estampa

Hay plata

Imagen ilustrativa | Dinero | Poder adquisitivo Foto: Unsplash | lucas Favre

Sentí cierto desamparo, lo confieso, en el tiempo en el que José de San Martín faltó en los billetes argentinos. No recuerdo que haya pasado antes. Lo común es que San Martín esté, que siempre esté; joven o viejo, pero que esté. Hay otros que van y vienen, como Derqui o como Urquiza, como Mitre o Rivadavia, sin  que pase demasiado. Pero es raro que San Martín se ausente (como es raro que se ausente Belgrano). Y sin embargo, hasta hace poco, pasaron meses sin que estuviera: el billete de cinco pesos fue cesanteado, en razón de su indigencia, y el de mil, que ya existía, lo ocupaban buenamente el hornero y su laborioso nidito pampeano: no el prócer nacional, sino el ave nacional.

Hasta que un día San Martín reapareció, con la potencia emblemática de su figura singular, a compartir con el hornero los billetes circulantes de mil pesos. Puede decirse que los dos conviven o coexisten sin mayor conflicto a la vista, o al menos sin esas líneas de tensión que parecen existir en cambio en dos de las tres versiones del billete de cien pesos, con la mediación neutra de la taruca, entre Julio Argentino Roca y Eva Perón, entre el matador de indios y la nacida en Los Toldos, entre el querido de los conservadores y la amada del pueblo, pues quien aprecie una variante deplorará muy probablemente la otra. Aunque nada superará sin dudas, como escándalo simbólico e histórico, al que se verifica cada vez que, para abonar setenta pesos, alguien junta cincuenta con veinte; pero no juntando al cóndor con el guanaco, sino a Sarmiento con Rosas: ¡a Sarmiento con Rosas! Y sin la barra de separación preventiva que, en la ciudad de Buenos Aires, plantado en medio de Libertador, constituye el blanco compacto del Monumento de los Españoles.

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Volvió entonces San Martín, después de haber no estado un tiempo. Belgrano por su parte no volvió, porque en rigor nunca se fue, pero apareció multiplicado por mil: figurante del billete de diez, se agregó en el billete de diez mil. Según suele suceder en las distintas representaciones de nuestros héroes, San Martín luce más severo y Belgrano más apacible, San Martín más rígido y Belgrano más reposado; un rictus de seriedad en la boca de San Martín, y en la de Belgrano una ambigüedad casi giocondiana. Lo más notorio, en cualquier caso, es que San Martín no comparte espacio, y por ende su tamaño es mayor, y Belgrano aparece en dupla (siguiendo la modalidad de parejas inaugurada por Ramón Carrillo y Cecilia Grierson en el billete de dos mil pesos) con María Remedios del Valle.

Pero hay una diferencia más. San Martín luce, como casi siempre, su uniforme militar (es en la versión de senectud, a la que desde hace tiempo no se apela, donde se admite la indumentaria civil) y Belgrano está de ropa civil. En los billetes de diez ya hay dos Belgrano distintos: en uno está de civil (casi la imagen de los diez mil de ahora), con una imagen panorámica del Monumento a la Bandera de Rosario en el envés; en el otro está de militar (el cuello rígido del uniforme sostiene raramente su cabeza), con una imagen en el envés de la “Creación de la Bandera”, escena castrense en la que Belgrano, a caballo y entre soldados, levanta al cielo su espada (la imagen está tomada de un cuadro del pintor español Eugenio Álvarez Dumont, nacido en Túnez y muerto en Buenos Aires).

Civil y militar; abogado y soldado; vocal de la Primera Junta y General del Ejército del Norte: el heroísmo de Manuel Belgrano transcurre en esas dos dimensiones, plasmadas en las dos variantes de los billetes de diez pesos. En el de diez mil, se combinan: en el anverso está de civil, en el reverso se reproduce la misma escena castrense de Álvarez Dumont. Aunque con diferencias: sin Juana Azurduy agregada, ahora es más nítido el sombrero bicorne de Belgrano (el de antes resultaba casi apaisanado), una banda cruza su pecho, el brazo y el sable se elevan mejor, más armónicos en su curva ascendente, el caballo que monta pliega ahora una pata (aunque en el cuadro original no está así, y Belgrano no murió por heridas de combate). La inscripción del billete ya no es “Creación de la Bandera”, sino “Jura a la Bandera”, subrayando la faceta militar de la estampa. Hay dos firmas en un borde: una es del presidente del Banco Central, la otra es de la presidente de la Honorable Cámara de Senadores.