Análisis

Caos adentro y caos afuera, nuevo cultivo incendiario de la política

Exitosos o no, se precipitan los acontecimientos políticos. Gobierno desorientado y una oposición que teme perder bancas en las próximas elecciones. Si así ocurriera, tendrá entonces menos oportunidad para intentar juicios políticos.

Cristina Kirchner, por Pablo Temes. Foto: Cedoc

La portada indica un acuerdo electoral en la provincia de Buenos Aires entre Cristina Kirchner, Sergio Massa y Axel Kicillof: para el 25 de octubre, en una urna se vota a diputados nacionales y, en otra, se realizan las PASO (ya que en ese territorio no fueron eliminadas) para elegir al mes siguiente los candidatos provinciales (legisladores, concejales, etc). Cada protagonista supone que se favorece con este ejercicio, una suerte de martingala para conservar o acrecentar poder. Massa estima que es su vuelta al ruedo sin necesidad de un habeas corpus; el gobernador, sumiso y portador del ADN de Alberto Fernández, piensa en una herencia; y quien somete al bullyng a Kicillof, la viuda de Kirchner, se arroga un triunfo por subir de precio su protagonismo e imponer candidatos. Nadie sabe cómo quedará Ucrania, menos el peronismo en Buenos Aires.

Curioso lo de la dama: lo desafía todos los días a Javier Milei, éste la ignora y ella —sin manifestarlo— lo admira por la batalla que su impericia no supo dar contra Clarín. También le fascina el ataque a los “ensobrados” del periodismo televisivo que ella debe odiar más que Milei. Pero no puede reconocerlo en público. Son las delicias del peronismo en un enorme distrito para evitar divisiones y que una derrota no le signifique el descuartizamiento de su dominio con vistas al 2027. Hasta pueden invocar un slogan robado a otros espacios: el peronismo unido, jamás será vencido. Los intendentes, clave en esta operación comicial y que ponen la carne del asado, solo aspiran a una reivindicación: eliminar los límites a las reelecciones en sus comunas, gobernar sine die.

Axel Kicillof, por Pablo Temes.

Junto a este propósito de entendimiento geográfico, limitado, casi doméstico para el peronismo, los tres principales operadores en la disputa interna albergan la idea de una fotografía mas universal, un escalón superior: instaurar una Asamblea Constituyente en el Congreso de la Nación. Con el objetivo, paradójico, de armar una Asamblea Destituyente, como se intento este miércoles para impulsar el juicio político al Presidente de la Nación. Añosa fantasía que retrotrae al 2001, el golpe contra Fernando de la Rúa, y sus consecuencias, un intento delatado por el poco responsable de Medios del pasado Gobierno de los Fernandez, Pepe Albistur, el pochoclero, quien suponía que Milei era como “Semana Santa: nadie sabe cuando cae”: Aproximadamente hace poco más de un año.

Falló entonces su pronóstico, demasiado temerario. Y apresurado. Después hubo otras expresiones semejantes, menores, que se disolvieron por éxitos de Milei en materia económica y política, quien nunca como ahora ha encontrado tanta coincidencia en la oposición para avanzar en su contra con un juicio político que se propone liquidarlo, medida extrema vislumbrada por tres vías eventuales: 1) el rechazo al acuerdo con el FMI o, en su defecto, al decreto que lo consagra (idea atribuida a Leonardo Madcur, representante argentino ante el FMI, de trayectoria con Roberto Lavagna y Sergio Massa, que seguramente negoció esa variante para eliminar reservas del organismo), 2) mismo juicio por la designación de jueces en la Corte Suprema a través de un decreto y 3) el escándalo poco esclarecido sobre la cripto moneda, Libra, de la cual el Presidente no logra desembarazarse. Esta última alternativa, sin embargo, se hundió hace pocas horas —solo se aprobó en la Cámara una comisión investigadora en su lugar, un desvío de trámite con dudoso final—, pero la fronda del peronismo legislativo demuestra que el objetivo continúa vivo en los otros dos temas, con numerosas voluntades a favor, aprovechando la ráfaga de inestabilidad económica que ha provocado Donald Trump en el mundo (especialmente en los mercados) y que sacudió a la Argentina, más los errores propios de una Administración que cultiva cilicios masoquistas para mortificarse a sí misma. Aun así, quizás alcance la redención.

El circo oficial de la tragedia

Se supone que hoy jueves, el voto del senador peronista Jose Mayans (formoseño, de Gildo Insfrán) servirá para aprobar el dictamen en la comisión específica al tratamiento de Manuel García Mansilla como miembro de la Corte Suprema de Justicia. Faltaba un voto, lo proveerá el PJ. De ese modo, se borra la anomalía de la nominación por decreto y su raro juramento en el máximo tribunal. A la semana siguiente, el mismo Senado —con número de sobra— se puede encargar de repudiar el dictamen a García Mansilla y devolver al nuevo cortesano a la casa. Parece un fait accompli esa posibilidad. Ay, patria mía, diría el querido Manuel Belgrano. También, en esa misma jornada venidera, con menos entusiasmo, podrían rechazar el pliego de Ariel Lijo y que se olvide de la malhadada idea de ocupar un sillón en la Corte, un proceso que lo desangró personalmente. Quizás creyó que haber hecho tantos favores a la política le iba a redituar un apoyo para convertirse en el primer hombre de la Justicia en el Palacio. Por su parte, García Mansilla —ante un futuro escasamente venturoso— al votar contra el pedido de licencia de Lijo pareció ignorar una máxima de Vicente Leónidas Saadi: “No quiero promover ni designar jueces estudiosos, esos que después que los nombrás y le llevás un expediente, te responden: ‘Bueno, lo voy a estudiar´. No me gustan esta clase de tipos”.

Juicio político por el uso de decretos con los nombramientos o por el acuerdo con el FMI serán parte del nuevo cultivo incendiario de la política, con batifondo en el Congreso y con incendiarios episodios en la calle. Caos adentro y caos afuera, incorporando la extraña solidaridad de los barras bravas de los clubs de fútbol con los jubilados por la pérdida de ingresos. Y el apoyo moral de Mario Firmenich, quien en un video respaldó cualquier manifestación a favor de la clase pasiva, en la que ya debe militar por razones de edad. Violencia oral y callejera, capacidad para producir muertes a la salida de los estadios. Sorprende la generosidad impensada y gratuita, tal vez, de esos fanáticos del balón, y en la cual la AFA no tiene nada que ver. En apariencia o seguramente. Y en la que el titular de ese poder, Claudio Tapia, también domina parte del conurbano con el Ceamse que preside en sus tiempos libres, al cual remiten los intendentes del conurbano, ya que la basura produce plata como la televisación de los partidos.

Exitosos o no, se precipitan los acontecimientos políticos: gobierno desorientado y una oposición que teme perder bancas en las próximas elecciones. Si así ocurriera, tendrá entonces menos oportunidad para intentar juicios políticos.