opinión

Riestra y Spreen, la pelota se mancha

Papelón. Un youtuber debutó en Primera. Un bochorno. Foto: afp

En esta página he sido crítico más de una vez con la selección argentina por su toma, o mejor dicho, su no toma de posición sobre temas cruciales y sensibles de la realidad argentina. Eso, por supuesto, incluye a buena parte del periodismo deportivo hegemónico. Por ejemplo, el otro día, en la previa del partido de River contra Barracas Central, los médicos del Hospital Garrahan dieron una especie de vuelta olímpica como intento de darle mayor visibilidad al conflicto salarial con el gobierno nacional, del que son víctimas. ¿Lo vieron en muchos medios?

Los deportistas de élite, en especial los del fútbol, suelen mantenerse ajenos (iba a decir “quedarse en el molde”, pero suena demasiado coloquial; aunque menos coloquial que “hacerse los boludos”, porque de eso se trata), suelen mantenerse ajenos, digo, de temas, a priori, ríspidos o polémicos (recordemos que, para Clarín y La Nación, “polémicos” son aquellos temas simplemente justicieros) que rozan la política. Incluso la política estrictamente futbolera. Por eso, pese a haber sido crítico otras veces, no puedo, ahora, dejar de reconocer elogiosamente la condena de la selección nacional (de lo más alto, Scaloni, pasando por Paredes y De Paul, que fueron a la conferencia de prensa) a la presencia de un “streamer” (¿qué es eso? ¿Un youtuber? ¿Un influencer? Qué sé yo) jugando para Riestra contra Vélez.

El affaire, bochornoso claro, es bastante conocido. Hasta el propio Riestra emitió un comunicado –poco creíble– pidiendo disculpas. Recordemos que Iván Buhajeruk, conocido como Spreen, para poder jugar ese minutito antes, meses antes tuvo que ser inscripto por Riestra como jugador profesional. Es decir, que es una operación de marketing pensada con mucho tiempo de anticipación.

Ahora que ya ha sido concretada, podemos, tal vez, extraer algunas conclusiones y hacernos una pregunta. La pregunta: ¿esto favoreció o no a Riestra? ¿“Vende” el escándalo? Es probable que Riestra nunca haya tenido tantas menciones en las redes a nivel global. Pero la mayoría son menciones negativas. Queda abierta la pregunta. Menos abiertos, o mejor dicho, más claros, son otros asuntos. Uno: Riestra es un club gerenciado por un privado. ¿Hubiera pasado en un club bajo el modelo de asociación civil sin fines de lucro? Muy probablemente no. Dos: la forma en que el gerenciamiento de Riestra encaró el asunto encarna perfectamente con este clima de época global (segunda vez que uso hoy la palabra global, no es casualidad), es decir, el tiempo en que el mercado (es decir, los negocios) no tiene límites. El mercado, elogiado como un dios, arrasa con todo. No se detiene ante nada. El propio poder político, cuya tarea debiera ser precisamente ponerle límites al mercado, hoy, en muchas partes (entre ellas Argentina) no es más que empleado de ese mismo mercado.

Con Riestra el mercado llegó, por primera vez, a un punto donde nunca había llegado antes en el fútbol. Manchó la pelota. Es el mercado en clave global (tercera vez), es decir, en clave “streamer”, cargado de esos valores: individualismo, elogio del sálvese quien pueda, el mercado transgrediendo cualquier convivencia y reglas colectivas. Por eso, bien Scaloni, bien la Selección, esta vez.