Marcas
La primera vez que leí este libro también era ajeno, me lo había prestado un amigo pero no recuerdo si estaba marcado. La edición de Ada Korn es preciosa.
Hablamos con una amiga sobre marcar los libros. Me dice que no puede leer sin un lápiz en la mano. Le digo que casi no marco los libros que leo, la ficción seguro que no, aunque sí es cierto que si no marco los ensayos siento que no estoy entendiendo lo que leo. Justo ahora estoy con A la salud de los muertos, de Vinciane Despret, y las páginas que leí sin un lápiz fue como si no las hubiese leído. Le cuento de otro amigo que no subrayaba si no que doblaba las páginas donde había párrafos que le habían llamado la atención, pero hacía llegar la punta de la hoja hasta las líneas que quería marcar, la punta superior o la inferior, según la zona de interés. Los libros se convertían en una especie de origami adentro de dos tapas.
Cuando la hija de Lai donó su biblioteca personal a la biblioteca de Camilo Aldao, Seba la ayudó a embalar los libros y ella le dijo que eligiera algunos para quedarse. El se acordó de que a mí me gustaba mucho ese librito de Aira que tiene dos relatos largos: El vestido rosa y Las ovejas (sobre todo Las ovejas me parece alucinante), se topó con el ejemplar de Laiseca y me lo trajo. El libro está todo marcado, subrayados hondos que casi atraviesan el papel, signos de admiración, la palabra GENIAL así con mayúsculas escrita en los márgenes, algunos comentarios como una conversación con el autor. En el momento en que se publicó el libro, principios de los 80, todavía la amistad entre ambos gozaba de buena salud, así que tal vez esas notas eran un recordatorio de algunas cosas que después habrán charlado mate o cerveza de por medio. Me conmueve la admiración y el cariño de esos subrayados, correspondidos en esa época: Aira ha escrito párrafos muy elogiosos sobre la obra de Lai. Leer un libro con marcas es como sumarse a una conversación.
El sistema en las marcas de este libro: subrayado simple, subrayado doble, líneas verticales en el margen, signos de admiración del 1 al 4, genial de 1 a 2 veces, alguna nota más larga. En las marcas más efusivas me lo puedo imaginar riéndose a carcajadas, atragantándose con el humo del cigarrillo, diciendo en voz alta: qué hijo de puta, qué hijo de puta… puedo entender por qué están marcadas algunas oraciones (yo también las marcaría) y otras me dejan completamente afuera: ¿qué le disparó? ¿qué asociación habrá hecho?
La primera vez que leí este libro también era ajeno, me lo había prestado un amigo pero no recuerdo si estaba marcado. La edición de Ada Korn es preciosa: tapas de un gris plateado, en un papel con textura. En este no puedo ver el dibujo, porque por supuesto está forrado de papel blanco ya amarronado por el tiempo y el humo de los cigarrillos de su dueño. La busco en la web. Es una especie de bañado o laguna de la pampa, hecho en tinta. En el interior hay otros dibujos del mismo estilo, leo que el autor es Ezequiel Pinto Guillaume. Las ilustraciones tienen algo oriental, en su delicadeza y en las líneas delgadísimas como juncos. Creo que también deben haberle gustado a Lai. En el lomo tiene recortado y pegado un número escrito a máquina: 849. Su biblioteca tenía unos 3.000 libros.
Justo mientras termino estas líneas una familia de caranchos que viven en una antena de televisión cerca de mi casa, pasan chillando. Casi manifestándose (como se nos manifiestan los muertos, de esas manifestaciones diversas habla Despret en su libro) el paisaje de este librito de Aira en una cuadra del barrio de Flores, casualmente también el barrio donde vive el autor y donde vivió Lai sus últimos tiempos.
También te puede interesar
-
Algunos desafíos que plantea este nuevo año al periodismo
-
Derechos de las Mujeres en América Latina y el Caribe
-
“Milei tuvo el descaro de jactarse de que la gente vendió dólares para comer”
-
Los derechos de Sherlock Holmes
-
Ese viejo sentimiento
-
Más sobre la repetición
-
Trump vuelve: muchos celebran, otros temen que llegue con ánimo de revancha
-
Dos dimensiones
-
La casta está en orden