El seudoperiodismo contamina la buena práctica de este oficio
Provoca, al menos, vergüenza ajena y un sentimiento cercano a la indignación ver y escuchar amanuenses del poder disfrazados de periodistas en “entrevistas” al presidente Javier Milei y a funcionarios de su gobierno. Preguntas de respuesta obvia, sólo acomodadas para el lucimiento del entrevistado.
Aunque tengo un elevado concepto de la capacidad de interpretación y análisis de los lectores de PERFIL, no quiero dejar pasar estos constantes ataques a la ética periodística, muchos de ellos limítrofes con las peores prácticas profesionales.
Esos seudorreportajes no resisten el menor análisis serio sobre sus contenidos. Pero quiero advertir que no se trata de lo que el Presidente y sus adláteres dicen o cómo lo dicen sino evidenciar la reacción del entrevistador: nunca una repregunta, nunca un cuestionamiento, siempre lo mismo: comentarios que facilitan y mejoran lo que dice el entrevistado, en un evidente trato cómplice y para nada periodístico.
En una entrevista publicada en la newsletter de la Fundación Konrad Adenauer en 2024, se le preguntó a la periodista colombiana Yolanda Ruiz Ceballos si el periodismo vive hoy una crisis ética. Respondió: “Pasa como en todos los gremios, hay trabajo muy bien hecho y hay trabajo muy mal hecho. La era digital nos abrió una oportunidad inmensa para que miles de periodistas puedan tener sus propios medios y canales. Pero, al mismo tiempo, ha puesto en evidencia y de manera muy grande los errores que se cometen y los problemas éticos. Es un terreno abonado para lo bueno y lo malo porque exacerba las emociones y el periodismo se tiene que hacer con razones y argumentos”.
En otro tramo de la entrevista, Ruiz Ceballos señala que “si te enfrentas a la política, el periodismo te invita a ser responsable a la hora de informar, a ser equilibrado. Uno de los grandes problemas del periodismo de hoy es sacar de contexto los hechos. El contexto lo es todo y lo hemos perdido”.
Va más allá la periodista colombiana: “Hay una línea muy delgada entre cumplir los estándares éticos dentro de un línea editorial y pasar a hacer política o propaganda política. Tú haces periodismo desde tu sesgo, puede ser de centro, de derecha, liberal, conservador, confesional, ateo, en fin. El periodista reconoce que hay otras miradas, opiniones, interpretaciones de los hechos y las registra. El que cruza la línea comienza a tergiversar la realidad dejando que sea su prejuicio el que prime. En los medios se ve hacer apología política. Y en el camino terminamos perdiendo una de las esencias de la democracia que es el ejercicio del buen periodismo”.
Como se ha dicho en no pocas ocasiones en esta columna, el ejercicio pleno y libre de un buen periodismo es esencial para la vigencia de la democracia. En la nota de la Fundación, se señala que “el periodismo responsable y libre es uno de los pilares que sostiene la democracia. Si se pierde la confianza en la prensa como en la justicia o en los organismos de poder, la sociedad misma puede colapsar. Hoy no sabemos qué es verdad y qué es mentira, por lo que circula en redes, por los algoritmos, por la inteligencia artificial. No sabemos si esto que estamos viendo es real o no es real, no sabemos si la prensa miente o no. Antes, de alguna manera, la gente decía ‘lo vi en la prensa, lo oí en la radio’, y era como un sello de fiabilidad y calidad. Eso, por supuesto, ayuda a minar la confianza que se tiene en la democracia y es tremendamente grave”.
En fin: sugiero a los lectores de PERFIL que cuando vean a uno de esos personajes ejercer ilegítimamente nuestra profesión, simplemente huyan.