opinión

De Marcos Peña a Santiago Caputo

‘Vengo del futuro’, dice Milei y la conferencia de prensa económica pareció venir del pasado. Foto: cedoc

Siguiendo con el clima de la Copa América se podría citar un axioma futbolero: “ataque gana partidos, pero defensa gana campeonatos” (arquero en este caso) para describir los triunfos económicos iniciales del dúo Milei-Caputo con la inicial reducción de la brecha cambiaria e inflación en contraste con su crisis de confianza actual. Se agotaron los efectos de aquella mega devaluación inicial de diciembre que generó colchón para bastantes meses de sólo 2% de devaluación mensual como ancla para bajar la inflación y que, sumado al impuesto País de 17,5%, por momentos casi eliminó la brecha entre el dólar oficial y los paralelos para los importadores. Y, como siempre sucede, virtud en exceso se transforma en defecto y hoy desde el FMI a Domingo Cavallo advierten del retraso cambiario y las crecientes consecuencias que tendría posponer su corrección. 

Cavallo recomienda al Gobierno dejar atrás su conflicto con el FMI y reducir el Impuesto País del 17,5% a 7,5%, ajustar el tipo de cambio oficial un 10% adicional y eliminar la derivación al mercado contado con liquidación (CCL) del 20% de los ingresos por exportaciones para poder quedarse con todo el saldo de la balanza comercial, que ha venido siendo 17%, porque si los exportadores pueden vender por fuera del Banco Central ese 20% al CCL, Milei-Caputo siempre tendrían que vender más dólares de los que reciben. Y, al mismo tiempo, la recomendación de pasar el ritmo de devaluación mensual de 2% a 4% en línea con la inflación mensual esperada y no la soñada por el Gobierno.

Como respuesta a la ininteligible por innecesaria conferencia de prensa del ministro de Economía, Luis Caputo, y del presidente del Banco Central, Santiago Bausili, del viernes anterior, esta semana el equipo económico del Gobierno  anticipó la hipótesis del valor del dólar a fin de año –$1.016– que constará en el presupuesto 2025 a enviar el Congreso antes del 15 de setiembre y ese valor asume que nada cambiará con el 2% de devaluación mensual hasta diciembre. Sin sintonía con ese objetivo el promedio de todas las consultoras económicas registradas en el Banco Central, el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM, pronostica un dólar a fin de año 15% superior –$1.173– finalmente similar al de Cavallo: 10% de devaluación más 4% en lugar de 2% de devaluación mensual.  

“El mercado pide devaluación y Milei no la quiere dar”,  sostuvo el Investment Director de Wise Capital, Ignacio Morales, y “siempre el mercado gana porque a la hora de medir fuerzas, ningún Banco Central tiene más recursos que el mix entre inversores y agentes económicos; sino pregunten al Banco de Inglaterra, que no pudo enfrentar a George Soros para defender al valor de la libra o como los Bancos de Japón, el Bundesbank y la FED no pudieron detener la caída libre del Yen”.

Tiene razón Cavallo en que si devaluaran 10% y, al mismo tiempo, redujeran el Impuesto País del 17,5 al 7,5% la devaluación sería neutra para los importadores pero no eliminaría el aumento de la inflación en aquellos consumos internos de bienes exportables.

Pero mucho peor sería para el plan antiinflacionario del Gobierno si tuviera que devaluar el 30% como resulta tácitamente del pedido del Fondo Monetario Internacional de eliminar el cepo, y eso asumiendo que la brecha cambiaria que hoy supera el 50% pudiera reducirse al 30% tras la unificación del mercado cambiario.

“Argentina es la misma historia una y otra vez. Diferente líder. Mismo error…se devaluó en diciembre, pero cualquier posible impulso a las exportaciones se ha desperdiciado. Esto se debe a que el tipo de cambio real ha vuelto al nivel que tenía antes de la devaluación”, dijo el execonomista Jefe en el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF) y Estratega Jefe de Divisas en Goldman Sachs, Robin Brooks, quien no es el primer analista de Wall Street que denuncia inconsistencias en el plan económico de Milei-Caputo. Hace dos semanas Barclays advirtió: “La combinación de un deslizamiento del tipo de cambio del 2% y una alta inflación erosionó los beneficios iniciales de la depreciación del peso”.

El valor del dólar de diciembre pasado tras devaluar sería hoy actualizado de $1.703 en lugar de los $903 del dólar oficial actual. Alrededor de $1.700 fue el valor del “dólar de Lavagna” entre 2003 y 2007 que generó los superávit gemelos y la acumulación de reservas en el Banco Central.

Pero más allá de la intrínseca consistencia o no de haber devaluado en exceso para generar un colchón que permitiera absorber la mayor inflación con sólo un 2% mensual de aumento del dólar y llegar sin retraso cambiario a cuando la inflación mensual sea también del 2%, siempre discutible porque la economía no es una ciencia exacta, no cabe dudas que la conferencia de prensa del viernes 15 de junio desorientó a todos  generando recuerdos de la conferencia de prensa del 28 de diciembre de 2017, cuando los entonces ministros de economía y finanzas junto al presidente del Banco Central  –dos de ellos: Luis Caputo y Federico Sturzenegger, hoy en el actual gabinete– también innecesariamente explicaron el cambio de metas de inflación y se generó otra crisis de confianza.

Por entonces se le asignó responsabilidad al plan de comunicación que conducía el Jefe de Gabinete Marcos Peña; esta vez la comunicación oficial es conducida por el asesor Santiago Caputo, exdiscípulo de Jaime Durán Barba, quien como todo aquel que acumula logros termina muriendo de éxito al repetir su fórmula sin descubrir que el truco copiado ya no produce el mismo efecto: al asumir Guillermo Francos como Jefe de Gabinete organizó un estrambótico desayuno a las 11 de la mañana en un bar obligando a los ministros a salir de la Casa Rosada y caminar hasta el otro lado de la Plaza de Mayo exponiéndolos a desordenadas preguntas de los cronistas que los seguía, sólo para mostrar una foto de todos los ministros juntos como amigos en el café.

La realidad (atraso cambiario, falta de dólares, persistencia de inflación inercial, extensión de la recesión, empeoramiento de todo a cambio de obtener superávit fiscal e inflación a la baja) se termina imponiendo a la representación. Pero si además la representación también es mala genera mayor crisis de confianza.