Educación

Más graduados, con menos aprendizaje

Un estudio de la Universidad Austral revela el poco conocimiento de matemáticas entre los alumnos y, lo que es peor, la enorme diferencia que imprime el origen social.

Foto: cedoc

La educación parece ser uno de los principales problemas del país. Un estudio alarmante realizado por la Universidad Austral demuestra que entre los menores más vulnerables solo el 5% tiene los conocimientos mínimos de matemática en su último año, mientras que entre los que mejor posición económica tienen, solo 34% aprende lo indispensable. Si bien ambos resultados son bajísimos, y muestran que más de un 65% de los alumnos se gradúa sin alcanzar los objetivos, lo más preocupante es la diferencia entre ambos grupos y el nivel de conocimientos entre quienes se encuentran en los deciles más bajos.

Desigualdades educativas aborda las diferencias en las trayectorias de aprendizaje. Bajo la dirección de las doctoras en economía Eugenia Orlicki y Cecilia Adrogué, la investigación presenta un indicador que permite analizar las diferencias entre alumnos de diferentes estratos socioeconómicos.

El estudio se centró en el 20% de estudiantes más vulnerables y el 20% más favorecidos y se ocupó de las materias de lengua y matemática. El indicador, explican, es independiente del momento en que se analice. “Se puede aplicar en diferentes momentos de tiempo, tanto al pasado como al futuro, porque la métrica permanece constante, siendo los datos los que varían”, afirman. Se analizaron tres evaluaciones en distintos momentos escolares: tercer grado, sexto grado y sexto año de secundaria.

Los resultados. En lengua, alrededor del 70% de los alumnos menos vulnerables alcanzan los aprendizajes mínimos en los tres momentos evaluados. El porcentaje se mantiene constante a lo largo de los años. En cambio, entre los alumnos menos favorecidos al comienzo de la trayectoria escolar el 50% tiene conocimientos mínimos (en tercer grado), pero en sexto año solo el 34% de estos alumnos poseen los aprendizajes indispensables.

Alejandro Finocchiaro, exministro de Educación de Argentina (2017-2019) y docente afirma que “se rompió la lógica escolar y el tejido social en Argentina”. “No es lo mismo llegar a casa y que estén mamá y papá hablando en la mesa, que te pregunten cómo te fue en el cole y escuchar cosas que, de a poco, te van quedando; a llegar a casa y que tu viejo no aparezca por 15 días, le pega a tu mamá y tenés que hacer los deberes en un rincón en el piso, sin mesa”.

En la misma línea, la licenciada en psicopedagogía Dalila Zibes cree que las diferentes realidades afectan los modos de aprendizaje: “Los sujetos aprendemos a partir de los contextos socioeconómicos e históricos en los que estamos inmersos”. “Los procesos de aprendizaje están influidos por las características particulares de cada uno de los contextos en los que crecen los sujetos. No es la misma la realidad de un joven cuya familia se preocupa por llegar a fin de mes, que la de un adolescente que enfrenta una situación completamente opuesta, y que no recibe apoyo familiar”, agrega. 

El sistema que permite que los menores se gradúen sin los contenidos mínimos puede perjudicarlos en el futuro. Y más aún, si crecieron en hogares vulnerables, perpetuando así las desigualdades en el tiempo. “Si los estudiantes salen de la escuela sin los conocimientos mínimos necesarios para acceder a los estudios superiores y estos, a su vez, no les permitan obtener trabajos bien remunerados, no creo que las desigualdades se reduzcan”, afirma Zibes.

Entre los más vulnerables –continúa el estudio de la Universidad Austral–, el porcentaje de aprendizaje general va bajando conforme pasan los años y la brecha aumenta un 47% a lo largo de la trayectoria escolar en la materia lengua.

“Hay una generación de chicos, un porcentaje significativo, que no puede hacer ciertos cálculos matemáticos ni interpretar textos. Veo chicos que no escriben con sujeto y predicado, que no leen de corrido, que no dividen, que no pueden comprender cuentos sencillos, aunque hayan estudiado”, reconoce Finocchiaro. Desde su experiencia como profesor, señala que “hay alumnos que quedan en el camino” y que los que se gradúan “no son todos los que empezaron en primer grado”, apuntando contra la deserción escolar.

En matemática, el informe observa una baja proporción de jóvenes que logran pasar de año con los aprendizajes mínimos; incluso entre los menos vulnerables. En tercer grado, el 72% de los estudiantes menos vulnerables alcanza el nivel mínimo, mientras que entre los más vulnerables solo lo logra el 49%. Para sexto año, estos porcentajes disminuyen drásticamente al 36% y al 5%, respectivamente. La brecha aumenta un 655% a lo largo de la trayectoria escolar en matemática. Es decir que, de los alumnos de niveles socioeconómicos menores, un 95% no aprende los contenidos mínimos en matemática. Y, si se habla sin referirse a un estrato en particular, en el mejor de los casos, un 64% de los alumnos argentinos se gradúan sin saber lo mínimo de matemática.

“El dato que más nos impactó fue que pospandemia aumentó la graduación, pero cayeron los aprendizajes. Eso quiere decir que los alumnos sabían mucho menos y a pesar de eso tenían título. Lo que está ocurriendo es que ya no hay garantía de aprendizaje”, dice Cecilia Adrogué, una de las directoras de la investigación.

“Yo creo que hay un discurso que viene hace varios años y que, lamentablemente, va en contra de los aprendizajes y que me parece que es falso; es el de no evaluar para no estigmatizar, no reprobar para no estigmatizar. Porque la realidad es que, en la práctica, los jóvenes no están adquiriendo los aprendizajes mínimos. Eso es lo que queremos resaltar. Si les queremos dar oportunidades, hay que darles aprendizajes mínimos. Y esos saberes muchas veces requieren exigir que estudien”, sostiene Adrogué.

“El hecho de que aprueben todos, que todos pasen de año, nos lleva a este sistema en el que los aprendizajes vienen cayendo año a año. Cayendo en relación a nosotros mismos, cayendo en relación a la región. Es un problema que hay que tomar en serio”, alerta la investigadora.

Finocchiaro considera la situación, especialmente desde la pandemia, como una “tragedia educativa”. “La lógica de que el error estigmatiza está mal. Cuando al alumno lo aplazás, le das un llamado de atención a él, a su familia y al maestro, que se pregunta qué pasa con ese chico que no aprende. La escuela es meritocracia en esencia, pero la meritocracia pasa por superarse a uno mismo, no por superar al otro”, asegura el diputado. “No es gratis romper el trabajo, el esfuerzo. El mejor alumno no es el más inteligente, es el que más agarra el libro, pero a eso ya no se le da valor”, lamenta.