Decisiones

El dilema de cómo justificar que hay plata

Él. “A Milei no se le votó para destruir el Estado, sino para hacerlo más eficiente”. Foto: Pablo Cuarterolo

James Carville, reconocido consultor Demócrata, le está recomendando a su partido una estrategia audaz. Dado que han quedado fuertemente golpeados, carentes de liderazgos y de propuestas les dice que mientras se reconstruyen dejen de atacar a Trump. Que esperen y le salten en la yugular cuando caiga de los 40 puntos de aprobación. Estima que ello sucederá hacia fines de año.

Se basa para proponer  esa estrategia en los problemas que Trump se genera a sí mismo,  tanto al interior de su partido como entre quienes le votaron. Estos últimos le piden que baje la inflación, no que se meta en conflictos internacionales o que levante aranceles que podrían generar incremento de precios y parate de le economía.

Con los republicanos tiene la discusión sobre el presupuesto. Trump lo quiere sin límites en la deuda mientras la tradición conservadora dice lo contrario. No es lo que hizo aquí la oposición, el quedarse sin hacer nada, pero en los hechos Milei comienza a caer en popularidad por sus propios errores. Un peronismo golpeado, confundido, con liderazgos cuestionados y sin propuestas de futuro, más allá de decir todo el tiempo que no a cada iniciativa oficialista nunca logró  pararlo, salvo en relación a los fondos para la SIDE.

Enfrente se encontraron con un Presidente cumpliendo su principal promesa de campaña, bajar la inflación al tiempo que, otros sectores políticos como el PRO, y la UCR impresionados por el apoyo de sectores de su electorado al Gobierno, prefirieron perder su identidad pensando que la podrían cambiar por cargos  futuros.

Hoy ante el riesgo de perderlo todo algunos parecen reaccionar. Depende de los errores futuros de Milei el  saber si esta reacción no es tardía. Pero lo cierto es que la cantidad de errores que comete el oficialismo se acrecientan día a día. A Milei no se lo votó para destruir el Estado, sino para hacerlo más eficiente. Tampoco para negar el cambio climático, o la obra pública. Ni para que haga cualquier cosa como lanzar una cripto, o no actualizar las jubilaciones u obviar al Parlamento en temas importantes como el nuevo acuerdo con el FMI.

Todo eso se le está acumulando hoy.

Ante el desastre natural de Bahía Blanca el Gobierno volvió a meterse en una encerrona. O continuaba con su prédica de no hay plata y no es un problema nuestro, sino del Municipio y de la Provincia o finalmente ponía recursos económicos.

Decidido que pondrá aproximadamente US$ 200 millones, tendrá que justificar doctrinariamente la razón de ello, sin dar lugar a que comiencen los reclamos sectoriales. Por lo visto cuando se quiere la plata aparece.

También se pone en duda su concepto sobre la inutilidad de la obra pública. Mientras dice que todo debe ser inversión privada, sería bueno que recuerde que fue la obra pública del Maldonado lo que evitó que la Capital Federal continuara inundándose.

Lo inverso es el costo económico y en vidas que generan las obras no realizadas. No en vano Macri aprovecha y se diferencia.

El mileismo se dio cuenta que ante el desastre natural, el Gobierno debe tener un rol activo y hacerse cargo del problema. ¿Qué los hizo cambiar? Seguramente darse cuenta de que estaban por cometer otro terrible error no forzado.

Ahora deben rogar que una muerte por represión o por un palazo mal dado a una jubilada no genere indignación popular. Plantear que barrabravas movilizados pueden desestabilizar para dar un golpe de Estado es forzar la imaginación, aunque el argumento sirva para cohesionar a la tropa propia.

Carville le diría a la oposición: “déjenlos seguir equivocándose, pero  no se equivoquen ustedes”.

*Consultor y analista político.