opinión

La motosierra política despedaza a la oposición

Gobernadores héroes. Milei en Olivos con Sáenz, Jalil, Jaldo y Passalacqua. Foto: Presidencia

El peronismo ha decidido escalar una insólita y áspera puja interna. El radicalismo consagró en su ya dividido bloque en Diputados la fractura latente en el partido. El PRO se agrieta cada vez peor entre los incondicionales al Gobierno y quienes intentan apoyo crítico. Javier Milei impuso en campaña y en su mandato el uso de la motosierra como metáfora brutal del ajuste en el Estado. Lo que pocos imaginaban era que la aplicaría también en la política para desmembrar a la oposición.

Es cierto que cada fuerza pone su propio empeño en despedazarse. El PJ en modo Frente de Todos lo llevó a la práctica en su reciente gestión nacional. El PRO lo exhibió durante la campaña electoral. Y la UCR viene rompiéndose y doblándose desde hace décadas.

Estos procesos de descomposición, causa o efecto de malas administraciones gubernamentales, explican en gran parte la irrupción del fenómeno Milei. Ya como Presidente, estimula y multiplica los desguaces partidarios. Divide y reinarás.

El martes les dio de cenar en Olivos a cuatro gobernadores peronistas, para agradecerles por sus apoyos con la ley Bases y el blindaje a los vetos de jubilaciones y universidades. De postre, sus apoyos para el Presupuesto 2025. Osvaldo Jaldo (Tucumán), Raúl Jalil (Catamarca), Gustavo Sáenz (Salta) y Hugo Passalacqua (Misiones) apenas se fueron con la panza llena y algunas promesas renovadas.

Acaso sea a ellos a los que se refirió Cristina Fernández de Kirchner, en su regreso furibundo a la escena pública, cuando habló de Judas y Poncio Pilatos. En La Plata se interpretó como otra indirecta bastante directa hacia Axel Kicillof, por no expresar su respaldo a la postulación de CFK a la presidencia justicialista.

Ya venían de meses sin tener contacto. Cristina dejó de pedirle asesoramiento a Kicillof para sus pronunciamientos económicos desde que gobierna Milei. Ni siquiera acuerdan respecto a una cumbre a solas hace diez días: el cristinismo la filtra y fuentes oficiales bonaerenses la desmienten.

“Hay que aprovechar este momento”, dice un funcionario de peso, porque nadie puede asegurar cuánto durará

Una figura ecuménica para ambos, Estela Carlotto, lo puso en palabras tras un evento esta semana de Abuelas de Plaza de Mayo en el Teatro Argentino platense, en el que se sentó entre medio de ellos. “Ni se hablaban. Hubo una frialdad bárbara, se notaba”, contó Carlotto.

Por suerte, este viernes agregó más leña al fuego Máximo Kirchner, de añejos entreveros con el gobernador bonaerense. En una entrevista por Radio 10, el diputado dejó entrever que Kicillof auxilia al rival de CFK en el PJ, el riojano Ricardo Quintela. “Cristina tenía una debilidad enorme por él. Eso que hace no le va a salir bien”, lanzó.

La disputa excede a la excusa de la pelea por el PJ. Es por poder. ¿Para tener la lapicera en el armado de listas legislativas 2025? ¿Para incidir en la sucesión bonaerense 2027? ¿O también para la competencia presidencial?

Milei tiene una elección al respecto, acorde a lo que cree que es lo mejor para sus intereses. Por eso prefiere confrontar con Cristina más que con Kicillof. Y ella replica, como parte de esa funcionalidad del protagonismo dual que intenta invisibilizar al resto. ¿Lo lograrán?

En esa estrategia de imán antiK, Milei consiguió también esta semana que se rompa la UCR en la Cámara de Diputados. Fue el miércoles, tras la asistencia de un grupo de legisladores, liderados por el jefe del bloque Rodrigo de Loredo, a un encuentro en la Casa Rosada con el asesor premium Santiago Caputo, el ministro desregulador Federico Sturzenegger y diputados de La Libertad Avanza y el PRO.

La difusión de dicha reunión, en la que se coordinó qué se hará con el Presupuesto desde este rejunte oficialista, aumentó en varios grados el arrojo de los cinco diputados del bloque radical que ayudaron a mantener el veto presidencial contra proyectos emanados de la propia UCR.

La mayor curiosidad es que quienes decidieron hacer rancho aparte siguen al presidente del radicalismo, el senador Martín Lousteau. Y los que se quedaron en el bloque oficial son los “radicales con peluca” –como se los llama en el Congreso– liderados por De Loredo, inspirados por los cinco “tránsfugas” iniciales y con el aval tácito de los gobernadores Alfredo Cornejo (Mendoza) y Gustavo Valdés (Corrientes).

Milei asume la sinuosa lealtad de Macri y Villarruel

Al día siguiente, el jueves, el “Operativo Seducción” (o atomización, según se quiera ver) del mileísmo tuvo como destinatarios a los mandatarios del PRO y aliados. El Presidente conversó por primera vez en la Casa Rosada con Jorge Macri (CABA), Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Ignacio Torres (Chubut), Marcelo Orrego (San Juan) y Claudio Poggi (San Luis). Ligaron almuerzo y, como ocurrió con sus colegas peronistas, recibieron agradecimientos, pero se llevaron más compromisos que hechos.

Uno de los aspectos llamativos del convite, es que mientras Milei recibía al jefe de Gobierno porteño, su hermanísima Karina impulsaba en la Legislatura de la Ciudad un proyecto de ley Bases local, a espaldas del PRO y desde los bloques libertarios y de quienes responden a Patricia Bullrich.

Se entiende la celada. La iniciativa promueve la motosierra en la administración porteña, con una reducción del 50% de los cargos políticos, recorte del empleo público, revisión de concesiones e impulso a privatizaciones. El jefe de Gabinete de la Ciudad, Néstor Grindetti, debió llamar al orden a la delegada karinista en la Legislatura, María del Pilar Ramírez, y el proyecto se reformularía de manera consensuada. ¿Será así?

Detrás de la treta está el mar de fondo del combate con Mauricio Macri. La hermana Karina y el asesor Caputo prefieren no acordar con el expresidente incorporaciones al Gobierno, como él pretende. Y, con vistas a las legislativas 2025, quieren darle pelea al PRO en su cuna, la Ciudad de Buenos Aires.

Envalentonado por su mejor temporada de “buenas noticias” económico-financieras, Milei parece avanzar como un Pac-Man sobre una oposición que luce desarticulada, desorientada, perturbada o endogámica.

“Hay que aprovechar este momento”, admite un funcionario de peso. Porque lo que nadie puede asegurar es cuánto durará.