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Carlos Fara: "Cristina prefirió ser madre de Máximo, en lugar de ser conductora"

El analista político participó del Ciclo de Entrevistas organizado por estudiantes del Posgrado de Periodismo de Investigación de la Universidad del Sur de Buenos Aires (USBA). La imagen de Milei, las elecciones del 2025 y la interna del peronismo.

Carlos Fara Foto: CEDOC

Carlos Fara participó de una conferencia de prensa organizada por estudiantes del Posgrado de Periodismo de Investigación de la Universidad del Sur de Buenos Aires (USBA) y la Universidad del Salvador (USAL), en la que analizó la interna del peronismo y la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner para presidir el Partido Justicialista. Para Cristina es imposible despegarse de La Cámpora. Que objeten a La Cámpora, es que objeten a Máximo. Y que objeten a Máximo es que la objeten a ella. Cristina prefirió ser madre de Máximo, en lugar de ser conductora. El disciplinamiento con ella es con La Cámpora. Y con Cristina presidenta del PJ nacional y Máximo como presidente del PJ provincial el peronismo se vuelve una dinastía”, afirmó.

El consultor y analista político también se refirió al impacto que podría tener en la Argentina la presidencia de Donald Trump. “Somos altamente dependientes de cualquier 'estornudo' en el centro del mundo o de una situación geopolítica incierta, ya sea Irán, Israel, Medio Oriente, Ucrania, Rusia. Estamos en una situación donde cuantos menos dólares propios tenés, más riesgos corrés, porque contás con menos colchón. Argentina, más allá del gobierno de Milei, va a seguir como un paciente en terapia intensiva por un buen tiempo, afirmó en el Ciclo de Entrevistas, coordinado por Rodrigo Lloret, director de Perfil Educación y rector de la USBA

—¿Cómo impactará en Argentina el triunfo de Donald Trump en los Estados Unidos?

—Por un lado puede obtener ventajas en la negociación con el FMI. Pero también pienso que Estados Unidos puede a volver a una presión inflacionaria. Si Trump adopta un enfoque proteccionista, eso generará una presión inflacionaria interna que podría llevar a un aumento en la tasa de interés en Estados Unidos. Si esa tasa se incrementa, ya conocemos el desenlace: las inversiones financieras optan por el fly to quality, ya que la tasa estadounidense se vuelve más atractiva y segura. Esto fortalece al dólar, afecta la competitividad de nuestras exportaciones y da inicio a un círculo vicioso. Esta fiesta financiera no se debería a una pérdida de disciplina fiscal del Gobierno, pero todos sabemos que, dada nuestra debilidad, somos muy dependientes del contexto internacional. Ahora, somos altamente dependientes de cualquier "estornudo" en el centro del mundo o de una situación geopolítica incierta, ya sea Irán, Israel, Medio Oriente, Ucrania, Rusia, etc. Estamos en una situación donde cuantos menos dólares propios tenés, más riesgos corrés, porque contás con menos colchón. Argentina, más allá del gobierno de Milei, va a seguir como un paciente en terapia intensiva por un buen tiempo. Aunque pueda parecer que el paciente muestra señales de mejora, hoy el esquema de los dólares, mientras no haya problemas externos serios, podría traer un 2025 con expectativas positivas para el gobierno. Esto podría llevarnos a un clima electoral que, sin ser muy favorable, permita al gobierno superar el examen electoral, que es clave para encarar la segunda parte del mandato.

—¿Cómo ve la imagen de Milei y su gestión a diez meses de gobierno?

—En los últimos dos meses vimos una baja. Uno podría decir que fue una baja, pero teniendo en cuenta el tamaño del ajuste y que van diez meses de gobierno, no está mal en términos relativos. Sí es cierto que la desaprobación se puso por encima de la aprobación. Buena parte del problema tiene que ver con el desgaste de la expectativa. Uno se banca un ajuste, una recesión y una caída de ingresos, siempre y cuando haya alguna expectativa que compense. Cuando la expectativa se desgasta, empieza a haber un problema y creo que hay una expectativa que se desgastó producto del semejante ajuste. El otro punto es cómo se relaciona esto con el foco del gobierno. Hace más o menos tres meses que la principal preocupación se desplazó del tema inflacionario a los temas desempleo y pobreza, por temor a la recesión. En otras palabras, el éxito de la lucha contra la inflación puso el foco en otros lados.  Ahí es donde hay algún desgaste de expectativas porque no es un gobierno que tenga un discurso productivo. Por ahora, tiene un gran discurso sobre el ajuste y el equilibrio fiscal. Parte de ese desgaste lo vimos con el bajo rating de la cadena nacional sobre el tema del presupuesto. Ahí el gobierno volvió sobre el tema del equilibrio fiscal y los degenerados fiscales. En algún momento, todo discurso se desluce porque se repite.

—¿Cuál es el mayor desafío que enfrenta Milei?

—Al Gobierno le está faltando renovar el relato. Creo que el tema de las jubilaciones y de los universitarios tuvieron repercusiones. Hay dos elementos más que mencionaría que no son fáciles de revertir. Uno es el tema de los modales, donde creo que hay gente a la que efectivamente le molesta el estilo, más allá de coincidir en algunas cosas y considerar que era necesario que se ajuste. Otro elemento para tener en cuenta es la falta de sensibilidad social donde entra el tema de las prepagas y ahí puede haber algún ruido. En los estudios, mucha gente está utilizando los conceptos de “falta de empatía “o “falta de sensibilidad”, como diciendo “entiendo que había que hacer un ajuste que lo tenían que pagar y que esto no lo iba a pagar solamente la casta”. Se entiende que era un discurso de campaña, pero no hay ningún elemento discursivo de contención. Todo va en la línea de lo que dijo Sturzenegger en las últimas horas, “Bienvenida la motosierra”. Llega un punto en el que estas cuestiones empiezan a equilibrarse en función de lo pragmático. No se trata solo de bajar la inflación, sino también de lograr una recuperación del consumo popular. Una cosa es que algunos indicadores económicos muestren una leve reactivación y otra es que la gente lo perciba en su vida diaria. El termómetro de la calle son los supermercados y el consumo masivo, que siguen completamente estancados. 

—¿Milei tiene posibilidades de seguir con la motosierra? 

—Va a seguir con la motosierra porque es su sello distintivo. Además, la recaudación tributaria está en deterioro constante. Si los ingresos fiscales caen mes a mes por debajo de la inflación, el equilibrio fiscal se vuelve insostenible y no queda más remedio que seguir ajustando. Dicho esto, hay economistas que analizaron el presupuesto 2025 y sostienen que la motosierra se frenaría después de diciembre, entrando en una meseta. Esto podría suceder si un eventual repunte económico mejora la recaudación fiscal, lo que evitaría ajustes continuos y permitiría moderar el recorte. El presupuesto es clave. Habrá que ver cuánto negocia el gobierno. Si logran un equilibrio fiscal con cuentas más holgadas por la salida de la recesión, podrían implementar una suerte de "Plan Platita" de corte libertario, con impacto positivo en la sociedad. El gobierno —en particular, el presidente— es muy optimista. Creen que a partir de junio la economía crecerá con fuerza y que, por lo tanto, vamos a estar votando en el medio de una “fiesta de consumo”, lo que va a ser favorable electoralmente.

Carlos Fara participó del Ciclo de Entrevistas con estudiantes de la Universidad del Sur de Buenos Aires (USBA).

—¿El rechazo a la lista de Ricardo Quintela en el Partido Justicialista fortalece o debilita la posición política de Cristina Kirchner?

—Cristina creyó que tenía el control total con el Operativo Clamor y apareció Quintela. Pero no sólo Quintela, que podría haber sido una especie de loco suelto, sino también otros sectores con influencia como algunos intendentes de la tercera sección electoral, la CGT y el propio Kicillof. Cristina decidió cerrar el tema con el rechazo de la lista de Quintela, para que no haya ningún tipo de duda respecto de su liderazgo y para que no haya ninguna prueba de cuánta fuerza tiene Quintela. Para Cristina, eso es una piedra en el zapato que no tenía prevista. Incluso si va a una primaria y gana por una diferencia enorme, está Quintela, que antes no era nada y podría terminar con un 10%, ni hablar si tiene más. Entonces, me parece que todo lo que ha sucedido está indicando el largo ocaso de Cristina. No es de la noche a la mañana como dijo Milei, pero claramente es un desgaste estructural del liderazgo. 

—¿Cómo se posiciona Axell Kicillof en este contexto?

Kicillof se animó a hacer algo que quizás nunca se habría imaginado. Ya venía con ciertos interrogantes internos desde el año pasado, cuando planteó el tema de una nueva canción y La Cámpora le respondió que la canción ya estaba y que la había escrito Cristina. Pero, hasta ahora, no había indicios claros de liderazgo en Kicillof. Es más, a mi gusto, hubo situaciones que mostraban todo lo contrario, como la mala resolución del tema de la inversión en YPF, o sus opiniones sobre la denuncia contra Alberto Fernández, o Venezuela. En este último caso, incluso sugirió preguntarle a Cristina qué pensaba. Ninguno de esos episodios refleja a un líder. El primer indicio real surge ahora, cuando bajo la bandera de la unidad, evita apoyar abiertamente a Cristina, actuando con cierta ambigüedad. Si Kicillof aspira a ser competitivo en 2027, debe convertirse en líder de algo, al igual que lo hizo Massa en su momento. No puede limitarse a ser un empleado de Cristina, porque eso abriría todas las dudas que dejó la experiencia con Alberto Fernández.

—Hay algunos dirigentes cercanos a Kicillof dentro del peronismo que no cuestionan el liderazgo de Cristina, sino a La Cámpora. ¿Cree que a Cristina le serviría despegarse de esta organización? 

—Para Cristina es imposible despegarse de La Cámpora. Que objeten a La Cámpora, es que objeten a Máximo. Y que objeten a Máximo es que la objeten a ella. Cristina prefirió ser madre de Máximo, en lugar de ser conductora. El disciplinamiento con ella es con La Cámpora. Y con Cristina presidenta del PJ nacional y Máximo como presidente del PJ provincial el peronismo se vuelve una dinastía. La política se volvió un asunto de códigos muy particulares, lo que explica por qué vemos tantos hijos, hermanos, esposas, etc, en posiciones clave. Todo gira en torno a asegurar la lealtad y esto está sucediendo en todos los espacios políticos. Aunque es una estrategia eficaz para Cristina, desgasta. Nadie fuera de La Cámpora considera que ésta representa a la “confederación peronista”. Máximo tiene mala imagen inclusive entre votantes de Cristina. Es el hijo de Cristina y no tiene ningún mérito particular. Kicillof comprendió esa verdad y tomó nota. Sabe que, más allá de la posición ideológica, necesita logros propios para destacar.

—¿A Javier Milei lo beneficia una posible intervención del Partido Justicialista?

—Todo lío que tenga un adversario es buena noticia para un oficialismo, independientemente de cómo vaya a terminar. Este proceso huele a conflicto y es un conflicto que además va a estar judicializado mucho tiempo porque seguramente el sector que quedó desplazado recurra a todas las instancias judiciales. Probablemente en la práctica, Cristina Kirchner termine siendo la presidenta del Partido Justicialista pero es muy difícil ordenar un espacio político con semejante nivel de conflicto y teniendo en cuenta que al mismo tiempo tiene que tomar una decisión sobre cómo se para estratégicamente frente al gobierno.

¿Cómo ve el escenario electoral de 2025 en la provincia de Buenos Aires? ¿Cree que el gobierno tiene que aliarse con el PRO para ser más competitivo?

—Son situaciones en donde no correría riesgos. Me parece que desunir la oferta te pone en riesgo concreto de que efectivamente el kirchnerismo o Unión por la Patria puedan ganar la elección porque el Gran Buenos Aires es uno de sus distritos más fuertes, de manera que la experiencia de la elección del año pasado que le permitió el triunfo a Axel Kicillof en Provincia de Buenos Aires, marca la necesidad de una coalición. Tal cual lo dijo Guillermo Francos, comparten electorado. En provincia de Buenos Aires, particularmente, dividirse es un riesgo importante y distinta es la situación en Capital Federal, donde el PRO es una marca registrada que gobierna el distrito. Uno podría pensar que si van separados entonces se quedan con los tres senadores. Alguien ganaría la mayoría y alguien sería la minoría. Siempre es un riesgo y tampoco sería tan optimista en Capital Federal, pero definitivamente en Buenos Aires, si no van en alianza, creo que les va a costar mucho.

—Agradecemos su participación en este Ciclo de Entrevistas con estudiantes de la USBA y le damos la posibilidad de cerrar con un comentario final.

—Primero, este es un gobierno que va a llegar a su primer año aprobando varias asignaturas. Todos sabemos que las predicciones eran muy negativas en ese sentido, pero la verdad es que todo eso es una asignatura que el gobierno aprobó no con diez pero con siete, seguro. En segundo lugar, no creo que vayamos a ver un escenario de estallido hacia fin de año, y esto por tres razones: El gobierno, de manera astuta, ha mantenido abierta la billetera para algunos programas sociales, que han crecido incluso por encima de la inflación. Esto ayuda a contener la situación social. La segunda razón es la desarticulación del sistema de intermediación de ciertos movimientos sociales, lo que les quita poder de fuego. Y la tercera es que, en mi opinión, no existe un clima social propicio para que se arme un conflicto de gran escala en Argentina. No es que no haya problemas sociales. Lo que creo es que cualquier conflicto que surja va a tener un tinte de movida política, no de movilización espontánea.

Por Alejandro Castriota, María Florencia Delpino y Matías Suárez Saldivia
Posgrado en Periodismo de Investigación
Universidad del Sur de Buenos Aires (USBA)