La Europa de Godard
En 2010, Jean Luc Godard estrenó Film Socialiste, documental que le hizo recibir el mote de “antisemita” como en otras ocasiones, en las que también se defendió proclamándose “antisionista”. Es difícil, sin embargo, encontrar en la película muchas conexiones con la acusación, en la medida en que su tema central está más lejos de la eventual cuestión judía, que de lo que él veía, catorce años atrás, como la inevitable debacle de Europa.
La primera parte transcurre en una locación ideal para representar la decadencia, si se quiere, filosófica y espiritual, antes que política y social: el crucero Costa Concordia. Una historia coral dentro de un barco que llega a puertos de Europa y Medio Oriente, con la esperable presencia de cientos de jubilados y algunos personajes que, en inconfundible plan godariano, declaman lo que él piensa del mundo a título aparentemente personal.
Muchas de las referencias cinéfilas y de los autores que siempre valoró lo siguen acompañando
Combinando fílmicos y digitales, la película alcanza la hibridez de soporte necesaria para acompañar las ideas en tensión sobre las que trabaja, y da cuenta de la evolución del pensamiento de su autor en el tiempo. Ya no es el maoísta de 1966, ni el agitador de Cannes 68 al que Polanski acusaba de stalinista, ni el pro Palestina de los 70, ni el crítico de la Iglesia de 1985, sino un artista interesado en problemas como la brecha entre la vida urbana y campesina, las consecuencias del colonialismo y las guerras, la tecnología como artefacto de mediación de las relaciones humanas y el anestesiamiento autoinflingido de un continente que, según su visión, no termina de saldar cuentas consigo mismo, mientras navega hacia la nada.
Pero muchas de las referencias cinéfilas y de los autores que siempre valoró (Benjamin, Derrida, Weil) lo siguen acompañando. Junto a ellos lanza una mirada de águila sobre la historia del siglo XX y su deriva en un nuevo siglo, al que no parece verle nada demasiado brillante, porque el control sobre las personas es aceptado con similar docilidad al del pasaje de un crucero embotado de alcohol, rumba, acuagym y buffet libre. En impresionante correlación con lo planteado por Godard en Filme Socialisme, cuyas últimas palabras (toda la película tiene cartelitos, por supuesto) son “sin comentarios”, el Costa Concordia naufragó en 2012.
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