proyectos

Ocupa lugar

. Foto: CEDOC PERFIL

No podemos sino apreciar la progresiva eliminación de las prácticas de humillación de estudiantes en el ámbito escolar. Y no pienso solo en casos de cretinismo extremo, aberrantes por completo, como burlarse de un estudiante que se desmaya por agotamiento; sino en las distintas variantes de las antiguas orejas de burro o en escenas de incentivación a la mofa colectiva como la que aparece en algún tramo de la película The Wall.

Tal vez quepa considerar, sin embargo, que puede haber resultado de todas formas perjudicial, en términos estrictamente educativos, abocarse a cambio tan enteramente a la contención emocional de toda clase de mortificación personal, por pequeña y contingente que fuese, en lo específicamente relacionado con el hecho de no saber. Si el no saber deja de sentirse como un problema, si el saber o no saber llega a resultar indiferente, el sentido mismo de la tarea educativa entra en crisis.

La valoración del saber en tanto que saber es una premisa indispensable, y hoy parece severamente dañada. Antes que probar que saben (que saben esto o aquello), se da el caso de estudiantes que exigen que los saberes les prueben a ellos su utilidad (se entiende que para ganar plata, criterio casi exclusivo con el que se puede fácilmente desestimar los cuentos de Borges, los ríos argentinos, la historia de Roma, la pintura flamenca, a Kant).

Si se llega al punto de que saber o no saber den perfectamente lo mismo, estaríamos quedando a merced del imperio del “cualquier cosa”. Hay un gusto por decir cualquier cosa, que es tan válido como cualquier otro; pero conviene que algunos espacios se protejan del disparate impune, como conviene que algunos temas se preserven del desvarío irresponsable (¿un ejemplo? Adolf Hitler. Qué ideas tuvo. Cómo procedió).

El de Sarmiento es un legado de inmensa importancia para los argentinos, por todo lo que significó y significa para la educación pública nacional. No se lo debería emplear tan solo como un recurso para fastidiar a los peronistas, ni siquiera por parte de quienes han hecho de eso la base de un proyecto político o incluso la razón de su vida. Tendrían que tomarlo en serio para una imprescindible valoración de la tarea educativa.