opinión

Chile, a cinco años del estallido

Santiago. La histórica Plaza Italia convertida en Plaza de la Dignidad durante el estallido de 2019. Foto: afp

A cinco años del estallido social en Chile las heridas abiertas de octubre de 2019 siguen siendo evidentes. Lo que comenzó como una reacción al alza del transporte público rápidamente se transformó en un grito contra las profundas desigualdades del país. La consigna “No son 30 pesos, son 30 años” encapsuló el sentimiento de frustración acumulada con demandas por pensiones dignas, salud y educación de calidad. Sin embargo, hoy, cinco años después ¿cuál es el balance que hacen los chilenos? ¿En qué aspectos cambió Chile? ¿Qué demandas se solucionaron y cuáles siguen siendo una deuda?

No cabe duda que la revuelta social de 2019 fue una de las instancias de acción colectiva más relevantes de la historia chilena. Las movilizaciones masivas expusieron un sistema que, si bien fue alabado por su estabilidad macroeconómica, convirtió al país en el 14º más desigual del mundo, según el Banco Mundial.

Sin embargo, 5 años después, el balance que hacen los chilenos sobre todo lo que sucedió en octubre 2019 es mixto. De acuerdo con un informe de la encuestadora Cadem, un 58% sigue pensando que la revuelta fue la expresión de un descontento social que sigue latente pero a su vez, sólo un 6% cree que Chile hoy es un mejor país que antes del estallido social. A su vez, el apoyo a las movilizaciones, las grandes protagonistas de todo el proceso, viene mermando desde aquel momento. Según un estudio del Centro de Estudios Públicos (CEP) si en diciembre de 2019 un 55% decía apoyar las manifestaciones, esa cifra hoy es de apenas un 23%.

¿Y por qué sucede esto? Las respuestas son múltiples.

En primer lugar, porque las demandas del estallido social no han sido resueltas. Después de dos plebiscitos constitucionales frustrados, en el que la mayoría de los chilenos rechazó las distintas versiones de proyectos de Carta Magna (uno muy izquierdista y otro muy conservador), las posibilidades de lograr las consignas que protagonizaron las marchas son muy escasas. A su vez, el presidente Boric, que llegó al poder producto de lo que sucedió en octubre de 2019 y con una plataforma programática que replicaba lo que se pedía en las calles, no ha podido lograr prácticamente ninguna de sus promesas debido a los constantes frenos legislativos. 

Además, a las deudas del estallido se agregan otros problemas que hoy protagonizan la agenda de los chilenos. Para el 57% de la población, su principal preocupación es la inseguridad y le siguen los problemas derivados del narcotráfico. Esta inquietud por la penetración del crimen organizado subió 11 puntos con respecto al 2019. Incluso, este problema llevó a que Carabineros, una institución fuertemente cuestionada durante el estallido por la violenta represión y las violaciones a los DDHH, hoy tenga una aprobación nuevamente del 57%. ¿Esto significa que la educación y la salud ya no sean una preocupación para los chilenos? No. Pero si bien hoy sigue siendo un tema de debate en Chile, la salud y la educación quedaron en un 4to o 5to lugar entre los asuntos más urgentes, dando cuenta que a las deudas que existían en 2019 hoy también se le suman nuevos problemas. 

Por otro lado, el descontento hacia el estallido también se debe a lo que ha sucedido social y políticamente en torno a la polarización, y esto también lo percibe la gente: La encuesta CEP de 2023 mostró que un 50% de los chilenos consideraba que el país estaba más polarizado que antes del estallido. Pero la polarización no se limita a los enfrentamientos que a diario existen dentro de la sociedad chilena vinculados con el balance del estallido, sino que la polarización también se extiende al sistema de partidos políticos. Según la encuesta Black & White, el 91% de los encuestados considera que Chile es un país que oscila entre extremos y los desempeños electorales en la nación trasandina dan cuenta de ello. En los últimos años, eligieron a un presidente izquierdista que representaba los valores del estallido pero, a su vez, hace 2 años que su aprobación no supera el 30%. Además, el primer intento de nueva constitución estuvo compuesto por una amplia mayoría izquierdista (votada por el pueblo) y, tras su rechazo por ser demasiado progresista, el segundo intento estuvo marcado por un giro hacia constituyentes ultra conservadores. Sin embargo, y a pesar de las oscilaciones entre extremos, las encuestas marcan que la mayoría de la población no está representada por ninguna de las opciones. Y ahí es donde justamente radica parte de la frustración. 

Esto nos lleva a preguntarnos, a pesar de la masividad de las movilizaciones de octubre de 2019, ¿los que pedían un cambio refundacional eran realmente la mayoría o, por el contrario, estaban sobre representados por los medios de comunicación y las redes sociales? 

A 5 años del estallido, las decepciones se acumulan. Al hacer un balance sobre lo que pasó en ese momento aún sigue existiendo una lectura doble. Por un lado encontramos a aquellos que consideran que lo del octubre 2019 fue una reivindicación orgánica y popular que demandaba el respeto de derechos básicos como la salud, la educación o un sistema de pensiones justo. Para otros es, por el contrario, una expresión delincuencial radicalizada en complicidad con los sectores de izquierda. Pero también encontramos muchos otros, entre una y otra posición, que sienten que una vez más la política los traicionó. Frente a esta frustración cabe preguntarnos: Si la sociedad chilena tardó 30 años en lograr una acción colectiva de esta magnitud pero sin resultados visibles, ¿cuántos años más pasarán para que vuelva a suceder algo así?

*Licenciada en Ciencias Políticas (UCA) - Investigadora del Centro de Estudios Internacionales (CEI-UCA) - Co-host del podcast “El Cafecito Latinoamericano” en Spotify y Youtube.