Mejores amigos
“La amistad es un invento rioplatense”, dijo Borges en algún momento. Ahora parece estar a cargo de las redes. En Instagram es muy fácil generar y deshacer grupos de “mejores amigos”. Por si no los tienen, es una opción que figura en “historias”, así como también la de “ocultar historias”. O sea, se decide a quiénes se las envía, y a quiénes mejor que no les lleguen. ¿De qué depende? Es una cuestión personal muy variable. En cuanto al intercambio de estos grupos, pueden ser dudas metafísicas, comentarios absurdos, o un “beboteo” (palabra horrible que no supe cómo evitar). “Mejores amigos” parece ser una nueva manera de canalizar los vínculos en distintos ámbitos: laboral, íntimo, existencial… ¡Y además, variable! Cada conversación puede ceñirse a un círculo que se determina en el momento. Le pedí asesoramiento a mi hija para entender la “movilidad social” de las amistades. El diálogo (múltiple o monologal) se establece como por espasmos. Suele haber una precipitación dialógica que responde a un azaroso ímpetu de comunicación de alguna sensación o vivencias o ideas que trascienden la propia cabeza y buscan allegados, cómplices de pensamientos, consejos. Los mensajes cambian de tono porque los amigos nunca son los mismos, uno va regulando el panel de interlocutores; lo puede restringir si la conversación requiere de mayor discreción o ampliarlo en caso de necesidad. También es cierto que en dichos grupos hay amigos que gozan de la permanencia.
Iniciar una conversación implica, de alguna manera, invitar a los elegidos a que participen de ella. En realidad no es una invitación, el mensaje llega a los “tildados”. Si uno es tildado por quien inaugura una charlita, es casi una condecoración de empatía. No es lo mismo que un envío múltiple en WhatsApp que suele recibirse con la frialdad de una distribución indiscriminada. En los grupos de “mejores amigos” sucede lo opuesto. Uno ha sido elegido. Es “amigo” (al menos mientras dure el intercambio) y forma parte de una conversación que se inicia entre todos los integrantes de un grupo establecido por el primero que realizó el envío. También difiere de los grupos de WhatsApp que se multiplican en el espacio, sin deshacerse, obligando a quienes forman parte a quedarse para siempre, o que todos los demás se enteren de que alguien se va cuando por fin se decide a hacerlo. El WhatsApp es más tirano: obliga a ingresar y en rara ocasión se desarma. Aunque en muchos casos es fundamental para establecer acuerdos o estar al tanto de las novedades familiares, la única forma de irse es poniendo en evidencia la huida. Siendo muchas veces considerado prófugo o fóbico.
Mi hija me mostró algunos ejemplos muy creativos de grupos de mejores amigos en Instagram que surgen según la circunstancia. El alcance de los intercambios es imprevisible. ¡Una cascada de ocurrencias! Si bien las redes suelen ser castigadas por sus efectos alienantes e hipnóticos, también es cierto que facilitan conexiones inesperadas. Espontáneas y efímeras.
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