Paradojas de la actualidad
“Se puede vivir sin pensar”, decreta el personaje de Cortázar en uno de sus cuentos más logrados, breves, primerizos, “Casa tomada”. ¿Se puede vivir sin pensar? Quizá sea la primera paradoja para lanzarnos en una sucesión de humanas (no necesariamente humanitarias) contradicciones. Vivir es pensar. Pensar ¿es vivir? El cuento llega a esa frase una vez que la casa se vuelve extraña para aquellos que la habitan. Podemos empezar por ahí. Argentina, la casa donde todos vivimos. ¿Es propia? ¿Es extraña? Primera paradoja del presente, cómo sentirse en casa cuando se la remata y al tiempo nos expulsa. Escucho a jóvenes profesionales, arquitectos, médicos, ingenieros, preparando sus valijas para mudarse a Australia. Otra: vivimos en la era de mayor conectividad, nuevos medios, redes sociales. Y parece más verdadera que nunca la premisa del filósofo, “sin tacto, no hay contacto”. Conectados y más aislados, tropezando con el propio zapato.
Sigamos con las tecnológicas: los trabajos se diversifican, especializan, nuevos instrumentales, teletrabajo, coworking. Sin embargo, hay más precarización laboral, el horizonte es de incertidumbre, el objetivo de la ganancia resulta más importante que la vocación. En lo social, o intersubjetivo: mayor aceptación de diversidad de géneros. Pero, aumenta la violencia.
Escucho a jóvenes profesionales, arquitectos, médicos, ingenieros, preparando sus valijas
El mundo globalizado, conciencia de las distintas culturas; sin embargo, crece el racismo y la xenofobia. Auge del feminismo, liberando a las mujeres de roles preestablecidos, y en las redes sociales la cosificación es moneda corriente, como si obedeciera a un rating autoimpuesto, me muestro y tengo más seguidores (paradoja de la exhibición del mundo íntimo). Mayor libertad sexual, de elección, de prácticas mientras que las estadísticas revelan una baja en la actividad sexual, más propensa a la masturbación (el sitio porno en la web es de los más visitados del mundo).
Una ambiental: hay más conciencia de lo que se ingiere, de la salud, del planeta, y se agudiza la negación de los problemas ambientales. Y por último, el elogio a la libertad, con menores posibilidades de alcanzarla. Estoy segura de que hay paradojas menos serias, hasta simpáticas. Me encantaría que se me ocurriesen así aliviano esta seguidilla, más parecida a un sin salida que a virtudes contradictorias.
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