opinión

Preguntas desde el Vaticano

Nahuel Sotelo. El secretario de Culto, con Francisco en la Santa Sede. Foto: cedoc

Tal vez el Papa, en estos últimos dos meses, recibió a más argentinos que en cualquier otro período de su gestión en once años. Algunos le atribuyen esta repentina  convocatoria a la prometida visita al país, al semblanteo de una situación que puede convertirlo en protagonista de la paz interna o en responsable de una manifiesta divisoria de aguas. Cauteloso el hombre, pregunta. A todos los sectores políticos y hasta judiciales (estuvo más de una vez en estos días con la jueza María Servini). Otros, en cambio, la concurrencia a Roma la observan como una acción política adversa al Gobierno, a pesar de que también atiende a varios de sus mensajeros (caso del responsable de Culto en Relaciones Exteriores, el bonaerense Nahuel Sotelo, hombre del Opus Dei, grupo enemistado con la Compañía de Jesús de la que es miembro Bergoglio). Procede Francisco como su numen en la Tierra, Juan Perón, cuando ejercía esa táctica desde Puerta de Hierro con el “avión negro” que estaba por llegar. Misterios de la Iglesia. O de la política vaticana, ahora jesuítica. Para seguir en su inviolable propósito final, el Papa esta semana le abre las puertas a la vicepresidenta Victoria Villarruel, nadie sabe si la dama asiste como correveidile de la Casa Rosada. Altamente improbable. O como máxima rentista de un eventual desenlace institucional, impulsado por variopintos opositores, en el caso de que Milei se vaya a desmoronar por la fronda de los dos tercios con amenaza de juicio político. También altamente improbable.  

Milei festeja con sus “héroes” presentes y ausentes en Diputados

La pasional y atrasada inclinación de Francisco por las cuestiones de su país se supone que implica más de una definición. Por ejemplo, la ministra Sandra Pettovello le acercó un informe sobre la situación social que, entre otras consideraciones, debió incluir anomalías de los grupos piqueteros subsidiados por el Estado, en buena parte relacionados con el niño mimado y adoptado Juan Grabois. En la lista, se presume que también debe aparecer Emilio Pérsico, una coincidencia ideológica con Grabois, quien habita la casa que fuera de Mario Firmenich. Todo por los pobres. Techo, tierra, trabajo, como rezaban los carteles en la peregrinación a Luján, preocupada por la marchista Pampita, ex de García Moritán, uno que cruzó la línea y lo castigaron. El Papa nada dijo sobre las irregularidades o delitos, hasta ahora, parece que esos papeles terminaron en el arte del origami, avioncitos o barquitos de papel lanzados al aire o al Tíber. Claro, con algo se tiene que entretener el Sumo Pontìfice. Al revés de cuando expuso el intento de un funcionario actual que pidió “la mía” para conceder una licitación. Logró su renuncia, jugada de Pettovello. Obvio que frente a estas cuestiones no se le puede pedir al vicario de Cristo la misma ecuanimidad judicial de Salomón, el Rey de Reyes. Aunque la Argentina y Chile abordaron al cardenal Samore para resolver el conflicto por el Beagle.

Con tantas entrevistas del Papa se generan confusiones. Cuando la Pettovello se hincaba religiosamente, al mismo tiempo Grabois triscaba por el Vaticano debido a su condición de empleado preferido. Se suele plantear que la debilidad de Francisco por el revulsivo jefe social obedece a una vieja relación con el padre, Roberto “Pajarito” Grabois. Sin embargo, el verdadero vínculo protector se ampara en el cariño papal por la madre de quien propone no pagar la deuda y nacionalizar el litio. Complejo ese mundo amistoso, nacido en tiempos de Guardia de Hierro, agrupación a la cual Pajarito se trasladó del izquierdista FEN (Frente Estudiantil Nacional) como forma de pasaje al peronismo y también al movimiento obrero. Entrismo a la gran liga.

Karina y la fórmula Milei-Milei

Siguen las curiosidades y sorpresas: cuando Grabois padre y Julio Bárbaro, entre otros, limpiaron la Universidad Católica del dominio de Montoneros y a favor del entonces administrador Jorge Bergoglio, hicieron la purga bajo la tutela del ideólogo de Guardia de Hierro, Alejandro Álvarez. Duró poco el agradecimiento a esa muchachada sanitaria, radicalizada a medias y poco afecta a la violencia armada. Entonces, el ahora Papa tomó distancia del “gallego” Álvarez creyendo que le quería imponer otra hegemonía en el profesorado y centros de estudiantes, insoportable objetivo para un jesuita. Álvarez se alejó, se desvió luego en distintos emprendimientos políticos, hasta se volvió un iluminado de la Iglesia del centro porteño, a la cual accedía con frecuencia Elisa Carrió, con varios crucifijos y antes de convertirse en “by Lilita”, su línea de moda. En cambio, Roberto Grabois y Bárbaro –padrino de Juan– mantuvieron aquel enlace con el cura, si hasta fueron funcionarios de Carlos Menem en áreas diferentes luego de haber sido, durante el exilio de Perón, custodios por un tiempo de la casa del General en Puerta de Hierro.

Resulta singular que hoy aparezcan en organizaciones diferentes y opuestas el hijo de Pajarito y el hijo de Álvarez, hoy convertido en figura por su debate televisivo de la cuestión universitaria contra el radical Emiliano Yacobitti, quien se suponía un avezado orador por estar casado con una nieta de Raúl Alfonsín (se desarmó en el duelo cuando no pudo responder sobre la presentación de facturas por los gastos en la Universidad). Álvarez Jr no era conocido por su cargo en la Subsecretaría de Políticas Universitarias, alcanzó el estrellato gracias a la televisión y al traspié de Yacobitti. También despertó interés en Milei, a quien casi no conocía. Habla un militante de la época sobre el disloque de este rompecabezas: “De tanto escuchar guitarristas, de José Luis Manzano al Chueco Mazzón, de gobernadores (Vicente Joga), de José Manuel de la Sota a Matilde Menéndez (madrastra de Juan Grabois, para agitar la confusión e intereses), el hijo del Gallego Álvarez tenía que saber al menos tocar el instrumento”. Otra peculiaridad del casi ministro es que uno de sus antecedentes políticos pasa por el cristinismo, estuvo junto al fanático exintendente de esa fracción en San Antonio de Areco, Paco Durañona. A su vez, hijo de uno los más brillantes y memoriosos liberales, Francisco Durañona y Vedia, exdiputado nacional y cercano a Álvaro Alsogaray. También a la Iglesia, cuyo rol quizás merezca un examen, lo que dudosamente ocurra en la cita de esta semana entre Francisco y Vicky Villarruel.