ELECCIONES EN VENEZUELA

Amenazando con "victoria o baño de sangre", Maduro promete la “gran toma de Caracas” como cierre de campaña electoral

"El jueves 25 de julio el pueblo tomará la gran Caracas", anticipó uno de los jefes de campaña del chavismo. Maduro volvió a cuestionar a la oposición porque teme un posible "fraude", pero la gran pregunta es, si perdiera: ¿Entregaría el poder?

Nicolás Maduro Foto: AFP

El termómetro político en Venezuela está al rojo vivo, con una campaña electoral que el oficialismo chavista vuelve más violenta y despótica a medida que se acerca el 28 de julio. En rigor, son muchos los observadores que se preguntan si Nicolás Maduro, que por primera vez parece frente a una elección que en los papeles parece una amenaza a su régimen, aceptaría una hipotética derrota, si finalmente no inventará algo que suspenda a último momento los comicios, o lo que es todavía más importante: si habrá un escrutinio transparente y sin corrupción.

En este contexto de volcán político, con un calendario electoral ya casi agotado, el chavismo continuó con su narrativa radicalizada y este sábado 20 de julio anunció un "peculiar" cierre de campaña por parte de Maduro, como preludio de la elección.

El jefe del comando de campaña oficialista, Jorge Rodríguez, confirmó en conferencia de prensa que los militantes alineados con el chavismo se preparan para "tomar la gran Caracas” el jueves 25 de julio.

Venezuela: la boleta oficial para las elecciones presidenciales de julio tiene 13 fotos de Maduro

"Vamos a tomar con todo el pueblo la Gran Caracas desde las 10 AM hasta las 22 horas. Millones de personas vamos a desplegarnos en la más gigantesca marcha que haya conocido este país y vamos con más de 60 mil motorizados", explicó el funcionario cercano a Nicolás Maduro. Esa opción de "motorizados", lejos de provocar admiración democrática, suena preocupante, porque las milicias motorizadas han sido uno de los mayores vectores de violencia utilizados por el oficialismo contra opositores en los peores momentos del régimen.

Si bien esta movilización en la capital venezolana fue rotulada por el oficialismo como “la más gigantesca marcha que haya conocido la historia de este país”, también habrá actos "multitudinarios" en los 23 estados venezolanos, con toda la maquinaria de campaña al servicio de Maduro en la recta final del proceso que culmina el 28 de julio.

Maduro insiste en repetir que "de los resultados electorales depende la paz o la guerra en Venezuela", e incluso días atrás anticipó un "baño de sangre" en caso de un triunfo de la oposición, cuyo principal referente es Edmundo González Urrutia, el candidato de consenso al que se llegó cuando el chavismo sacó de la carrera a María Corina Machado, a través de la Justicia que maneja con mano de hierro.

A su vez, Maduro acusó también a los opositores, representados por la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), de "manchar el proceso electoral" al agitar en sus declaraciones el presunto fantasma del "fraude", una opción más que temible con el conteo en manos de un gobierno que ha hecho del encarcelamiento y tortura de opositores una rutina. Basta escuchar los testimonios de quienes han pasado por "El Helicoide", el temible centro de detención de la inteligencia chavista, o los de millones de exiliados en todo el continente para descontar que es muy poco probable que el chavismo acepte una hipotética derrota y no trate de mantenerse en el poder a cualquier precio.

Maduro busca reinventarse para dejar atrás su imagen de déspota

En otro discurso, pronunciado el último fin de semana, Maduro llegó incluso a insinuar la posibilidad de una insurrección de las fuerzas armadas, a las que llamó "profundamente chavistas", ante un eventual triunfo de la oposición en los comicios del 28 de julio.

La “Gran toma de Caracas” tiene nítidas resonancias con iniciativas del ex presidente Hugo Chávez (1999-2013).

De hecho, Maduro ya hizo referencia en otros discursos al 27 de febrero de 1989, conocido como "El Caracazo", un estallido social que su antecesor Chávez usó como argumento para la fallida insurrección que encabezó el 4 de febrero de 1992 y que marcaría el ascenso de su popularidad hasta llegar a la presidencia en 1999.

María Corina Machado, inhabilitada por la Contraloría de línea oficialista para ejercer cargos públicos y ganadora de las primarias opositoras en octubre de 2023, impulsa la candidatura de Edmundo González Urrutia, nominado por la principal coalición de oposición del país ante la imposibilidad de inscribir a la dirigente.

 

CA/HB