Pandemia de coronavirus

Las escuelas del mundo post pandemia: ¿qué sabemos de la reapertura segura?

Para los niños, la cura podía ser peor que la enfermedad si las escuelas siguen cerradas ante la pandemia de covid-19. Los niños son mucho menos propensos que los adultos a sufrir consecuencias graves del virus, y corren el riesgo de sufrir en términos académicos y emocionales si pierden más meses de escuela.

Rutina. La escuela cumple una función no solo educativa: también ejerce un lugar social de organización de la vida de los alumnos. Foto: base antartica esperanza

Para los niños, la cura podía ser peor que la enfermedad si las escuelas siguen cerradas ante la pandemia de covid-19. Los niños son mucho menos propensos que los adultos a sufrir consecuencias graves del virus, y corren el riesgo de sufrir en términos académicos y emocionales si pierden más meses de escuela.

Esa es una razón por la que son buenas noticias que las escuelas K-12 se estén preparando para reabrir en el otoño. “Sabemos que para todos los niños, la participación activa en el aprendizaje es importante para su desarrollo”, dice el experto en enfermedades infecciosas de la Universidad de Yale, Albert Ko. Sin embargo, habrá cambios que harán que el año escolar esté lejos de ser normal.

Al igual que con todo lo demás asociado a esta pandemia, las medidas de seguridad variarán de un lugar a otro, ya que aún no hay un estándar científicamente determinado para proteger a los estudiantes del Sars-CoV-2. Los científicos aún están tratando de resolverlo y todos están aprendiendo a medida que avanzan. Indudablemente, se requerirán máscaras para algunos estudiantes, aunque todavía hay desacuerdo sobre si los niños muy pequeños deben utilizarlas todo el tiempo. Expertos dicen que pueden terminar tocando sus rostros para jugar con ellas, lo que aumenta sus probabilidades de contagiarse.

Si hay algún consenso, es que los riesgos valen la pena si se trata de que los niños regresen al aula. “Hay evidencia acumulada de que incluso dos meses de cierre de las escuelas en la primavera causaron un daño significativo al proceso educativo en los niños”, dice el pediatra de Colorado Sean O’Leary, portavoz de la Academia Estadounidense de Pediatría (American Academy of Pediatrics) que ha estado ayudando a compilar un conjunto de pautas de seguridad para volver a abrir las escuelas.

Este es un gran cambio desde marzo, cuando los científicos pensaban que esta enfermedad podría actuar como una pandemia de gripe, cuya propagación podría ser alimentada por brotes escolares y que podría ser mortal para los niños.

Con la gripe, los miembros más jóvenes y mayores de la población son los más afectados, dice Vineet Menachery, inmunólogo de la rama médica de la Universidad de Texas. Los coronavirus, incluidos los que causaron las epidemias anteriores de SARS y MERS, no parecen tener el mismo patrón. Los niños y los adolescentes son mucho menos propensos que los adultos a presentar casos graves o morir.

Aun así, algunos niños han sido hospitalizados con un síndrome inflamatorio grave, que afecta a los vasos sanguíneos, la piel y los órganos. “Se produce por algo que el virus está haciendo y que no entendemos”, dice Menachery. Todavía no tienen estadísticas confiables sobre el riesgo, dice, excepto que hasta ahora parece ser raro. O’Leary, el pediatra de Colorado, dice que más niños mueren y son hospitalizados por complicaciones de la gripe y otras infecciones respiratorias, que no se consideran lo suficientemente peligrosas como para cerrar las escuelas.

Otra preocupación es que el virus tendrá la oportunidad de propagarse en las escuelas y provocar brotes en las comunidades. Pero la buena noticia es que los niños pueden ser menos propensos a transmitir la enfermedad que los adultos. Un estudio en Islandia que utilizó una muestra aleatoria de personas reveló que los niños y los adolescentes tenían aproximadamente la mitad de probabilidades de dar positivo al virus que los adultos. Al observar ligeras diferencias genéticas de un virus a otro, pudieron rastrear cómo se propagó la enfermedad de persona a persona y determinaron que dentro de las familias, solo había dos casos en que los niños transmitieron el virus a un adulto.

O’Leary dice que también es tranquilizador ver que si bien han operado miles de guarderías para hijos de trabajadores esenciales, solo se han documentado un par de casos en adultos que trabajan allí. Y otro estudio de Francia mostró que era poco probable que los escolares transmitieran la enfermedad a sus padres, maestros o entre ellos.

Muchas decisiones se dejan en manos de cada escuela, dice Sharon Nachman, jefa de la División de Enfermedades Infecciosas Pediátricas de la Universidad de Stony Brook. Se alentará a los niños más pequeños a lavarse las manos con mayor frecuencia, los desinfectantes para manos serán omnipresentes y las máscaras serán comunes. Ella dice que puede ser difícil esperar que los niños más pequeños usen máscaras durante todo el día. En algunos lugares puede ser necesario, mientras que en otros se centrarán en hacer que los niños se las pongan cuando estén en el autobús o caminando por los pasillos.

Diferentes escuelas también encontrarán formas de limitar el número de niños en un aula, ya sea teniendo un turno temprano y otro más tarde, o que la mitad de los niños asistan semana por medio y la otra aprendan por Zoom, aunque el aprendizaje remoto será complicado por el regreso de los padres al trabajo. Una cosa que toda escuela debe hacer es asegurarse de que los niños enfermos no vayan a clases.

Las nuevas pautas son flexibles, dice O’Leary, porque medidas como distribuir a los niños en las aulas serán más fáciles para algunas escuelas que para otras. Y cierto aprendizaje remoto puede seguir siendo necesario en situaciones donde los problemas de salud de un niño en particular o los de un miembro de la familia hacen que el aprendizaje en el aula sea demasiado peligroso. También existe el riesgo de que brotes severos obliguen a algunas escuelas a cerrar nuevamente.

Todos estos cambios tendrán consecuencias no deseadas. ¿Los estudiantes podrán escuchar a maestros enmascarados? ¿Los horarios escalonados causarán problemas de sueño para el turno que sea más temprano o conflictos con los horarios de trabajo de los padres? ¿Se pondrá a los conductores de autobuses en un riesgo inaceptable?

Pronto lo descubriremos. Y a medida que lo hacemos, los expertos deben recopilar muchos datos para identificar las mejores prácticas entre la mezcla de enfoques, para que las escuelas puedan encontrar formas de mantenerse abiertas incluso si la pandemia empeora. Hay mucho en juego.