opinión

Individualismo de rebaño

La agudeza de Agamben reside en una defensa, o mejor dicho, en una pregunta, por la libertad perdida a causa del estado de excepción en el que estamos sumidos.

Foto: Cedoc

Ya se acerca la vacuna! Qué bueno que el capitalismo encontró la solución a los problemas que él mismo crea. ¡El círculo virtuoso de la economía! Todo se parece a cómo funciona Farmacity: adelante venden los snacks, golosinas insalubres y demás productos que intoxican y enferman, y en el fondo venden los remedios que curan esos trastornos. ¡Dos al precio de uno! Pensando en esas cosas, volví a leer los escritos de Agamben sobre el Covid-19 y sus efectos políticos (¿En qué punto estamos? La epidemia como política, Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, agosto de 2020). Me siguen pareciendo muy agudos, profundamente polémicos (en el mejor y único sentido del término), un horizonte de discusión sobre el que hay que volver una y otra vez. Incluso cuando sus argumentos presentan cierta debilidad (como que el Covid-19 no es más que una gripe, dicho al principio de la pandemia, idea que mantiene en artículos posteriores, aunque matizándola un poco), incluso cuando sus argumentos me resultan profundamente equivocados (como cuando exige una cierta vuelta a la religiosidad tradicional y, por eso, cuestiona el rol de la Iglesia Católica por avalar el dictum científico: desde una posición de izquierda, lo único que debemos exigirle a la Iglesia es su disolución), incluso con esos reparos, ¿En qué punto estamos? es una de las más profundas intervenciones filosóficas contemporáneas. Un esfuerzo exitoso por no renunciar a la idea de pensar críticamente, y que ese pensamiento genere consecuencias políticas, en un tiempo en el que el antiintelectualismo está en la base de la alianza entre el poder político, el capital financiero y los grandes medios de comunicación, bloque de poder dominante en Occidente, por llamarlo de algún modo. Escribe Agamben: “La nueva forma de relación social es la conexión, y quien no se encuentra conectado tiende a ser excluido de todo vínculo y condenado a la marginalidad. Lo que constituye la fuerza de la transformación es (…) su debilidad. La propagación del terror sanitario ha necesitado de un aparato mediático acorde y sin fallas, que no será fácil mantener intacto (…) Es probable que los primeros en tomar conciencia de ello sean precisamente los poderes dominantes, que, si no presintieran que se hallan en peligro, sin duda no habrían recurrido a procedimientos tan extremos e inhumanos”. 

La agudeza de Agamben reside en una defensa, o mejor dicho en una pregunta, por la libertad perdida a causa del estado de excepción en el que estamos sumidos, sin que por eso el concepto de libertad que propone retome ninguno de los tópicos dominantes en los discursos hegemónicos, es decir, en clave neoliberal. La libertad, para Agamben, no es nunca la libertad del capital para destruir el mundo y para presentar la desigualdad y la exclusión como un paisaje naturalizado, culpando a los pobres y los excluidos de esa situación, discurso que en los medios y las derechas globales se publicita bajo fórmulas triviales tomadas de los discursos de autoayuda y acompañada, si eso no funciona, por aparatos represivos, tanto policiales como mediáticos. Jean-Luc Nancy, en una entrevista reciente en Ñ, define la libertad y el individualismo neoliberal en estos términos: “Hablamos de individualismo, pero eso es falso. Es un individualismo donde todos hacen la misma cosa, un individualismo de rebaño”.