PANORAMA económico

Milei contra los devaluadores

Cree que quienes impulsan el debate sobre el tipo de cambio lo hacen por cuestiones personales o sectoriales. Y que alientan un “putsch”.

Foto: Pablo Temes

Javier Milei quiere lanzar al mercado mediático una nueva acusación volcánica. Por ahora sólo lo frenan algunos asesores (funcionarios o no) que no creen que la diatriba sobre argumentos de los que el jefe de Estado está convencido sirva políticamente en estos momentos. Y mucho menos que ayude a calmar un ambiente económico y financiero local e internacional que amenaza de cambiar el clima bullish (alcista) a bearish (bajista) por las decisiones que no se toman en Buenos Aires, sino en la Casa Blanca. Milei está convencido de que el debate sobre la política cambiaria y el retraso en el precio del dólar obedece a una presión devaluadora de grandes grupos económicos, fundamentalmente industriales, perjudicados hoy en algunos rubros de producción; pero, creen en el Gobierno, muy beneficiados en otros. Según la visión del Presidente, estos grandes empresarios son los que contratarían a muchos de los economistas, especialmente los ortodoxos, que luego publican papers, informes semanales o declaran luego en los medios de comunicación; hablando de la imposibilidad de sostener el actual tipo de cambio en el tiempo, y de la “conveniencia” de tomar decisiones rápidamente antes que la situación se profundice y empeore.

En el gabinete económico rezan para que Milei no concrete una nueva embestida mediática

Y que la estrategia del oficialismo de buscar la competitividad vía reducción de gastos internos y, eventualmente, impuestos; es negada por estos economistas (en algún momento, muchos de ellos cercanos) ideológicamente al jefe de Estado; funcionan hoy contratados de los presionadores de la salida fácil de la devaluación, una decisión que de ninguna manera el Gobierno tuvo o tiene en carpeta. Y que lo que se busca es presionar ante la opinión pública en general, y en los mercados, para crear un clima de inevitabilidad de una modificación del tipo de cambio; algo que para la Casa Rosada y el Ministerio de Economía es una equivocación histórica. Según la visión oficial, no sólo el problema no se encuentra en la necesidad de una revalorización del dólar por el hecho de estar atándolo a las cotizaciones actuales de manera artificial; sino que la proyección hacia delante es evitar que el precio de la moneda norteamericana no pierda aún más contra el peso. La visión de Milei y de Luis “Toto” Caputo, en plena coincidencia ideológica, funcional e institucional; es que el problema es cómo lidiar con un tipo de cambio a la baja e impulsar un incremento real y transparente de la demanda de dinero con un esquema de no emisión de pesos y superávit fiscal sostenido en el tiempo. Y que se mantendrá. Según el Presidente, por años. Esto incluye, obviamente, las elecciones legislativas de octubre.

En este sentido, Milei, Caputo y el secretario de Finanzas Pablo Quirno, tomaron los resultados de la licitación de renovación de deuda del miércoles pasado como una revancha. Ese día había que renovar pasivos financieros por unos US$ 6 mil millones en pesos; y el ministro de Economía aplicó una estrategia algo aventurera y temeraria, pero viendo los resultados, acertada. Finanzas diseñó un mix de colocaciones de seis instrumentos, tres letras (menos de un año de vencimiento) y tres bonos (más de doce meses), con diferentes tiempos de cierre y cupones varios; pero con un bono con vida útil hasta febrero del año pasado, pero atado al dólar. Esto es dólar linked. Ese papel en pesos, aumentaría en su liquidación al ritmo de la devaluación de la divisa, que hoy se encuentra dentro de la estrategia del crawling peg del 1% mensual al menos hasta diciembre 2025. Pero sin intereses. Esto implica que ese bono le reconocería a los inversores una eventual devaluación que se ejecutara (obviamente sobre el oficial), con lo que los que dudaran de la solidez de la política cambiaria del oficialismo quedarían resguardados de ese riesgo. Pero sólo ganarían la pérdida de valor del peso frente al dólar. Ni un peso más. Las otras opciones emitidas eran también en moneda local, pero indexado a tasas de interés clásicas y de mercado. El resultado de esa licitación fue una renovación general del 85% de la deuda, sin interesados en el dólar linked. Caputo cerró esa jornada exultante. Mostrándose dentro del gabinete de Javier Milei con su habilidad financiera intacta (en definitiva, un trader de curriculum probado en grandes batallas), y dándole al Presidente en bandeja la posibilidad de plantear ante el público la realidad que los formadores de dinero (los “money makers”), esto es bancos y fondos de inversión, los que en serio manejan plata propia y de otros y, no pueden perder. Porque si lo hacen por una mala decisión financiera, sus clientes se mudarían a otras casas de inversión. Estos “money makers” optaron el miércoles por las versiones en pesos dejando de lado la posibilidad de cubrirse ante una devaluación, lo que para Milei, Caputo y Quirno representó una especie de aval financiero y una confianza sobre que los mercados de riesgo no esperan una devaluación. Al menos hasta febrero del 2025. El trío canchereó, quizá con razón, en las redes; con la idea que el resultado de la licitación les dio la razón. Y refutó las visiones de los “econochantas” sobre la inevitabilidad de una devaluación. Hay un detalle. La mayoría (casi un 70%) de la renovación de pesos  se concretó a cortísimo plazo. Entre marzo y mayo próximo el problema volverá. Otra vez habrá que demostrar confianza en el peso y rechazo del mercado a una devaluación. Pero, mientras tanto, hay entre treinta y sesenta días más donde Milei podrá sacar chapa de haber sepultado las versiones devaluadoras. Y de la convicción que los que buscan una alteración de la política cambiaria por cuestiones personales o sectoriales, están dentro de una especie de “putsch”.

En el resto del gabinete económico tiemblan. Y rezan porque el Presidente no concrete la embestida. Saben que la situación no está cómoda, que el momentum financiero internacional no ayuda y que el mercado confía, pero aún no compra el paquete cerrado. Y que se opera con una coyuntura rabiosa, pensando más a treinta o sesenta días más que en el corto plazo. Con lo que una embestida presidencial denunciando conspiraciones contra algún o algunos grupos industriales locales con cotización bursátil, podría perjudicar más que ayudar. Menos con nombre o apellido. Como afirmaba un colaborador externo: “una cosa es criticar a Lali Espósito o a María Becerra, y otra a los siderúrgicos”. Más cuando en realidad, estos industriales no están solos en la embestida. Hay otro actor que coincide en la visión sobre la realidad distorsionada del tipo de cambio: el staff técnico del Fondo Monetario Internacional (FMI) sigue siendo fan de la aplicación de políticas de liberalización cambiaria y la aplicación de la libre flotación. Lo dejó en claro la última misión comandada por Luis Cubbedu, quien en estas horas está terminando de elaborar el informe final sobre los datos que recogió en su estadía en Buenos Aires.

Todo dependerá entonces de Milei y su carácter volcánico.