opinión

Fogwill presentado

Strafacce también da cuenta de que Fogwill es uno de los más grandes cuentistas argentinos del siglo XX.

. Foto: Cedoc Perfil

Pocos títulos mejor puestos que Presentación de Rodolfo Fogwill, de Ricardo Strafacce (Blatt & Ríos, Buenos Aires, 2024, 536 páginas en formato 24x16 cm). Porque el libro no es una biografía de Fogwill (aunque por momentos algo de eso tiene), no es tampoco un libro de crítica literaria (aunque por momentos algo de eso tiene), ni mucho menos una inmensa monografía bibliográfica (aunque por momentos algo de eso tiene). Es una presentación. La presentación de una obra –la de Fogwill– y los avatares biográficos y críticos en torno a ella. El propio Strafa-cce lo indica de entrada: “Esto no es una biografía. Mucho menos, un estudio académico. Se trata, apenas, de un recorrido por la obra de ficción (…) de Rodolfo Enrique Fogwill”. Pero ese “apenas”, que entre modesto y displicente introduce Strafacce, queda desmentido luego de la lectura del libro: Presentación… es todo menos un “apenas”, es una pesquisa intelectual de largo aliento, un libro único en el escenario de los textos críticos actuales, llamado a convertirse en un libro de referencia.

En esos “entre dos” sobre los que juega el libro –entre la vida y la obra, entre lo analítico y la anécdota, entre los textos y las peripecias biográficas– hay una dimensión, que bien podríamos llamar “detectivesca” en la que Strafacce descuella. Primero, lo referido al affaire del premio “Coca-Cola en las Artes y las Ciencias”, que Fogwill ganó con una serie de relatos, pero luego entró en conflicto con la editorial Sudamericana que tenía que publicar el libro, algo que no ocurrió. Strafacce accedió a la correspondencia entre Fogwill y un gerente de Coca-Cola, y desde allí reconstruye lo sucedido con una precisión impresionante (precisión en verdad presente en todo el libro), que permite hacerse una idea fundante del estilo y la personalidad de Fogwill. Comenzar la Presentación con ese capítulo es una decisión clave, por acertada, que marca el tono tanto del libro, como del autor al que el libro presenta. Otro tanto ocurre con los capítulos dedicados a la relación entre Borges, miembro de un jurado que también premió a Fogwill, y las formas en que Fogwill desarrolla una mitomanía táctica para hacer circular una de las anécdotas más repetidas en torno al asunto (la de las elipsis, etc., es tan conocida que no vale la pena citarla). Porque esa dimensión detectivesca de ambos affaires (a la que se suma la trama de la contratapa firmada por Aira, pero en verdad escrita por Fogwill) no se limita a develar una verdad, sino a poner en escena a Fogwill como uno de los grandes estrategas de política literaria en la narrativa argentina contemporánea. O mejor: ¿Fogwill era un estratega o más bien un talento táctico? Porque nos queda la impresión de que Fogwill era más ducho en la chiquita, en las batallas tácticas, que en las estrategias de largo alcance, campo que Aira domina con garbo. De uno u otro modo, Presentación… es también el libro de otra época. Tal vez la última (o la anteúltima: todavía hoy hay al menos un escritor que se dedica a eso también) en que los escritores discutían por estéticas, por políticas literarias, y la literaria no era un jardín de flores en el que todo da lo mismo y los libros sirven para desembocar en Instagram. 

Fuera de eso, Strafacce también da cuenta de que Fogwill es uno de los más grandes cuentistas argentinos del siglo XX.