Salud y redes

Las píldoras anticonceptivas en tiempos de fake news

En los últimos años, los testimonios sobre mujeres que dejaron las pastillas anticonceptivas inundaron las redes. ¿Son buenas o malas? Mitos y advertencias sobre los anticonceptivos hormonales, y el papel ausente de los hombres en la prevención de embarazos no deseados.

. Foto: Cedoc Perfil

En los últimos cinco años, las búsquedas en internet sobre “dejar los anticonceptivos” aumentaron un 1.350%. Evidentemente, hay una inquietud con respecto a las pastillas anticonceptivas (y al resto de métodos hormonales) que no se puede ignorar. 

A principios del 2024 el Washington Post publicó una nota al respecto, en el que afirma que “si buscás ‘anticonceptivos’ en TikTok o Instagram, aparecerá una cascada de vídeos engañosos que difaman la anticoncepción hormonal” y que las “mujeres están abandonando los métodos anticonceptivos en medio de una explosión de desinformación”. 

El mayor peligro aquí es caer en la confusión y elegir el peor camino: no usar protección. Debe dejarse en claro desde el comienzo del artículo que el uso de métodos anticonceptivos es absolutamente necesario para prevenir embarazos no deseados y ETS. También se debe recordar que el preservativo, y no los anticonceptivos hormonales (como las pastillas), sirve para el último propósito mencionado. 

¿Una moda? “Creo que lo que pasa con los anticonceptivos es algo similar a lo que ocurre con las vacunas. Es maravilloso poder controlar la fertilidad, por eso cuando surgió el invento no se le daba tanta importancia a los efectos adversos, pero ahora se da por sentado”, dice la ginecóloga Estela Pristupin. 

La ginecóloga y sexóloga Sandra Magirena (@consultoriomagirena) cree que es imperante “desmitificar la demonización de los anticonceptivos”. “Porque esas fake news traen problemas, una vez más, a las mujeres, que son las que ponen el cuerpo”, afirma. “Mi posición es que todo cuerpo gestante debe y tiene el derecho de pensar en la anticoncepción en caso de no querer un embarazo. Eso quiere decir que no puede depender del preservativo porque es un método que maneja la persona no gestante. La anticoncepción debe estar en mano de la persona con capacidad de gestar”, dice. 

“Creo que esta tendencia de no usar anticonceptivos hormonales está relacionada con la ecología. Hay estudios que dicen que la eliminación mediante la orina de algunos componentes de los anticonceptivos pueden alterar la vida reproductiva de algunos peces. Eso ocurre con unas sustancias, pero hay anticonceptivos que no las tienen”, cuenta Magirena. “Cuando el anticonceptivo está bien indicado los riesgos son bajísimos. Puede haber un poco de sangrado irregular, pueden producir más acné, pero ninguno de estos efectos se pueden comparar con los riesgos que implica llevar adelante un embarazo no intencional, o llevar adelante una interrupción voluntaria del embarazo”, sostiene. 

Contraria a la denuncia del Washington Post, Sofía Slobo Parisí, cofundadora de Latinoamérica Fértil, una organización feminista para la difusión de los métodos de gestión de la fertilidad, aliada de la Asociación de Profesionales del Conocimiento de la Fertilidad (Association of Fertility Awareness Professionals) y, como se define ella, “ex-usuaria de pastillas” afirma que la tendencia para dejar la pastilla anticonceptiva “no es porque lo dicen influencers”. “Se dice eso como si las mujeres no pensaran, como que van y lo hacen, y no es así”, sentencia. 

“Creo que el problema más grande con las pastillas es que se las dan a las mujeres sin un consentimiento informado real, sin que sepan todos los efectos adversos que pueden enfrentar. Esa falta de información, que debería dar el personal médico, hace que las pastillas, que deberían ayudar, terminen generando más daño que beneficio, y perjudicando la salud de la mitad de la población”, opina Slobo Parisí. 

¿Pastillas para hombres? Los hombres parecen estar completamente borrados de la discusión. Mientras las mujeres se debaten entre sus opciones y métodos, los anticonceptivos orales para hombres siguen siendo una deuda. “Ya se sabe cuál sería la forma de inhibir la formación de espermatozoides, pero no actuaría de inmediato como en las mujeres, sino que se necesitan tres meses para que sea efectivo”, explica la doctora Pristupin. 

La profesional plantea una pregunta difícil de digerir, que lleva la atención hacia la reevaluación de nuestros vínculos: “en caso de que se ponga en el mercado un anticonceptivo exclusivamente para hombres, ¿se puede confiar en que usen el método anticonceptivo bien? No hay que olvidar que hay hombres que hasta se sacan el preservativo”. “Además, el producto tiene que ser rentable para los laboratorios, a un buen precio, y no está claro que haya un nicho que lo quiera. Los métodos anticonceptivos tienen efectos adversos. En las personas gestantes se lo compara contra un embarazo, en los no gestantes, ¿contra qué se lo compara? ¿Se aguantarían los efectos adversos?”, se pregunta la ginecóloga. 

Con este panorama, las mujeres quedan solas con todo el peso (una vez más) en su decisión de cómo prevenir un embarazo no deseado. Si las mujeres “aguantan” los efectos secundarios, ¿qué hay de los hombres? De todas maneras, los estudios al respecto están avanzando. “Hay investigaciones sobre vasectomía reversible. También hay en estudio procesos para que los espermatozoides no puedan fecundar. Pero en la venta, no hay nada”, concluye la profesional. “El avance se vuelve complicado porque la producción de espermatozoides es ‘a demanda’, cuando el varón se excita y comienza la producción del semen”, dice Magirena. 

El panorama va a peor. “El preservativo tiene una alta tasa de fallo por su uso. Su falla teórica es del 2%, pero es de entre el 12 y 18% en la realidad. Es un excelentísimo método y hay gente que lo puede usar como método único, pero hay errores al usarlo”, sentencia Pristupin. Con parejas sexuales sin conocimiento de cómo se usa correctamente un preservativo, hay, evidentemente, mucho por aprender.

Sofía Slobo Parisí, de Latinoamérica Fértil, acusa al sistema de salud de este vacío tan grave: “Falta humanidad, vocación de servicio, actualización en el tema. La información está disponible y circulando por el mundo. Se trata al preservativo como si no fuera un método anticonceptivo. El personal sanitario debería ocuparse de enseñar a sus pacientes cómo usar bien este método barrera”. 

Mitos. La obesidad, el tabaquismo y ciertos trastornos de la coagulación, son factores de riesgo para el uso de anticonceptivos. Así lo explica la ginecóloga y obstetra Claudia Barreto. “Es fundamental evaluar cada caso individualmente, porque estos factores pueden aumentar el riesgo asociado al uso de hormonas”, asegura. Es importante recordar que los anticonceptivos son un medicamento, y por lo tanto, requieren una consulta médica. 

La especialista indica que hay diferentes tipos de anticonceptivos hormonales: “Por ejemplo, están las pastillas combinadas, que contienen estrógeno y gestágeno, y aquellas que solo tienen gestágeno. Las pastillas de solo gestágeno son ideales durante la lactancia, ya que no queremos introducir estrógenos en ese momento”.

Ahora sí, es momento de desmitificar. ¿Aumento de peso? Falso. “Es cierto que pueden generar algo de retención de líquidos, pero eso no significa que vayan a modificar el metabolismo del cuerpo. Esa idea es una falacia: las pastillas no engordan”, responde Barreto, quien también menciona que incluso hay opciones, como aquellas que contienen drospirenona, que actúan como diuréticos.

Otro mito: la relación entre el uso prolongado de anticonceptivos y la fertilidad. “Muchas mujeres creen que tomar anticonceptivos durante años dificultará su capacidad para quedar embarazadas. Esto no es cierto. También existe la creencia errónea de que al dejar las hormonas, la fertilidad volverá a ser como cuando tenían 20 años. Eso tampoco es verdad”, sentenció. 

En conclusión, sobre si estos anticonceptivos son buenos o malos, Barreto fue clara: “La respuesta depende de la paciente. No deberían causar perjuicio si no hay factores de riesgo presentes”.

Advertencias. Un estudio (2016) publicado por la revista médica BMJ, por la Asociación Médica Británica, afirma que algunos componentes de las pastillas anticonceptivas “se asociaron con riesgos estadísticamente significativamente mayores de embolia pulmonar”. Además, en otra investigación (2015) los resultados arrojaron que las usuarias de anticonceptivos orales con otros componentes específicos “tuvieron al menos el doble de riesgo de tromboembolia venosa” en comparación con las usuarias de otro tipo de pastillas. 

El libro “Contraception and Reproduction” del Consejo Nacional de Investigación de Estados Unidos afirma que “varios estudios han demostrado que el uso actual o reciente de anticonceptivos orales reduce el riesgo de enfermedad inflamatoria pélvica”, pero que “el uso de anticonceptivos orales aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, en particular el riesgo de tromboembolia venosa, infarto de miocardio y accidente cerebrovascular (Stadel, 1986; Prentice y Thomas, 1987; Vessey, 1980)”. 

Además, numerosos estudios hablan de los beneficios que experimenta la mujer durante la ovulación, evitada por las pastillas anticonceptivas, sin contar la paradoja de que un efecto adverso es la caída del deseo sexual, por lo que se toma un medicamento por el sexo, para luego dejar de desearlo.

Slobo Parisí es tajante: “Hay que dejar de plantear que los hormonales son el único camino y hay que dejar de pensar que el ciclo es algo aparte, porque el ciclo es parte de todo el cuerpo”. 

El tema es, evidentemente, complejo y está en proceso. Hay estudios en camino, y hallazgos que vendrán. La ginecóloga Pristupin concluye que “en general, son medicaciones seguras que se usan desde 1957 y que emplearon millones de mujeres”. “Hay efectos que son buenos y otros no tan buenos. Además, que funcionan como anticonceptivos, tienen beneficios como la regulación de los ciclos, que las menstruaciones sean menos dolorosas, y que mejore la piel. También se puede usar como tratamiento para la endometriosis”, afirma.

La ginecóloga Magirena cree que es importante resaltar que “el preservativo hay que usarlo siempre y durante toda la relación sexual, pero de ninguna manera puede ser el único método anticonceptivo si se quiere evitar un embarazo”, sentencia.

En lo que parecen estar todas las profesionales de acuerdo es que cada mujer es un mundo, y es necesario tener una consulta con un médico donde se evalúe el caso particular de cada mujer.