Lectura doble
Entre medio, Merini tuvo dos hijos, y luego otros dos más, que fueron dados en adopción.
Buena parte del interés de Locas, de Lucía Mazzinghi (Ninguna orilla, Buenos Aires, mayo de 2023) reside en haber encontrado un tono justo –dificilísimo de encontrar– para nunca tratar a la locura de un modo romántico, idealizado, falsamente poético, sino al contrario, crudo, por momentos duro y hasta brutal, pero, al mismo tiempo, sin un gramo de demagogia, lograr que esa primera persona que sobrevuela todo el libro exprese un inmenso cariño por esas locas ahí internadas. Se juega entonces un doble proceso en la narración: por un lado, la marca de la desubjetivación, de la cosificación tal como ocurre en los hospitales psiquiátricos (los personajes nunca son llamados por sus nombres, sino por su posición en las camas: “La boca llena de agujeros de cama 29”, “Cama 30 reviste su cuerpo de una costra de mugre, miedo y estupor”, “La nueva cama 24 se pasea semidesnuda por el pasillo”) y, al mismo tiempo, su contracara dolorosa, la relación de cercanía personal de la narradora con esas locas (“Decime la verdad, ¿soy linda?, pregunta cama 24. Pero claro, sos divina. Lindísima”). En el encuentro entre la crónica, la poesía, la narración fragmentada y el diario personal, Locas es un relato que hace de la discreción el par necesario de la conmoción, las vidas destrozadas, la gemela de pequeños momentos de brillo incandescente (“Mis amigos me dicen Laurazepam porque siempre estoy relajada, dice cama 54”).
Al pasar, en un momento Mazzinghi menciona a Alda Merino, la escritora italiana de quien, curiosamente –o no tanto–, acabo también de terminar de leer La loca de la puerta de al lado, publicado por la editorial española Tránsito, en una edición impresa en Argentina, traducida por Raquel Vicedo (de paso, cuento que en el stand de Perú en la Feria del libro compré Espejos invisibles. Poetas italianos del siglo XX, selección y traducción de Carlos Germán Belli, en el que se incluyen algunos poemas de Merini: “Bella, risueña y joven/con tu vientre descubierto, /y una medalla de oro/sobre el ombligo, /me dices que haces el amor cada día/y eres feliz y yo pienso que tu vientre/es virgen mientras el mío/es un nudo de víboras/que ustedes llaman poesía”) La loca de la puerta de al lado se estructura temáticamente (El amor, el secuestro, la familia, el dolor) para que el texto fluya entre la escritura confesional de rasgos místicos, la narración poética y las frases cortantes: “Sigo esperando a que me devuelvas ese depósito en garantía que habíamos dispuesto juntos. La ley de los amantes, tan oscura, maneja una contabilidad diferente, sin compromisos. ¡Devuélveme mi ataúd junto con un sepulturero!”.
Alda Merini nació en 1931 y murió en 2009. En 1947 fue internada por primera vez bajo el diagnóstico de bipolaridad. Entre 1956 y 1972 residió en el hospital psiquiátrico Paolo Pini, de Milán. Entre medio, tuvo dos hijos, y luego otros dos más, que fueron dados en adopción. Vivió casi toda su vida en una situación de extrema precariedad, y murió en el hospital donde ingresó en su última internación psiquiátrica. En los datos de autora que incorpora Lucía Mazzinghi en la primera página de Locas, leemos que nació en Buenos Aires en 1975, y que además de haber publicado tres libros, “durante veinte años trabajó en un hospital psiquiátrico de la Ciudad de Buenos Aires”.
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