Hace 42 veranos, no un verano del 42
El 12 de marzo de 1983, decenas de mujeres en San Miguel de Tucumán fundaron el Sindicato de Trabajadoras del Hogar, destinado a las amas de casa.
Un 12 de marzo de 1983, en San Miguel de Tucumán, unas decenas de mujeres nos reuníamos en el aula de un colegio de la Ciudad para fundar el sindicato de trabajadoras del hogar, las amas de casa, las que conocen las necesidades y las posibilidades de cada uno en su familia.
Nacíamos con mucha esperanza, con ilusión, con la convicción de que estábamos iniciando una original causa de defensa de derechos humanos que abarcaría a millones de mujeres en nuestro país, coherente con nuestra militancia política.
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Nacíamos también con la incertidumbre de todo nuevo emprendimiento, con las raíces en nuestra historia, con el bagaje de la época sobre las luchas de las mujeres en el mundo y enfrentando la misma incomprensión que sufren todos los que se atreven a revolucionar el statu quo.
Habíamos identificado un punto crítico de la desigualdad entre mujeres y varones -que ya había descubierto, Eva Perón- es decir, que lo que tenemos en común todas las mujeres es el trabajo de cuidado que realizamos y la necesidad de su valoración social y económica.
Decía Evita en La Razón de mi Vida: “La madre de familia está al margen de todas las previsiones. Es el único trabajador del mundo que no conoce salario, ni garantía de respeto, ni límite de jornadas, ni domingo, ni vacaciones, ni descanso alguno, ni indemnización por despido, ni huelgas de ninguna clase...” (i).
Y completa su propuesta cuando dice: “Yo creo en los valores espirituales...Por eso mismo, porque creo en el espíritu, considero que es urgente conciliar en la mujer su necesidad de ser esposa y madre con esa otra necesidad de derechos que como persona humana digna lleva también en lo más íntimo de su corazón. Pero ¿cómo conciliar todas las cosas? Pienso que habría que empezar por señalar para cada mujer que se casa una asignación mensual desde el día de su matrimonio. Un sueldo que pague a las madres toda la nación y que provenga de los ingresos de todos los que trabajan en el país, incluidas las mujeres. Nadie dirá que no es justo que paguemos un trabajo que, aunque no se vea, requiere cada día el esfuerzo de millones y millones de mujeres...” (ii).
Con esa motivación salimos a recorrer los hogares, a tocar timbres para invitar a cada mujer, la que tiene hijos, la que no, la que tiene un trabajo remunerado, la que hace artesanías, la profesional, la que trabaja por horas, en fin, a todas las amas de casa, especialmente a aquellas que sintieron que han sido postergadas en sus derechos porque ellas mismas se acostumbraron a pensar que lo suyo no es trabajo.
En cada encuentro les propusimos: “No diga más 'Yo no trabajo', diga 'Yo Trabajo, soy Ama de Casa'”. Miles de hogares de la Patria nos abrieron sus puertas, mujeres, varones, hijas e hijos se sorprendieron y entusiasmaron, junto con ellas encontramos la síntesis de lo que nos une y empezamos a expresar nuestro lema: SALARIO, JUBILACIÓN, SINDICATO Y OBRA SOCIAL PARA LAS AMAS DE CASA.
Nos reuníamos en nuestras casas, en las cocinas, en los porches, en los patios y también en las casas de los otros trabajadores: en sus sindicatos. El 18 de agosto de 1984 dimos forma de organización nacional a ese encuentro de maravillosas voluntades femeninas dispuestas a poner en valor el trabajo en el hogar, crecimos en casi todas las provincias argentinas, fundamos nuestra obra social, que hoy sufre los mismos embates que el resto de las organizaciones sindicales y sus obras sociales.
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Han pasado 42 años en democracia, infinidad de experiencias, de crecimiento y desarrollo a lo largo y ancho del país, hemos participado de los altibajos de la Patria: los momentos donde el trabajo y los sueldos alcanzan y también los momentos como el actual donde hay incertidumbre y temor a perder el empleo, cuando nuestras manos parecen no alcanzar para devolver a nuestros padres sus cuidados y asegurar a nuestros hijos su presente y su futuro.
Faltan menos de dos semanas para que la última moratoria previsional se termine para las mujeres que ya tienen sesenta años. Seguimos luchando para que se establezca, como soñaba Evita, la posibilidad de que ese trabajo que sostiene el conjunto social sea valorado, en las jóvenes y sobre todo en las mayores. Seguimos bregando por un sistema de jubilación de amas de casa. Si sólo 3 de cada 10 varones pueden jubilarse, peor es la situación de las mujeres que sólo en uno de cada 10 casos reúnen los requisitos para jubilarse, aún cuando se reconozca como antigüedad en el aporte el haber criado a sus hijos.
Han pasado las épocas en que una mujer pedía permiso para trabajar fuera de su casa, no queremos que vengan las épocas en que una mujer tenga que “pedir permiso” para conformar una familia y cuidar sus hijos.
(i) La Razón de mi Vida, El hogar o la Fábrica, Eva Perón, Peuser, 1951
(ii) La Razón de mi Vida, Una Idea, Eva Perón, 1951
(*) María Lucila "Pimpi" Colombo es Secretaria Nacional del Sindicato de Amas de Casa