Gadi Mozes, 80 años, vs. Hamas: ganó Gadi
En el año 2016, trabajando freelance desde Israel para un portal argentino, pensando en notas para producir, les pregunto a mis amigos del kibutz Nir Oz si conocían algún personaje interesante para escribir una historia. En los campos del kibutz, en la frontera con Gaza, trabajaba un brasileño, y los emigrantes latinoamericanos siempre resultan interesantes para los medios argentinos. Así que recorrí unos kilómetros hasta llegar al kibutz, para encontrarme con Flavio, el brasileño, para sacar unas fotos y hacer una entrevista sobre zanahorias y tomates cherry, y con él llega un israelí alto y grandote, ya canoso, de rostro duro pero amable. “Es Gadi –me dicen mis amigos–, un experto en agricultura”.
Gadi, el hijo de una madre turca y un padre alemán que habían llegado antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando el país todavía no se había independizado ni se llamaba oficialmente Israel, me confesó su amor por el Negev, la zona desértica donde Nir Oz se fundó en 1955.
Orgulloso, me mostró los suculentos campos del kibutz, que producen sin parar de la mano de la avanzada tecnología israelí. En medio del desierto, “construimos un paraíso”, sacó pecho Gadi. “No puedo decir que sea fácil, hay épocas que son muy fuertes, como por ejemplo hace dos años, cuando tuvimos un día en que cayeron catorce misiles” sobre el kibutz. “Pero los resultados están a la vista”, dijo Mozes.
Ocho años después, Gadi fue uno de los secuestrados por Hamas en Nir Oz, una comunidad con la que los islamistas se ensañó con fuerza: un cuarto de la población murió a manos de los terroristas palestinos o fue raptada y llevada a Gaza.
Gadi me había impactado como un tipo sólido. Y solidario: de la mano de la agencia israelí de asistencia internacional, Mozes viajó para compartir sus conocimientos de agricultura, visitando incluso países de América del Sur.
Seis miembros de su familia extendida fueron secuestrados el 7/10 (Gadi fue el último en ser liberado), y su pareja, Efrat, murió cuando el vehículo en el que un grupo de terroristas la llevaba a Gaza fue alcanzado por un proyectil del ejército israelí. Después de ser devuelto por Hamas, el lunes pasado, la prensa local contó que Mozes logró convencer a sus captores de que le consiguieran libros en inglés. También mantuvo un diario personal (que le confiscaron antes de ser entregado a la Cruz Roja) y se las ingenió para caminar siete kilómetros diarios en su prisión.
Cuando vi la foto de Gadi entregado a la Cruz Roja en Khan Younis (la localidad palestina cuyo contorno se puede ver desde los campos de Nir Oz), con la frente en alto, con dignidad, confirmé que se trata de un tipo duro. Resistió el cautiverio a manos de los islamistas. Y ganó.
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