El metano, la amenaza más urgente para el clima
La principal causa del calentamiento global es todo el dióxido de carbono que hemos expulsado a la atmósfera desde el comienzo de los tiempos industriales.
La principal causa del calentamiento global es todo el dióxido de carbono que hemos expulsado a la atmósfera desde el comienzo de los tiempos industriales. El gas de efecto invernadero atrapa el calor en la atmósfera, elevando las temperaturas en la Tierra. Aun así, aproximadamente una cuarta parte del calentamiento que hemos tenido hasta ahora se debe a un gas de efecto invernadero menos notorio: el metano, componente principal del gas natural. El metano no era una gran preocupación hace 20 años, pero eso ha cambiado desde 2007, ya que las emisiones de metano se han acelerado, con un pico en 2014 y nuevamente en 2018.
Los científicos aún no saben exactamente qué está pasando y el desafío al que se enfrentan es urgente. El metano es un gas de efecto invernadero mucho más potente que el CO2, aunque solo dura aproximadamente una década en la atmósfera, mientras que el CO2 persiste durante un par de siglos. Un aumento continuo en la cantidad de metano en el aire podría cancelar fácilmente cualquier progreso a corto plazo que hagamos en la reducción de las emisiones de CO2. El metano es el primer paso en el esfuerzo por combatir el calentamiento planetario.
Este gas también ha aparecido en las noticias por razones políticas, ya que la administración de Donald Trump ha decidido rescindir las reglas que requieren que las compañías de combustibles fósiles controlen y reparen las fugas de metano, a pesar de la oposición de muchas empresas. La producción de combustibles fósiles también contribuye a las emisiones de metano, y algunos estudios han señalado que la fractura hidráulica, especialmente en Estados Unidos, es la causa probable del reciente aumento de las emisiones. Ciertamente, es sospechoso que el fracking se pusiera en marcha en gran medida alrededor de 2007, justo cuando inició el repunte del metano. Sin embargo, otros estudios recientes disputan esta conclusión, y sugieren que las emisiones de metano en EE.UU. han cambiado poco en los últimos 15 años.
Más preocupantes son otras fuentes de metano sobre las cuales los humanos tienen mucho menos control. Un consorcio internacional de investigadores ha estado rastreando emisiones con mediciones detalladas en el Ártico, Europa y los trópicos, así como con estudios de investigación. Lo que encontraron sugiere que el aumento de metano desde 2007 parece ser principalmente el resultado del aumento de las emisiones biogénicas, predominantemente en los trópicos. Entre varios factores, esta actividad se ha acelerado por el calentamiento de las temperaturas y el aumento de las precipitaciones que causan la expansión de los humedales tropicales. Los aumentos adicionales en las emisiones provienen de animales agrícolas, como vacas, ovejas y cabras.
Revertir esta tendencia en las emisiones de metano es ahora probablemente el desafío más urgente en la lucha contra el calentamiento global, incluso más que la necesidad actual de abordar las emisiones de CO2. Una evaluación importante publicada recientemente ofrece opiniones mixtas sobre lo que se puede hacer. La mala noticia es que reducir las emisiones de los humedales y las vacas podría ser prácticamente imposible.
Pero también hay buenas noticias.
Muchas otras fuentes de metano no deberían ser demasiado difíciles de abordar, especialmente las emisiones de la producción de carbón y gas, fugas de gas urbano, vertederos y plantas de aguas residuales. Los nuevos dispositivos tecnológicos, como los detectores de fugas sobre vehículos y drones, hacen que sea mucho más fácil localizar las mayores fuentes de emisiones, que luego se pueden eliminar. Se pueden cubrir los vertederos. Las industrias de combustibles también deben reconocer la necesidad de reducir las fugas de gas natural para preservar su reputación como fuente de energía verde. Las emisiones de metano también se pueden reducir al no quemar los desechos de los cultivos, como es común en África y en el sur y este de Asia.
Nuestro éxito al abordar las emisiones de CO2 ha sido pésimo. Después de 40 años de debate, las emisiones del año pasado fueron más altas que nunca. Pero el metano es otro problema que quizás sea aún más urgente.
Lamentablemente, si no podemos reducir las emisiones de metano, se cancelará cualquier progreso tentativo que hagamos ante el dióxido de carbono.
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