Opinión

Perspectivas de negociación para pacificar la guerra de Rusia contra Ucrania

La elección de Donald Trump para asumir la Presidencia de Estados Unidos, se suma a la caída de Bachar el Assad en Siria. Repercusiones en el tablero internacional y en la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania.

Donald Trump, presidente electo de EE UU Foto: Cedoc

El reproche de Rusia a Ucrania por supuestamente no querer negociar la paz, ventilado desde Moscú el pasado fin de semana, parece inducir que podrían oficializarse contactos entre los 2 países, en el marco de la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, y la perdida de influencia de Vladimir Putin, a consecuencia del derrocamiento de Bachar el Assad en Siria y su impacto en Oriente Medio y la geopolítica en el Mediterráneo. Los indicios de un armisticio entre los beligerantes, aparecen como una posible formula para acallar las armas.

Los sondeos de opinión en Ucrania, indican que el 52% de la población insta al presidente Volodymir Zelensky a negociar «el fin de la guerra». Kiev no estaría dispuesta a seguir sacrificando su juventud para continuar resistiendo a la agresión del Kremlin, y Moscú no asume una movilización general de la población, temiendo la repetición de las protestas tras la ocupación de Afganistan, apelando hoy a tropas de sus provincias remotas, y de Corea del Norte.

Los sondeos de opinión en Ucrania, también indican que el 32% de la población aceptaría «renunciar a ciertos territorios si es el precio de la paz y de la independencia», mientras Rusia mantiene su exigencia de «desmilitarización» y «neutralización» de Ucrania. Donald Trump propondría una «ayuda condicionada a la voluntad de Ucrania a negociar» con Putin, aunque sin restituir territorios a Rusia, ni «entrar en la OTAN» al menos por 10 años. A titulo preventivo, Volodymir Zelensky anticipó que un acuerdo de abandono de territorios a cambio de la paz con Rusia debería ser ratificado por referendum. (1)

A su vez, Kiev «reconocería la ocupación rusa del 20% de su territorio», ahora controlado por el Kremlin, pero sin aceptar su «anexión». No obstante, los Estados que así lo deseen, podrán firmar acuerdos bilaterales con Ucrania «en caso de nuevos ataques para ayudarla a resistir». En contrapartida, Moscú pediría que le levanten «ciertas sanciones impuestas desde el 2022», y aceptaría pactar con Ucrania una «zona desmilitarizada» de separación «a lo largo de las lineas del armisticio» (2), que debería incluir zonas de las provincias de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia, y la península de Crimea.

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Resta por saber si los 2 países aceptarían la participación, para encuadrar las conversaciones de paz, de un organismo multilateral vinculado al sistema de Naciones Unidas. Se trata de la Organización sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), creado a instancias de los Principios Helsinski de 1975, precisados por la Carta de Paris de 1990. Resulta «un foro permanente, para tratar problemas de seguridad, que incluye a los Estados Unidos y Canadá». (3)

LA OSCE puede «organizar misiones de vigilancia de movimientos militares, de procesos electorales que fueron utiles en el pasado». Estuvo «encargada de vigilar los Acuerdos de Minsk», en torno al conflicto entre Moscú y Kiev, quedando «fuera de juego» tras «el ataque ruso del 24 de febrero de 2022». Puede reunir «las diferentes partes concernidas para elaborar soluciones o limitar la crisis y tiene la ventaja de existir». Podría contribuir a una solución según «el derecho internacional, de la cuestión de Crimea y de las fronteras entre Rusia y Ucrania». (4)

 

Desde Ginebra, Juan Gasparini

  • (1) Bruno Tertrais, Le Point, Francia, 5 de diciembre de 2024. Le Monde, Paris, 2 de agosto de 2024.
  • (2) Bruno Tertrais, ya citado.
  • (3) Georges-Henri Soutou, «La Grande rupture», Editions Taillandier, Paris, 2024.
  • (4) Georges-Henri Soutou, «La Grande rupture», Editions Taillandier, Paris, 2024, ya citado.