oval de la Casa Blanca ante la prensa
Es preciso señalar que, desde la caída del muro de Berlín, la OTAN expandió sus fronteras al este incorporando casi todos los países del Pacto de Varsovia y poniendo las fronteras de la organización militar en contacto con Rusia, a través de los Estados bálticos, logrando que el Kremlin se sienta amenazado por la cercanía del poder militar occidental. Robert Gilpin, representante de la corriente realpolitik, plantea que los Estados intentan conquistas territoriales hasta que los costos marginales de ese accionar sean iguales o superiores a los beneficios marginales.
Para Ucrania, el conflicto es una lucha existencial por su soberanía y su derecho a alinearse con Occidente. Sin embargo, el enfrentamiento trasciende las fronteras regionales y se ha convertido en un tablero de ajedrez geopolítico donde grandes potencias, como Estados Unidos y China, desempeñan roles determinantes.
El intercambio entre Trump y Zelenski, transmitido en vivo desde el Despacho Oval, expuso las fisuras en la relación entre ambos líderes. Trump, acompañado por el vicepresidente JD Vance, reprendió a Zelenski por no mostrar suficiente gratitud por los miles de millones de dólares en ayuda militar y económica que Estados Unidos ha proporcionado desde el inicio del conflicto.
La acusación de Trump de que Zelenski está "jugando con la Tercera Guerra Mundial" y su insistencia en que Ucrania debe aceptar un acuerdo de paz —potencialmente en términos favorables a Rusia— reflejando su enfoque transaccional y su deseo de poner fin rápidamente a la guerra, incluso si eso implica sacrificar los intereses ucranianos. Zelenski, por su parte, defendió la necesidad de garantías de seguridad firmes, argumentando que la diplomacia sola no detendrá a Putin, quien ha violado acuerdos previos, como el alto el fuego de 2019.
Trump amenaza con recuperar el Canal de Panamá
El papel de Estados Unidos en este conflicto ha sido fundamental. Bajo la administración Biden, Washington se posicionó como el principal aliado de Ucrania, proporcionando más de 67 mil millones de dólares en armas y apoyo presupuestario, según estimaciones ucranianas. Sin embargo, la llegada de Trump al poder ha traído un cambio radical. Su visión, expresada tanto en la campaña como en esta reunión, prioriza reducir el compromiso financiero estadounidense y negociar un desenlace rápido, posiblemente cediendo territorio ucraniano a Rusia. Este enfoque ha generado alarma en Europa, donde líderes como Emmanuel Macron y Keir Starmer han redoblado su apoyo a Zelenski, temiendo que un debilitamiento del respaldo estadounidense deje a Ucrania vulnerable y fortalezca a Putin.
China, mientras tanto, ha mantenido una postura de ambigüedad estratégica. Aunque no es un actor directo en el conflicto, Pekín ha evitado condenar a Rusia y ha abogado por una solución negociada que respeta las "preocupaciones legítimas" de todas las partes, una frase que a menudo se interpreta como un guiño a Moscú. La neutralidad de China le permite beneficiarse económicamente para comprar petróleo y gas rusos a precios reducidos, mientras observa cómo Occidente se desgasta brindando y quitando apoyo a Ucrania.
Sin embargo, la reunión Trump-Zelenski podría alterar este equilibrio. Si Trump no logra imponer un acuerdo que favorezca a Rusia, China podría ver fortalecida su alianza tácita con Moscú, consolidando un bloque antioccidental que desafíe la hegemonía estadounidense en el largo plazo.
El enfrentamiento en la Casa Blanca también pone de manifiesto los límites de la diplomacia personalista de Trump. Su insistencia en un trato sobre los minerales ucranianos —un intento de recuperar parte de la inversión estadounidense— choca con la realidad de un país en guerra que necesita seguridad, no solo comercio. Zelenski abandonó Washington sin firmar el acuerdo, dejando en el aire el futuro de la relación bilateral. Este impasse beneficia a Putin, quien puede permitirse esperar mientras las divisiones entre sus adversarios se profundizan.
En conclusión, la reunión entre Trump y Zelenski no solo ha expuesto las tensiones entre Estados Unidos y Ucrania, sino que también ha subrayado los desafíos de encontrar una solución duradera a la guerra con Rusia. Mientras Trump busca una victoria diplomática rápida, Ucrania lucha por su supervivencia y China maniobra en las sombras, el conflicto sigue siendo un recordatorio de que la paz no puede construirse sobre concesiones apresuradas.
Por lo pronto, Pekín y Moscú son los fabricantes de pesadillas de Washington.
*Analista internacional especializado en la Universidad Nacional de Defensa de Washington; profesor universitario, autor de Grietas y Pandemia.
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