inestabilidades

Mundo promo

Imagen ilustrativa | Fondo Luminoso Foto: Unsplash | Lorenzo Maranci | lorenzo06x

Las paradojas y las avivadas nos gobiernan.  Empiezo por una erudita, que encontré leyendo a Marguerite Yourcenar.  En su libro El tiempo, ese escultor, una compilación de ensayos, juega con revelarnos la fórmula de sus novelas históricas, tanto de Memorias de Adriano, que sucede en el siglo II, como de Opus Nigrum, protagonizada por Zenon, un médico ficticio ejerciendo en el siglo XVI, plena transición de la Edad Media al Renacimiento. Yourcenar nos aclara que antes del siglo XIX no existe ningún registro de lo realmente dicho. No hay grabación de voces, discursos, conversaciones. Todas provienen de documentos escritos, es decir, transcripciones. No hay original de lo dicho antes del siglo XIX. Ella se sirvió de los diálogos shakespearianos para hacer hablar a sus personajes con la lengua del siglo XVI.

Ahora bien, paradojalmente, en el siglo XXI ingresamos en la era de la “posverdad”. Todo está registrado y puede ser homologado por la inteligencia artificial.

La mentira nunca falla bajo el disfraz de la tergiversación.

Realidad y realismo

Antes no había registro, ahora se crea un original con todo lo registrado; y no sabemos si lo que se dice lo dijo alguien o es una respuesta automática con simuladas modulaciones.

Esta proeza tecnológica que alimenta las distopías narrativas desde la aparición del libro 2001, una odisea espacial, de Arthur C. Clarke, en 1968, y la increíble película de Stanley Kubrick basada en la novela, parece anunciar un porvenir  altamente robotizado.

Sin embargo, no parece fácil codificar la viveza. Es un gesto espontáneo, rápido, imprevisible, basado en cálculos más costumbristas que calculables.

La inflación, por ejemplo.

Supuestamente, el gobierno la está controlando, baja lentamente; sin embargo, los números no condicen con lo anunciado. Los precios y tarifas superan el 4%. Los comerciantes se las ingenian para aumentar más de lo establecido seguramente amparados por el no intervencionismo estatal.  Al no haber suficientes controles, ya no se trata de economía de mercado sino de negocios particulares, sobre todo en las áreas de mayor dependencia de los consumidores. 

Flores vs. héroes

Todo se vende en promos.

Si lo comprás con anticipación, tenés la promo; si llevás dos, la promo del 50%, la promo del mes, precios promocionales cerca de la fecha de vencimiento del producto, promo de las hojas verdes entre las 20 y las 22, promo del club tal, tarjeta cual,  y el efectivo que en este país nunca falla, aunque ahora la SUBE  a veces le gana. En las lanchas-colectiva por ejemplo, no aceptan más billetes para acceder a las islas del Delta.

Pero las promos no siempre están anunciadas.  En ocasiones, basta con un cuchicheo, una palabra que se desliza inoculando la conveniencia, una advertencia del peligro de aumento inminente. “Si pagás tres meses, salís ganando”. De lo que sea. Garaje, leche larga vida, papel higiénico.  Ayer se me ocurrió cuestionar una oferta de pago anticipado. “¿Puedo pagar lo que todavía no sucedió?”  De la empresa me miraron asombrados. Alguien me dijo: acá prefieren tener toda la plata posible.

¿Cómo lidiar con la avivada sin el Estado?.