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El ganado perdido

Vaticano. El Papa Francisco recibió a los líderes de la CGT y a un dirigente de Grabois. Foto: NA

Pobre pastor, se le juntó el ganado. Estaba contento. Silla de ruedas nueva. Una máquina. Diseño italiano. Caja automática. Manguerita conectada a un set de bebidas. Pantalla. Música, películas, series, videos, noticias. Aplicaciones que controlan presión, pulso, ritmo cardíaco, todo. Hasta el tamaño de la próstata le miden. Se puso el casco. Flasheó con que era Colapinto. Andaba a los pedos por los pasillos del Vaticano.

Cuando paró para recargar baterías atendió a la Pettovello. Estaba para salir de nuevo a la pista cuando entró la delegación de la CGT. Al día siguiente, el pesado de Grabois. Venía de la gira por Indonesia, tenía que ir a Bélgica para pedir a los obispos que dejen de encubrir a los curas pedófilos. De paso para España donde iba a tomar el té con “Isabel”, la viuda de Perón, le cae la vice, Villarruel. Un mes de locos. ¿Quién le arma la agenda, el maligno?

Con los dirigentes sindicales bien, como siempre. “Hugo querido”, saludó. Cuando le dio la mano para que le bese el anillo se dio cuenta. “¡Pablito, no te reconocí, qué gordo estás, ya sos uno más!”. Rieron los dos. “¿Los reyes te trajeron el camioncito qué querías?”. Pablo Moyano se sonrojó. “Sí, padrino”, dijo, “me dejaron una flota, con sindicato, afiliados, hasta patovicas que me cuidan para que no me asuste si alguno se mete conmigo”.

Cuando el ganado peronista está perdido se le junta en la trinidad básica

Entre ellos, oculto para la foto, estaba Gerardo Martínez, el de la Uocra. “Gerardito, tanto tiempo, ¿seguís al servicio de los milicos?” Martínez se quedó mudo. El camarlengo le dijo al oído: “Eso fue durante la dictadura, Su Santidad”. Entrecerró los ojos, se disculpó. “Es la edad, ando con problemas de memoria”. Daer comentó. “Nos pasa a todos, nosotros, también nos olvidamos de cómo la hicimos”. Rieron. “Bueno, ¿qué es de la vida del compañero López Rega?”, preguntó. Los jefes de las familias gremiales se miraron entre ellos. “Chiste, chiste”, dijo.

“Déjenme a mí”, pidió Andrés Rodríguez, el capo millonario de UPCN, “me sé de memoria el Evangelio según Barrionuevo”. Aclaró la garganta, tosió. “Pasa que vienen por la nuestra, papá”, dijo. Escuchó,  serio. “La de ustedes será, la mía no se toca”. Sonrieron. “No es chiste”, aclaró. Brey, del sindicato de Aeronavegantes, desplegó una bandera de Aerolíneas Argentinas. “La quieren privatizar, Pancho”, dijo. Dudó. “¿Pero si Menem ya la vendió en los noventa con el apoyo de Néstor?” Brey le explicó. “Cristina se dio un gustito electoral, la recompró en 2008. Desde entonces se fumaron ocho mil millones de dólares”. Miró al cielo. “¡Madre mía, ustedes son peores que Tinelli y Lammens en San Lorenzo!”.

Los distrajo un camello que pasó por el ojo de la aguja con la que bordaba una empleada doméstica, sin costo, formateada en el Opus Dei. En ese momento entró Grabois con un ramito de perejiles. “De nuestra cosecha, padre”, dijo. “¿Economía popular?”, preguntó. “Popular más o menos”, aclaró Grabois, “me están puteando mucho”. Puso cara de santo inocente. “Y, ¿a quién no insultan hoy en las redes sociales?, Juancito, ¡ni yo perdono!”. Grabois asintió, “pero, además, me están investigando por los fondos de unas cooperativas”.

Es la cultura, chatbon

Esa revelación le cambió la expresión. “¡Apa!”, se sorprendió, “¿tú también hijo mío”? Avergonzado, Grabois bajó la mirada: “No le voy a andar contando a usted cuánto cuesta mantener la opción por los clientes… digo, por los pobres”. Frunció el ceño, como si sospechara algo. “¿De cuánto estamos hablando?”, preguntó.

Se lo llevó aparte. Alcancé a escuchar algo. Palabras sueltas “¿Roca?”. Sí, dijo Grabois. “¿Rosas, no?”. Grabois le aclaró “No, no, ese es nuestro”. Siguió con los nombres. “¿Maduro?”. Grabois negó. De pronto, se dio vuelta. “¿Perón?”. Grabois dio un paso atrás, gritó: “Ni se le ocurra, compañero”. Casi llora de la risa. “Chiste, chiste”, dijo. Hasta ahí. De lejos vi que Grabois le  empujaba la silla como para darle arranque. A la vez, le hablaba  al oído. Después salió y dijo lo que dijo.

Hace lo que puede, pobre pastor. Cuando el ganado peronista está perdido se le junta en la sede de la trinidad básica.

*Periodista.