Partida incierta de ajedrez
Es la que parecen estar jugando Javier Milei y Mauricio Macri con la vista puesta en las elecciones de este año para no tener que pagar costos políticos.
“No hay nada más difícil de emprender, ni más dudoso de hacer triunfar, ni más peligroso de administrar que la elaboración de un nuevo orden”. Esta es una frase de Nicolás Maquiavelo que ilustra a la perfección el tiempo duro y difícil por el que transcurre el presente de la Argentina. El gobierno de Javier Milei representa, en la acepción literal de la palabra, un experimento. No hay registro de un presidente en absoluta minoría institucional –minoría en la Cámara de Diputados, minoría en la Cámara de Senadores y carencia de gobernadores– que haya llevado adelante un nivel de reformas de la envergadura de las que se vienen implementando desde el 10 de diciembre de 2023 ni de las que se piensan poner en práctica aún.
Tampoco hay registro de un nivel tan alto de tolerancia social como el que se viene observando ante un ajuste tan brutal como el que se ha realizado y se sigue realizando. Porque hay que decirlo siempre –le guste o no al Presidente–, no es la casta política la que está pagando el costo de este ajuste drástico y dramático, sino la sociedad, es decir, la gente de a pie. Es un experimento que, por otra parte, el mundo sigue con creciente atención e interés tanto en sus aspectos positivos como negativos. Como ya se ha dicho en esta columna, en Alemania, que enfrenta una de las elecciones más dramáticas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, se habla –y con preocupación– del “efecto Milei”, cuyo modelo está en los postulados de la AFD (Alternative für Deutschland), partido de ideas de ultraderecha que en los últimos días recibió un apoyo público de Elon Musk que generó mucha polémica y rechazo en el resto del espectro político de ese país.
No hay registro de un nivel tan alto de tolerancia social a un ajuste brutal como el que aplica
Es verdad que los números de una tenue recuperación van marcando una tendencia a la consolidación. Los datos emitidos por la Secretaría de Trabajo correspondientes al Sistema Integrado Previsional Argentino muestran lo siguiente: en los meses de septiembre, octubre y noviembre, el empleo formal aumentó en forma ininterrumpida consecutiva, revirtiendo así una etapa constrictiva que se extendió durante los 11 meses previos. A esta mayor creación de empleo la acompañó un crecimiento leve del salario real. El aumento del empleo fue menor al 1%, y el del crecimiento del salario, ínfimo. Estos datos son importantes para poner en perspectiva todo lo que falta para hablar de una recuperación significativa del empleo y del poder adquisitivo del salario, menguado por la inflación anual de tres cifras que castigó duramente los bolsillos de todos en general y de los que menos tienen en particular. El kirchnerismo nunca lo admitirá –Sergio Massa tampoco–, pero sus políticas populistas más la emisión descontrolada destrozaron los bolsillos de los más necesitados.
Más allá de los logros de la actual gestión, la verdad es que la economía está aún lejos de despegar. En este marco, la macroeconomía le sigue trayendo buenas noticias al oficialismo. El pago de deuda que hizo el jueves le valió elogios desde los centros claves de los mercados internacionales. He ahí, como ejemplo, el artículo elogioso que le prodigó la Agencia Bloomberg. Pero aun en esos ámbitos se marcan las cosas que faltan. La más significativa es el levantamiento del cepo. Y para eso hay un problema: no están los dólares necesarios. Como lo expresó Carlos Melconian en una frase que ya forma parte de la historia, “no hay fideos ni tuco”. Para que haya más “tuco y fideos”, la ilusión más fuerte la genera Donald Trump. El presidente electo que le profesa a Milei mucho afecto y mucha valoración lo considera una pieza importante en el ajedrez político de América Latina. Por eso necesita que al actual gobierno le vaya bien.
En el organigrama del Fondo Monetario Internacional, los Estados Unidos juegan un papel clave, ya que le corresponde ocupar la subdirección. Ese papel clave –es decir, la ayuda de Trump– le permitió a Mauricio Macri acceder al préstamo más grande que el organismo haya jamás dado. Milei aspira a una repetición de aquel gesto que, traducido en cifras, haría necesario un volumen de dólares de magnitud menor al que se le otorgó a la Argentina en ese momento. Milei necesita levantar el cepo por razones económicas y políticas. Enfrentar las elecciones con el cepo vigente le abrirá un flanco que la oposición usará para debilitarlo.
El oficialismo busca desgastar a los aliados y llegar a las elecciones con todo el poder
Volviendo a Mauricio Macri, la semana le ha dejado un sabor amargo. En realidad la cúpula libertaria ha sido –una vez más– la responsable de un nuevo sinsabor.
En la entrevista que Milei le concedió a Luis Majul en El Observador, el primer mandatario aseguró que el acuerdo ideal con Macri sería “que vayamos juntos y arrasemos al kirchnerismo”. El expresidente decidió acelerar a fondo y en apenas 24 horas lanzó una convocatoria por la red social X para formar una mesa de trabajo junto al Gobierno y “avanzar en una agenda profunda de cambios y transformaciones que necesita la Argentina”. La pileta no tenía agua o, más bien, se la vaciaron en tiempo récord. Luego de un prudente silencio desde el oficialismo le volvieron a marcar la cancha al PRO. Primero respondieron que es muy apresurado hablar de alianzas y o temas electorales y, más tarde, la propia Patricia Bullrich dijo públicamente que “la agenda será la del Gobierno. Los temas los elige quien conduce”. La jugada del oficialismo es clara, desgastar a sus socios en un tira y afloje constante para llegar a las elecciones con todo el poder en sus manos. Pero Mauricio Macri tampoco es ingenuo: si los resultados no fueran congruentes con una victoria lo suficientemente holgada como para barrer al kirchnerismo y encarar la segunda parte del mandato con mayor tranquilidad, no pagará ningún costo político y tendrá derecho a pedir nuevas concesiones. Se abre un juego de ajedrez político de resultado incierto para todos los argentinos.