opinión

La nueva Edad Media

Del Liviatán a Parravicini. Iconografía del célebre libro de Hobbes y espalda de Santiago Caputo tatuada con el Nostradamus argentino: Benjamín Parravicini. Foto: cedoc

“Estamos revirtiendo, de la confianza profunda y la creencia profunda en la capacidad de la ciencia y la razón, a un mundo del prejuicio, de la magia, de las pasiones ideológicas y de las pasiones teológicas. Es decir, parecería, como Giambattista Vico diría, que en el fluir, en el ir y regresar, en el corsi e ricorsi de la historia, estamos volviendo a un siglo de dogmatismo”, dice Enrique Krauze, uno de los principales intelectuales de México, en el reportaje largo de esta edición de PERFIL, titulado “Vivimos una era de discordia como la que le tocó vivir a Spinoza”. Más adelante Krauze agrega: “Es la vuelta de la magia, algunos dirían la vuelta de lo sagrado. Yo creo que es la vuelta a los prejuicios. (...) el gran problema lo tenemos en Estados Unidos, donde la situación está rimando con la de Alemania en 1933. Está el líder carismático, el hombre que promete concentrar el poder de manera total, el legislativo, el judicial y el ejecutivo. Que acosa y hostiga a la prensa y a la libertad de expresión, que simpatiza con dictadores y usa la palabra dictador como si fuera un chiste, que coquetea con la violencia, incluso la admira o la exalta”.

Anti-woke 1.0: el oscurantismo religioso tenía a la mujer como agente del diablo  

Paralelamente, un libro editado en 2012 y reeditado en 2019, aun antes de la pandemia, resulta premonitorio con este espíritu de época, donde el fantasma oscurantista recorre Occidente. Su autor es Jean Delumeau, un historiador francés, justamente fallecido en la pandemia, especialista en actitudes religiosas en el período inicial del Renacimiento. El título es El miedo en Occidente, donde se dice: “No solo los individuos, sino también las colectividades e incluso las civilizaciones pueden estar atrapadas en un permanente diálogo con el miedo (...) una sociedad traumatizada por la peste, las guerras, las disputas religiosas, la inseguridad permanente y la instrumentalización del terror... pesadillas de nuestro pasado, raíces de la necesidad de seguridad que caracteriza a la sociedad contemporánea”.

Jean Delumeau explica que la misma imprenta que luego fue partera de la ilustración inicialmente profundizó el oscurantismo porque los primeros libros fueron religiosos, colocando foco en el fin del mundo, el diablo, el infierno, el ascenso del satanismo, profecías apocalípticas y herejías. Y en un paralelo con el rechazo de las nuevas extremas derechas a la agenda woke, explica cómo en la profundización del oscurantismo “la mujer era el agente del diablo”.

Ya reflexionábamos en columnas anteriores sobre cómo toda tecnología que emerge rápidamente al comenzar sin regulaciones es susceptible inicialmente de ser aprovechada por lo negativo, el ejemplo que citó otro de los entrevistados en la serie de reportajes largos de PERFIL recientemente fue la física nuclear más rápidamente desarrollada para bombas que para las usinas energéticas.

Así como la imprenta primero contribuyó al desarrollo de una “ilustración negra”, las redes sociales podrían estar contribuyendo primero a visiones alquimistas con la proliferación del negacionismo al cambio climático o los antivacunas.

El filósofo español Daniel Innerarity, de paso por Argentina para recibir un Doctorado Honoris Causa, en su reportaje en radio Perfil el jueves por la mañana dijo: “Las innovaciones tecnológicas producen una disrupción en la sociedad... el desconcierto general en la población hace que tengamos sociedades que se aferran a liderazgos ocasionales. La disputa política tiene que ver con diversas maneras de tratar la ignorancia. Unos gestionan miedo, que en el fondo es miedo a lo desconocido, y otros gestionan una esperanza que responde a un futuro que desconocemos”.

Esa ignorancia es siempre relativa a la cantidad de conocimiento existente. Cuando se produce un cambio de la velocidad de la producción y acceso a la información exponencial, aumenta en igual proporción el grado de ignorancia de toda la sociedad sobre su propio devenir. El miedo es una de las principales emociones humanas y ha sido la más usada por el poder para dominar a la población. Siempre los autoritarismos de extrema derecha (también los de izquierda) son ideologías del miedo.

La proliferación de medios de comunicación promueve inicialmente una cultura del miedo, donde deliberadamente se producen alarmismo exagerado y una población mutuamente desconfiada. Sobre el papel de los nuevos medios de comunicación, intelectuales como Noam Chomsky comparten una descripción del método con el que la manipulación de la información desarrolla una subjetividad “abismalizada”:

– Cuidadosa selección y omisión de noticias (algunos hechos relevantes son mostrados y otros no).

– Distorsión de estadísticas o números.

– Transformación de eventos aislados a epidemias sociales.

– Corrupción y tergiversación de palabras o terminología conforme a objetivos específicos.

– Estigmatización de minorías, especialmente cuando son asociadas con actos criminales, desprestigiándolas frente a la opinión pública junto a las políticas de integración.

– Generalización de situaciones complejas y multifacéticas.

– Inversión causal convirtiendo una causa en un efecto o viceversa.

– Fabricación inmediata de eventos o afirmaciones.

– Selección de contenidos morbosos y relacionados con lo criminal, la guerra, el armamento, la enfermedad, lo sobrenatural o lo misterioso en medios o canales televisivos o de internet, en vez de contenidos creativos, culturales, científicos o artísticos.

Fue la democratización del saber de la ilustración la que contribuyó a superar las estructuras del pensamiento absolutista. Fueron la ciencia y la razón las que permitieron a los seres humanos superar esos atavismos que hoy regresan como una nueva forma de Edad Media.

“El miedo que tienes –dijo don Quijote– te hace Sancho, que no veas ni oigas, porque uno de los efectos del miedo es turbar los sentidos”, puso Cervantes en 1605 en El ingenioso hidalgo don Quixote de la Mancha. Hacer una sociedad de Sanchos, unidimensional, sin pensamiento crítico, sumisa a verdades únicas es una de las formas de la llamada batalla cultural.

“El miedo que tienes te hace Sancho”, dijo don Quijote. Un país de Sanchos busca el oscurantismo 2.0 

No todo está perdido, como sostuvo Heidegger: “El ser crece en la tempestad” y al oscurantismo más negro le sucedió la ilustración más luminosa; filósofos como Marcus Gabriel en su libro Ética para tiempos oscuros abogan por el fin del posmodernismo y el nacimiento de una nueva ilustración junto a un realismo filosófico del siglo XXI. Vale la pena leer su reportaje largo en PERFIL del 21 de septiembre pasado, titulado “Milei no es capitalista”  porque en el corsi e ricorsi de la historia lo nuevo lleva ya décadas de gestación.