cepo y atraso cambiario, objeciones

El FMI puso fecha para firmar el acuerdo (pero aún falta negociar)

Milei apuesta a un espaldarazo de Donald Trump después de su asunción en Washington, el 20 de enero, que le permita acceder a unos US$ 15 mil millones. El rol del Congreso y las reticencias en el organismo.

Instrumental recalentado. Foto: Citizen Kane

El eventual acuerdo entre Argentina y el Fondo Monetario Internacional ya tiene fecha tentativa y límite de firma. Y también formato. Pero, además, una posición clara de parte de los técnicos del organismo que llevan la tarea de negociar con el país; y que, básicamente, no quieren que los echen si todo sale mal. No es una victimización. Es lo que sucedió hasta ahora con todos los burócratas (en el buen sentido del término) que en las últimas décadas tuvieron que tratar con uno de los peores alumnos en la historia del FMI: Argentina. País que además, curiosamente, es el principal deudor. Y que seguramente incrementará su pasivo luego de la firma del acuerdo en los próximos meses.

Todo deberá cerrarse antes de la tercera semana de abril del 2025. En esos días el FMI organizará su Asamblea Anual Conjunta de primavera organizada junto con el Banco Mundial, y que representa uno de los dos eventos más importantes del año para ambos organismos. Para ese momento, y por decisión propia de la directora gerente Kristalina Georgieva, el caso argentino debería estar definido, en sus dos versiones. El cierre del ejercicio 2024, algo que no demandaría mayores problemas; y, lo más bravo, presentar en sociedad el nuevo emprendimiento bilateral: el revival del Stand By que Mauricio Macri firmó entre el 2018 y 2019, que fue suspendido luego de la derrota de Cambiemos en las PASO de agosto de ese último año y que finalmente terminó sepultado luego de la asunción de Alberto Fernández y renegociado en un Facilidades Extendidas por Martín Guzmán firmado en marzo de 2022. Lo importante del dato de la renovación del Stand By, es que de ese préstamo cerrado en mayo y junio del 2019, tenía un monto total acordado por unos 55.800 millones de dólares; de los que se liquidaron a agosto de ese año unos US$ 44.800 millones. Esto quiere decir que, si se revitalizara y relanzara aquel acuerdo firmado por Macri, el país tendría disponibilidad de unos US$ 10 mil millones. Se especula entonces con que, como piso, ese podría ser el dinero que podría recibir extra la Argentina en sus negociaciones con el FMI. Se sabe que Javier Milie y Luis “Toto” Caputo quieren más. Bastante más, y que negociarán por un monto superior a los US$ 15 mil millones. Tienen el as de espadas de su lado: el 20 de enero asumirá su segunda gestión en la Casa Blanca Donald Trump. Quien, a los ojos del Presidente argentino, tiene la llave de la tesorería del Fondo. Y tiene razón.

El FMI sigue pensando igual. El país debe cumplir con dos requisitos innegociables y complicados para el gobierno de Javier Milei. Aún más complejos para lograr las metas de equilibrio fiscal, emisión monetaria e incremento de las reservas del Banco Central; tres cuestiones donde el libertario y su ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, parecen tener la pelota dominada. Las dos obligaciones que el encargado del caso argentino, Luis Cubeddu señaló en todas las conversaciones que se mantuvieron en Washington durante la segunda quincena de noviembre y la primera de diciembre. Allí se dejó en claro que cualquier acuerdo que amerite la firma de los departamentos técnicos del Fondo, y que impliquen un mayor endeudamiento por parte de la Argentina deben ser aprobado por ley; y, luego, avalado por el board del FMI. Y hay otro requerimiento: que haya cambios estructurales reales en la economía argentina, incluyendo el mercado cambiario local, donde para el FMI aún hay mucho para trabajar.

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Para el Presidente Milei y su ministro Luis “Toto” Caputo, las dos condiciones son alcanzables; pero no en el corto plazo. Con lo que para un nuevo acuerdo de largo plazo con dólares frescos desde el organismo, habrá que esperar ¿Cuánto? Primero, a la asunción de Donald Trump en la presidencia de los Estados Unidos del 20 de enero próximo; ya que en teoría el “padrino” del acuerdo y el impulsor de los votos en el board del FMI será el republicano, aliado, se supone, incondicional del argentino en el máximo órgano de conducción política del Fondo. Una vez con Trump en el poder y con dominio de la situación internacional, aún le faltará a Milei un paso complejo: que el Congreso Nacional apruebe el nuevo endeudamiento. Es la misma condición que Kristalina Georgieva le impuso a Martín Guzmán para el acuerdo de 2022, y que derivó en la crisis terminal en la relación de Alberto Fernández y el kirchnerismo, con la negativa de Máximo Kirchner a apoyar la iniciativa y a la curiosa alianza con los diputados del entonces unido Juntos por el Cambio, quienes le dieron los votos al anterior gobierno para que el Stand By sea sancionado por el Legislativo. Supone Milei que tendría los apoyos para la aprobación, pero que deberá tomarse su tiempo para negociar. Y que, en consecuencia, será un trámite parlamentario que deberá esperar a las sesiones ordinarias de 2025, que comenzarán recién el 1° de marzo. Para el FMI, los tiempos cierran. Sería un acuerdo estrella para presentar en el primer evento importante del organismo del próximo año: la Asamblea de Primavera de abril 2025.

Mientras tanto, si Argentina quisiera que técnicamente se apruebe un acuerdo con más dinero sobre la mesa, debería ejecutar medidas efectivas en su sistema cambiario. Cubeddu y los técnicos del FMI se mostraron ante el viceministro argentino y negociador con el organismo José Luis Daza, asombrados por la caída de los dólares blue y financieros, pero aún consideran que hay problemas de tipo de cambio. Tanto de retraso como de restricciones operativas, vinculadas con las trabas para acceso y salida de divisas del mercado y de las fronteras financieras del país. Hablando más concretamente: con el cepo. Se llega ahí a una paradoja: Argentina considera que para abrir el cepo se necesita el dinero del FMI. El Fondo cree que no puede otorgar dinero en estas circunstancias sin quedar a salvo de que no se financiará una corrida; con lo que primero se debería actualizar el tipo de cambio para luego abrir el grifo de dólares. En otras palabras, el FMI insiste en que Argentina debe liberar su tipo de cambio, y, obviamente, devaluar. Precisamente lo que el ministro de Economía descartó el jueves pasado en Córdoba. Otra vez, Argentina confía en la fecha mágica del 20 de enero, el día en que Trump vuelva a la Casa Blanca.

Milei espera al FMI para “salir del cepo cambiario”

Quieren Milei y Caputo que el Fondo les dé la oportunidad de conseguir los casi US$ 11 mil millones que se le reclaman al organismo, demostrando que funciona la idea de una mejora de la competitividad a partir del respeto del crawling peg al 2% mensual (puede cambiar tenuemente hacia arriba o hacia abajo); con una inflación que, aseguran en el gobierno argentino, se mantendría en un promedio de 2% mensual. O menos. Se respetará la estrategia de apertura del cepo según los criterios que considere el Ejecutivo y el Palacio de Hacienda, siempre que el ritmo hacia delante sea de liberación y no dependencia. Que el cepo se vaya desmantelando.

El criterio de prioridades sobre los rubros económicos donde se flexibilizará el acceso a las divisas quedará a criterio del gobierno argentino, pero en este caso ambos coinciden. Se priorizará la apertura del cepo para la producción y la posibilidad de giro al exterior de las ganancias locales. Esto normalizará totalmente el acceso a los dólares para los importadores, no solo para las pymes, sino también para las grandes compañías. Por lo demás, acepta el FMI, que la posibilidad de poder comprar dólares para el público en general para atesoramiento o turismo continuará trabada. Por bastante tiempo más. Esto incluye el mantenimiento de algún tipo de impuesto a consumo de dólares por tarjetas o vías digitales; con un nivel de costo similar al actual. Esto es, unos US$ 1.600 pesos. En esto coinciden tanto el Fondo como el gobierno criollo: no es tiempo de salida masiva de dólares para turismo u ahorro popular. Menos a este valor, que, para ambos, es barato.   

Mientras tanto, el Ministerio de Economía está cerrando los números de 2024. Para poder comenzar a proyectar hacia delante, necesitaba tener un noviembre fiscalmente amistoso. Y lo tuvo. Según los datos oficiales, el superávit financiero (con el pago de intereses de deuda) acumulado al décimo mes del año alcanzó el 0,6% del PBI; lo que implica unos 2 mil millones de dólares; mientras que el primario (recaudación sobre gasto) se ubicó en unos 8 mil millones de dólares, acercándose al 1,8% del PBI. Confía Economía que la tendencia continuará en diciembre, con lo que el primario superará el 2,1% del PBI y que el financiero se ubicará en el 0,6% del PBI. No habrá problemas en mostrar un resultado en sintonía con el FMI, con datos fiscales similares a los de la salida de la convertibilidad. Los que, se promete, volverán a repetirse en 2025.