opinión

¿Medios de comunicación?

Tecnopoder: Zuckerberg (Instagram, Facebook y WhatsApp), Bezos (Amazon y Washington Post), Pichai (Google) y Musk (X), en la asunción de Trump. Foto: reproducción

Mark Zuckerberg, dueño de Meta (Instagram, Facebook y WhatsApp); Jeff Bezos, dueño de Amazon y del Washington Post; Elon Musk, dueño de X, SpaceX y Tesla; y Sundar Pichai, CEO de Google, ocuparon una fila delante de la de los propios ministros de Trump y de otra fila aún posterior donde estaban los jefes de gobierno extranjeros. ¿Significa que tienen más poder que el gobierno de su país? 

En el corto plazo definitivamente no, le temen a Trump, por eso Jeff Bezos hizo que el Washington Post no publicara su endorsement apoyando a Kamala Harris previo a las elecciones, o Mark Zuckerberg después de haberse acomodado a la llegada de los demócratas en 2021 prohibiendo el discurso de  odio en sus medios, volvió a permitirlo tras el regreso de Trump e imitar así a Elon Musk en la tarea de “hacer enojar para no pensar”.

El mismo ex-Twitter quien en 2020 cerró la cuenta de Donald Trump tras el intento de toma del Capitolio, aun si no hubiera sido comprado por Elon Musk, hoy le estaría devolviendo su cuenta si no lo hubiera ya hecho antes al solo presentar candidatura.

Con todos su bemoles, y a pesar de Trump, todavía Estados Unidos es una democracia, nadie podría imaginar a una tecnológica China cerrándole la cuenta a Xi Jinping ni a Hu Jintao. Allí solo el poder del Estado puede con un miembro del Estado.

Pero los dueños de las cuatro mayores tecnológicas acumularán más poder a lo largo del tiempo si sus empresas lograran sobrevivir varios presidentes manteniendo su importancia. Elon Musk caricaturizado por varias publicaciones como el verdadero presidente de los Estados Unidos podría terminar ocupando más páginas en la historia que Trump. Su saludo nazi generó más revuelo en todo el mundo y especialmente en Alemania, donde apoya explícitamente en las elecciones al partido de extrema derecha Alternativa para Alemania, que ninguna de las declaraciones aún más delirantes, de Trump.

Hace cien años los fascistas fueron impulsados por los dueños de  la tierra, temerosos de la expropiaciones que les produciría el creciente comunismo de entonces, hoy los dueños de las empresas tecnológicas apuestan a que Trump pueda frenar la imposición de limitaciones monopolísticas e impuestos en Europa y Asia. Finalmente en ambos casos es temor a la apropiación del capital ya sea en forma de stock (tierra) o en forma de flujo (ganancias).

¿Corresponde incluir a Instagram, Facebook, WhatsApp, Amazon X y Google en la categoría “medios de comunicación” que hasta no hace tanto englobaba a las publicaciones,  radio y televisión? También no hace tanto quien no mediaba y solo comunicaba no era considerado un medio de comunicación sino una empresa de comunicación a secas, lo que era una empresa de telefonía de las clásicas del siglo XX.

Al surgir las empresas tecnológicas, Google y Facebook, argumentaban y se defendían diciendo que no precisaban editor responsable porque no producían contenidos, solo distribuían el de terceros. Mediar no es conectar. Mediar implica refinar los datos convirtiéndolos en información, e intervenir sobre las informaciones curándolas al proporcionar su relevancia y dándole sentido.

Pasado los años comenzó a quedar claro que programar el algoritmo es, aunque oscura, una forma de edición, que escapa a todos los cánones de control profesional o ético que se le exige al periodismo. Siempre quedó claro que contenidos que no fueran periodísticos, la ficción, tenían la potencia de transmitir ideología a veces superior a la información. Que Hollywood era una poderosa máquina de producir bienes culturales con la ideología norteamericana de cada época. Pero tenerlo claro ya ejercía un posible autocontrol de la audiencia. El problema con el algoritmo era su opacidad que comienza a quedar cada vez más claro con su uso, generando una futura audiencia progresivamente más alerta.

El mejor antídoto al “veneno” del Silicon Valley es exponer a la luz sus procesos y no solo el producto final. El propio Trump al colocar a los cuatro gigantes tecnológicos, juntos en la fila más visible para la prensa, estaba enviando un mensaje de su propio poder y no el de sus invitados. Si bien hay fotos de la célebre dueña del Washington Post en la era Watergate y previo a la venta del diario que realizaron sus hijos a Jeff Bezos, junto a presidentes como el propio Richard Nixon, que ella misma terminó haciendo renunciar, quiero pensar que no se hubiera sentido cómoda si un presidente la invitaba a la inauguración junto con los dueños de otros grandes diarios del siglo XX y los colocara a todos en fila como en una exposición.

Si finalmente, en gran medida por el proceso de ilusoria desintermediación que las empresas tecnológicas venden como servicio a sus usuarios, ya no hubiera más ciudadanos sino solo individuos que consumen: clientes, no sería más necesario que existan medios de comunicación periodísticos porque sin ciudadanos a los que ilustrar, el periodismo pierde su sentido y deja de ser uno de los pilares de la democracia. También la célebre frase de Sarmiento, “educar al soberano” pasaría a ser abstracta si los ciudadanos fueran solo consumidores a los que facilitarle la vida, desrresponsabilizándolos mientras disfrutan de la comodidad hipnótica de que todo es espectáculo.

Para emancipar a las audiencias y volverlas ciudadanos se requerirá mayor dosis de periodismo.