Libragate no es un cisne negro
Muchos piensan que el Libragate es un cisne negro, algo que no se podia imaginar que sucedería, sin embargo, no parece ser lo más adecuado para describir lo sucedido.
Para Nassim Taleb “la incapacidad de predecir las rarezas implica la incapacidad de predecir el curso de la historia, la lógica del cisne negro hace que lo que no sabemos sea más importante que lo que sabemos”. En síntesis, un cisne negro es un hecho inesperado, no previsto. Nadie esperaba el ataque a las Torres Gemelas, ni las fuerzas de seguridad ni los ciudadanos de a pie.
Nos preguntamos entonces si el error que cometió el Presidente fue un hecho imprevisible o corresponde a su modo habitual de conducirse. Alguien que pasa de decir que el peso será excremento, a todo lo contrario, que habla de guillotinar funcionarios, insulta a quienes le contradicen, elogia y luego trata como la peor basura a quien antes elevaba hasta el pedestal, simplemente esto hace y dice cosas disruptivas todo el tiempo. Cosas que al principio parecían novedosas, pero que ahora nos acostumbraron a esperar que cualquier cosa puede suceder. Recordemos que muchos de quienes lo votaron en segunda vuelta decían: “prefiero votar al nuevo, aunque parezca loco, antes que a los que ya gobernaron”. Que algo autoinfligido sucedería estaba entre las hipótesis de trabajo de la mayoria de dirigentes políticos y líderes de opinión. Desde los más cercanos hasta los más alejados. Desde Paoltroni, pasando por Macri, llegando a Carrió y por supuesto a las diferentes vertientes del peronismo y la izquierda. Hemos leído columnas enteras contando las intrigas del poder mileísta, los enfrentamientos con empresarios, periodistas y artistas, también hemos conocido sus viejos vínculos económicos con el sector de emprendedores, que directa o indirectamente fueron parte del affaire.
Milei reconoce que es parte de un “triángulo de hierro” que toma decisiones donde hay un “Jefe” que no es él. Un poco extraño el modo de representar su poder.
En un punto nos está diciendo que hay decisiones que él ejecuta, pero no decide. ¿Será así o todo es parte de un discurso de quien siente la impunidad del poder, que supone que nada de lo que haga tendrá consecuencias negativas? Sus dos discursos en Davos también podrían haber sido tomados como cisnes negros, pero gran parte de lo dicho ya había sido escuchado en sus apariciones como panelista y están en los libros de su ideólogo Agustín Laje.
Finalmente estamos ante un nuevo error no forzado. El Presidente los viene acumulando, su batalla cultural, sus ataques hacia las minorías y hechos como el Libragate generan fuertes rechazos y picos de negatividad nunca antes registrados en las redes sociales, aun entre sus propios votantes. Pero hasta ahora eso no se traduce en caídas importantes en su imagen. El contrapeso de ello es la estabilidad económica que va logrando.
A Menem se le festejaban las excentricidades, la pizza, el champagne y la corrupción hasta que su política generó desocupación, pobreza, y demantelamiento de la industria. A partir de allí todos eran defectos. Las mieles del poder no debieran hacer olvidar que así como en el tenis no triunfa necesariamente quien le pega más fuerte a la pelota, sino el que comete menos errores en política sucede lo mismo.
*Consultor y analista político.
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