ELECCIONES EN ESTADOS UNIDOS

Caminos, atajos y cuentas regresivas hacia la Casa Blanca

Con Donald Trump fortalecido por el ataque armado que sufrió en Pensilvania y ungido por un Partido Republicano que cerró filas tras el magnate, las miradas se centraron en la posible declinación de Joe Biden a su debilitada candidatura.

Donald Trump y Joe Biden Foto: AFP

Todavía faltan 106 días para que las y los estadounidenses definan en las urnas quién se convertirá desde enero de 2025 y por los siguientes cuatro años en el próximo inquilino de la Casa Blanca. ¿O habrá espacio para una inquilina?

La vorágine de noticias, rumores y desmentidas que genera día tras día la campaña hacia las elecciones presidenciales del martes 5 de noviembre coloca hoy como claro favorito para esa contienda al magnate, expresidente y recién confirmado por aclamación como candidato republicano, Donald Trump.

Por el lado demócrata, al momento de escribirse estas líneas, el actual jefe de Estado y aspirante a la reelección, Joe Biden, mientras cumplía con otra jornada de auto aislamiento tras contraer Covid, daba señales de que no tiene intención de abandonar una carrera en la que la mayoría de las encuestas y no pocos referentes de su propio partido lo dan ya por vencido.

Hasta entrada la tarde de ayer, las noticias en torno a los próximos comicios giraban acerca de los tonos y alcances del discurso de Trump en aceptación de la candidatura ante la Convención Republicana reunida en Milwaukee. Fue una alocución de 92 minutos cuyo primer cuarto de hora mostró a un candidato contenido y casi conciliador con diferentes sectores y minorías a las que prometió unir, pero que en el resto del mensaje advirtió que será implacable con inmigrantes que lleguen desde la frontera sur y acelerará deportaciones masivas de personas sin papeles, a quienes estigmatizó y responsabilizó de múltiples crímenes y males, como cuando llegó al poder, ocho años atrás.

Sin embargo, los focos se posaron en las últimas horas en la residencia particular de Biden en Delaware, sobre todo después de una sucesión de episodios que pusieran en duda las condiciones de salud del actual gobernante y su capacidad para afrontar con algún grado de probabilidades el tramo final, más denso y desgastante de la contienda.

Noticia desmentida….

Aunque su convención partidaria para proclamar candidaturas está prevista recién para agosto, los relojes demócratas parecieron adelantarse en busca de que Biden, de 81 años, dé un paso al costado y propicie una alternativa que permita pelear con alguna chance por la presidencia y a la vez ejercer un control de daños en el Congreso. Allí también los sondeos auguran una posible hegemonía republicana en ambas cámaras, si las tendencias no se revierten.

A pesar de que Biden haya negado ya su declinación al menos tres veces, el pasado viernes otros 13 legisladores demócratas se sumaron a un total de 38 miembros de ese partido en el Congreso (34 representantes y cuatro senadores) que piden a viva voz otro candidato para enfrentar a Trump. Claro que entre los pronunciamientos a favor de una resignación de la candidatura de Biden, los que más resonaron esta semana fueron los de la extitular de la Cámara Baja, Nancy Pelosi, quien llegó a anticipar un anuncio inminente de parte del actual mandatario, y el de Barack Obama, el expresidente demócrata del que Biden fue en dos mandatos vice, entre los eneros de 2009 y 2017.

Medios como The New York Times o The Washington Post también han mostrado su posición mientras repasan uno a uno los deslices del presidente, desde aquel debate del 27 de junio en CNN frente a su contrincante republicano. Además de sus lapsus frecuentes en el cara a cara, Biden presentó en una reunión de la Otan al presidente de Ucrania como Vladimir Putin, en lugar de Volodimir Zelensky; en otra ocasión llamó Trump a su vice Kamala Harris y, en una alocución ante un canal por suscripción dirigido a público afroamericano, olvidó días atrás el nombre de su secretario de Defensa, Lloyd Austin, y se refirió al jefe del Pentágono como “un tipo negro”.

Víctimas y victimarios.

Como contracara de la imagen de fragilidad que detractores y propios proyectan de Biden, un Trump apenas tres años menor que su rival vio reforzar su pátina de vigor y energía, tan redituables ante un electorado como el norteamericano, a partir del ataque del que fue víctima hace apenas ocho días y que sugestivamente quedó en un segundo plano. Algo curioso si se piensa en esos 17 segundos en los que las balas disparadas por el rifle semiautomático que portaba el joven Thomas Mattew Crooks podrían haber cambiado un sábado atrás, en Pensilvania, el curso de la historia de uno de los países más poderosos de la Tierra.

Según se ha informado, el ataque de Crooks, un chico de 20 años que era objeto de bullying en el secundario y estaba registrado por autoridades como republicano, no habría sido parte de ningún complot sino más bien una enésima muestra de los efectos letales del descontrol y la violencia en un país donde hay más armas que gente y cada día los muertos por tiroteos o disparos se cuentan por miles.

Nadie puede imaginar qué hubiera sucedido si este 13 de julio las balas que Crooks disparó matando a un asistente al mitin republicano e hiriendo de gravedad a otros dos antes de ser abatido por los servicios secretos, en lugar de apenas rozar la oreja acababan con la vida de Trump.

Lo ocurrido hace apenas ocho días no hizo más que fortalecer la imagen y el relato de Trump en el umbral de la Convención Nacional Republicana, a la que llegó como “héroe” y con todo el partido, incluidos los más refractarios a su figura y estilo, cerrando filas en torno a él. La icónica y trabajada foto de su puño en alto y su oreja ensangrentada, rodeado de efectivos de seguridad y bajo una bandera estadounidense, seguramente también le aportó adhesiones en sectores independientes o no tan interesados en la política.

Y mientras el exgobernante recogía la solidaridad de seguidores y rivales y se sucedían llamados a la concordia, el periodista Peter Baker citaba en el Times una encuesta según la cual, el 47 por ciento de los estadounidenses consideraba la posibilidad de una guerra civil si la violencia política siguiera escalando. Lo ocurrido el 6 de enero de 2021 con el asalto al Capitolio, perpetrado por seguidores del magnate que se negaban a reconocer la derrota de su líder, es un oscuro antecedente que no debería ser soslayado.

Por centímetros, el nombre de Trump no se sumó al de Abraham Lincoln en 1865, James Garfield en 1881, William McKinley en 1901 o John F. Kennedy en 1963, todos presidentes víctimas de magnicidios. Una lista en la que se podría agregar a otros líderes como Martin Luther King, asesinado en 1968 al igual que Robert Kennedy, cuyo hijo (Robert Kennedy Jr.) es candidato independiente en esta puja presidencial, aunque con casi nulas chances de triunfo.

Lo de ‘casi’ es porque, aunque esta elección para muchos analistas ya está definida y sólo resta saber la magnitud del resultado o la diferencia en el Congreso, todavía hay varias cuestiones abiertas.

Las demandas judiciales que salpican a Trump no han hecho mella en su postulación ni sus chances hasta ahora. Pero esas instancias, para las que cuenta con aliados estratégicos hasta en la mismísima Corte Suprema, aún no se han cerrado totalmente. Sin embargo, entre los estrategas de campaña del republicano a lo que más temen es a un reemplazo de Biden, que retemple los ánimos entre los demócratas y les obligue a un cambio de planes frente a un contrincante no tan permeable.

¿La hora de ella?

Con esa perspectiva es que poco a poco ganó consenso entre los demócratas la figura de Kamala Harris, primera mujer en llegar a ser vicepresidenta de Estados Unidos, un puesto que antes de ella ocuparon 48 hombres.

Con sólo 59 años de edad (cumple 60 en octubre) a esta vehemente y activa abogada y política californiana no podrán endilgársele cuestiones que los marketineros políticos republicanos han subrayado con malicia para esmerilar la imagen de Biden. Es más, esos mismos argumentos podrían volverse en contra a la hora de cotejar la juventud de la actual vice con los casi 80 de Trump.

Además Harris, quien parece haber sacado ventaja como eventual reemplazante de Biden frente a otros dirigentes demócratas como el gobernador de California Gavin Newson o la gobernadora de Michigan Gretchen Whitner, reúne condiciones que hacen atractiva su postulación.

Hija de una científica investigadora de cáncer nacida en India y de un profesor de Economía de la Universidad de Stanford de origen jamaiquino, Kamala ya era vista como una posible figura de recambio cuando se anunció hace cuatro años que acompañaría a Biden en la fórmula demócrata.

Su perfil y antecedentes pueden ser claves para atraer a los centros de votación y sacar del escepticismo y la apatía a mujeres, jóvenes, afroamericanos, latinos y otras minorías cuya participación fue fundamental en 2020 para inclinar la balanza en determinados estados.

Algunas mediciones no le dan tan bien entre adultos blancos e hispanos pero en cualquier caso, los sondeos la sitúan por encima de Biden en cuanto a imagen. ¿Habrá finalmente declinación o reemplazo? ¿Alcanzará esto para cambiar una suerte que parece echada?

Mientras, con el fervor de una convención hecha a su medida, Trump presentó como su compañero de fórmula y candidato a vice al senador por Ohio James David (o simplemente JD) Vance. Con sólo 39 años de edad y un perfil conservador, Vance elogia hoy el carácter y propuestas del expresidente, pero fue en 2016 un acérrimo crítico interno de Trump, de quien dijo temer que se convirtiera “el Hitler de América”.

Como carta de presentación en la escena internacional, JD Vance generó ya cortocircuitos con Londres. Fue luego de afirmar que “el Reino Unido será primer país islamista con armas nucleares”, debido a la reciente llegada de los laboristas al poder.

Con fama de excelente recaudador de fondos de campaña y carisma entre los jóvenes, Vance es una apuesta de Trump y los republicanos para llegar a estados o segmentos que en 2020 le dieron la espalda, sin descuidar su núcleo duro. El ex gobernante anhela un camino sin grandes sobresaltos desde ahora y hasta noviembre.

Una eventual candidatura de Harris o algún nombre tapado, en tanto, podría ser el volantazo que ponga otra vez a los demócratas en carrera y prolongue el suspenso.

Quizá cuando usted lea estas líneas, está última incógnita ya se haya despejado, o esté a punto de hacerlo…