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LLA, provincia por provincia

Karina Milei habla en Santiago del Estero, sin la compañía de su hermano, para armar una masa nacional de votos que lo fortalezca en el Congreso y le permita reelegirse en 2027.

Javier Milei. Foto: Pablo Temes

Demasiado protagonismo oratorio de Milei no resulta casual: le aconsejaron recuperar la centralidad de la agenda, liderar en los medios, formular anuncios y contagiar esperanza, en un intento por reponer el favor extraviado en una audiencia general, con deserciones y resignación. Se lo recomendaron sus consultores, hijos a su vez del producto que fabrican, las encuestas efímeras, que delatan en el amperímetro una ligera pérdida de energía eléctrica para la Casa de Gobierno. E inquietud en el Palacio de Hacienda porque no entienden que la gente, como ya asimiló la baja inflacionaria y el estacionamiento del dólar, ya dejó de asustarse por esas prioridadades y ahora reclama por el poder adquisitivo, la actividad industrial, la pérdida de empleo. Sin inflación, los países se vuelven aburridos y, por supuesto, pretenden salir del subterráneo. Es la naturaleza.

Salvador de sí mismo, volvió a la palabra el Presidente en la Gran Manzana, con un José Luis Manzano en la cercanía, algo más que un business man abrazándose con todos los mandatarios de la región (caso Gustavo Petro, de Colombia, donde también tiene negocios). Se podía sorprender el argentino por una curiosidad: ahora, antes de la llegada de Joe Biden a cualquier lugar, aparecen en las calles cuadrillas de aspiradores gigantes para desalojar cualquier polvo contaminante, tóxico, que nadie sabe si constituye una amenaza de muerte. Prevenciones sofisticadas de la nueva guerra, asombrosas, aunque explicables luego de que uno se enteró de que lo pueden matar por el celular o, masivamente, por medio de un beeper que compró en el kiosco de la esquina.

Nunca fue Milei demasiado feliz en los viajes, aunque lo alaben y lo conviertan en un personaje extraordinario. Por alguna razón, extraña, personaje arraigado aunque no lo parezca. Ahora le ocurre con Amalia –jamás utiliza el tradicional seudónimo “Yuyito” de su novia– a pesar de sus comunicaciones continuas. Se suele decir que el amor más pleno se conoce a partir de los 50 años. Ese vacío, en cambio, lo compensa con la imaginación, o no, de complots varios en su contra, cuyo final se encarna siempre en la depositante de otras ambiciones y rencores, Victoria Villarruel, más conocida en el entorno de los trolls imberbes como “bizcochito”.

Tal vez no le falte razón en algunos casos, pero cierta inestabilidad proviene de la lenta progresión de los números económicos y, particularmente, de absurdos enfrentamientos internos. Por ejemplo, más de uno cree que la imprecisa denuncia sobre corrupción formulada por el Papa fue dedicada a Santiago Caputo, originada en un soplido poco serio de quienes lo visitaron en Roma en las últimas horas. Será necesario hacer memoria, no siempre el delator es el correveidile Juan Grabois, su rentado visitante con más horas de vuelo que un piloto de Aerolíneas Argentinas.

En la estadía en EE.UU. se clausuró el ciclo de Ricardo Lagorio como embajador en la ONU, quien fue apartado del Presidente –parece que en algún momento pretendió darle clases de diplomacia a la hermana presidencial– y reemplazado en la emergencia por su colega e influencer en Washington, Gerardo Werthein: quedó fuera de servicio Lagorio bajo la imputación de que antes pertenecía al equipo de Horacio Rodríguez Larreta, también de Daniel Scioli, y con el cargo por inspiración de Susana Malcorra, la primera canciller de Mauricio Macri. Ahora nadie se atribuye haberlo designado. Tantas desavenencias de argentinos en tierra norteamericana revelan las intrigas que se viven en Buenos Aires, donde más de uno envidia la autonomía de Werthein –no ocupa la residencia oficial, el auto blindado que utiliza y su custodia no son pagados por el Gobierno–, al que le anticipan un futuro negro si Donald Trump llega a la presidencia: en las inmediaciones del republicano no olvidan que la familia empresarial del mismo apellido trajo al país más de una vez a Bill Clinton y desarrolló, para su empoderamiento, un vínculo importante con vectores del Partido Demócrata. Una misma situación podría producirse con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, quien hizo echar del BID con una denuncia al hombre que Trump confiaba para su política iberoamericana (Mauricio Claver-Carone). Sabrá Dios cuán memoriosa es la jefatura del viejo gran partido, como se suelen llamar.

Parece a salvo, en cambio, Diana Mondino, quien descendía por un declive peligroso. Por un tiempo al menos. También, como se formula en secreto un acuerdo entre Martín Menem y Máximo Kirchner para determinados repartos, en la política exterior se transpira un mejor trato con Brasil, no necesariamente entre Lula y Milei. Sí entre sus subalternos. No se puede estar peleado con todo el mundo todo el tiempo. Lo advierte el Presidente, quien a pesar de que a los bancos ahora les sobran las cajas de seguridad por el retiro de los dólares para el blanqueo, la nutrición de los activos externos para el Banco Central y algunas buenas noticias para el precio de la soja por parte de China, igual se mantiene preocupado por ciertas reacciones tardías de la economía. De ahí que continúe hablando tanto, para mantener la fe en las fuerzas del cielo.