opinión

Milei y lo sencillo

Enemigos. Javier Milei atacó al gobernador, quien estuvo obligado a dar explicaciones. Foto: prensa PBA

Abajo, a la izquierda de la pantalla, se puede ver un mate. Es un elemento clave de la escenografía, pero no tiene en este caso ningún uso; el gobernador de la provincia de Buenos Aires nunca lo va a utilizar en la conferencia de prensa. Kicillof es también presentado por una locutora, que forma parte como elemento adicional de la colocación de esta teatralización, en donde anuncia que él “se encuentra presente”, como si fuera que los demás no lo estuvieran viendo. El público aplaude y él mueve la cabeza para arriba y para abajo en movimientos mínimos, agradeciendo el apoyo de estos otros, y con un rostro serio alineado al tema que justifica su mensaje. El escenario completo se ve grande y vacío para solo dos personas, aunque el público observador esté enfrente de ellos agolpado sin espacio libre. No era la misión de este acto, pero probablemente sea una perfecta representación del estado actual en que el peronismo se encuentra, ante los avances intensos de Milei.

El repaso de la escena permite describir un acumulado importante de elementos que admiten relevancia en su contraste, con la sencillez de lo que originó la obligación de construcción de este acto. Milei arrojó una amenaza en la red social X con una economía del impacto notable. Se tuvo que escribir la carta y repasarla con sus equipos y evaluar la estrategia de esta comunicación, pero sin necesidad de hacer viajar a las personas a Olivos o a Casa Rosada, citar a la prensa y a la militancia. Con un solo “click” obligó a todos los dirigentes del peronismo a viajar a La Plata. Eso es, esencialmente, sostener y marcar la iniciativa.

La cuestión de la economía comunicacional requiere de algunos atajos importantes, y el primero de ellos es prescindir de la complejidad de los fenómenos sociales. Alrededor de las cuestiones de inseguridad hay literatura académica fundamental, en donde autores como Matías Dewey o Javier Auyero, han colocado el acento en la policía bonaerense y en sus vínculos con el sistema político como un modelo para constituir el delito en relación a aquello que sucede solo donde las fuerzas de seguridad y la política lo permiten, y no como una secuencia de episodios descontrolados en los que el Estado nada parecería poder contener. Sobre esta misma complejidad, solo existe alejamiento, y su reemplazo inmediato es la constitución de relaciones causales sencillas al modo de Espert y su recomendación de meter bala a donde sea. Milei no debe explicar ni ingresar en detalles de jurisdicciones, leyes, la relación de la policía con el delito o el nivel de consumo de drogas que generan en todos los niveles socio económicos un mercado de demanda sobre el que el narcotráfico se orienta a suplir. Al igual que la inflación, que sería siempre y en todo lugar un fenómeno monetario, la inseguridad podría ser siempre y en todo lugar, no la consecuencia de problemas acumulados en el subdesarrollo del país, sino únicamente la consecuencia de una policía capturada en sus posibilidades.

Mientras Milei dice que en solo un año, si se corre Kicillof, resuelve la cuestión, el gobernador de Buenos Aires se ve obligado a explorar explicaciones que necesariamente hacen incorporar a la complejidad en condiciones de batalla en las que a nadie eso le importa. Quiere aclarar que se trata de delitos nacionales, que es el gobierno de Milei quien debe proteger las fronteras, que no es él quien pone o saca presos de sus situaciones de detención porque esto corresponde a otro poder (el judicial), y que hasta uno de los asesinos estaba ya en edad de quedar detenido y ser tratado como imputable bajo las leyes vigentes; pero a lo largo de 16,68 minutos nada puede hacer contra ese tuit demoledor de síntesis causal. Su discurso, que repasa detalles y explicaciones, y que él mismo lo cierra con la aclaración de que se trata de un tema “tan importante y complejo”, solo será titulado en los medios de comunicación con las frases más exóticas para que el público se entretenga.

Es interesante que el peronismo podría también describir su situación actual como compleja y necesitar al mismo tiempo una cantidad considerable de minutos para hacer entender a otros, de qué se trata su estado actual como organización. En esencia, lo más relevante es la inexistencia de un liderazgo renovado y la sobrevivencia de una dirección que ofrece, en realidad, más la garantía de un obstáculo, que el camino para su propia superación. Del lado opuesto, Milei expresa en medios de comunicación que se debe ir con una misma marca en todo el país, para que la gente comprenda qué es lo que está votando, y que incluso en caso de que se consolide una alianza con el PRO debe ser esta nacional y no en partes, dependiendo de cada provincia y sus partidos. El “unitarismo” de Milei se enfrenta, en su sencillez, al “federalismo” complejo del peronismo, que en lugar de aprovechar la oportunidad de unificar fuerzas para ser la ficha obviamente opositora, despliega con insistencia la sobrevivencia de sus problemas. Cristina recurre a las redes para hacerse la graciosa con Milei, pero su juego en ese lenguaje, no se traslada a una secuencia acorde a las demandas de nuevas formas de su partido, en los que su rol, parece más una barrera que una apertura de un camino nuevo. Cristina siempre se actualiza, aunque elige solo en qué partes le parece bueno hacerlo.

Nada de esto refleja los reales procesos sociales. La sociedad moderna es compleja y simultánea, y acumula sus propios procedimientos en derroteros que dejan al mundo siempre en un estado de mayor complejidad que el segundo anterior a que cada uno de estos mismos procedimientos se haya generado. Sin embargo, a pesar de esta complejidad en aumento, de algo hay que hablar para que la sociedad siga viva, y en esto la selección, es decir, el decidir de qué sí hablar, y de qué no hablar, frente a un universo de tópicos que tiende al infinito, es desde donde se obtienen ventajas o derrotas. La política, en lo que respecta al lado de ella que se encuentra en situación de gobierno, es un ámbito que debe tomar decisiones que sean vinculantes para el resto de la sociedad, y estas decisiones son unas, en contra de otras tantas posibles. La discrecionalidad que sobrevive, aunque en diferentes grados, a cada decisión, hace que sea cada vez más necesaria la comunicación sencilla que la acompañe. En esto Milei es rey. Sus seguidores pueden seguir sus secuencias de decisiones bajo condiciones de sentido que se consolidan como razones lógicas, y con eso ya es suficiente como modo de ser aceptada cada una de ellas con un manto aparente de verdad.

Una intervención federal, tan utilizada por sus odiados radicales en épocas de Yrigoyen, podría ser una decisión con sentido para sus votantes, porque Milei sería así una causa, para producir un efecto, en un mundo que se entiende para él y los propios, como un fluir sin inconvenientes. No hay espacio para la complejidad, solo para los resúmenes fantásticos y alucinados, de una sociedad supuestamente sencilla. Milei hace y los demás miran, sin saber cómo reaccionar. Tan abrumadora resulta esta experiencia, que ni tiempo para un mate parece existir.

*Sociólogo.