DISTINCIÓN

Horacio Rosatti: "Hay que reducir la judicialización de los conflictos" 

El presidente de la Corte Suprema, recibió el “Premio Justicia 2024″ de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES).

Hugo Rosatti Foto: Cedoc Perfil

El presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, recibió el “Premio Justicia 2024″ de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES). Al recibir el reconocimiento que la casa de estudios entregó por vigesimoséptima vez, Rosatti sostuvo que hay que "reducir la judicialización de los conflictos".

“Hay que poner el foco en las organizaciones no gubernamentales, en la sociedad, en nosotros mismos, para ver de qué forma podemos lograr, no sé si reducir la conflictividad, pero por lo menos encontrar las vías de solución que no sean la de ir a la Justicia. Porque ir al tribunal significa, en primer lugar, un fracaso de métodos conciliatorios previos. Y en segundo lugar, transferir la responsabilidad de que me resuelva el problema a otro", sostuvo.

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En su discurso ante el también cortesano y convencional constituyente Juan Carlos Maqueda; integrantes de la Cámara de Casación Federal y de la Cámara de Apelaciones porteña; jueces federales y nacionales, el titular de la Corte Suprema sostuvo que: “El horror del holocausto en la Segunda Guerra Mundial nos enseña que no necesariamente vamos de peor a mejor”.

Citando a algunos referentes de la modernidad, como Descartes y los contractualistas, y con referencias a pensadores contemporáneos como Thomas Nagel y Jon Eslter, el juez sostuvo que “comienzan a ver desde distintos ángulos los límites de la racionalidad extrema”.

"No se trata de ninguna manera de cuestionar la racionalidad como forma de acceder al conocimiento, de lo que se trata es de ver qué posibilidades tienen otras modalidades para acceder a un conocimiento más cabal”, afirmó Rosatti. “Vengo trabajando justamente en intentar cruzar a la Constitución argentina como modelo del constitucionalismo clásico y luego, con las sucesivas reformas, un constitucionalismo más actual”, compartió el magistrado.

Rosatti destacó tres sentimientos susceptibles de impactar en un texto constitucional: el altruismo, el egoísmo y la envidia. Y, a tres décadas de la reforma constitucional de 1994 –de la que, junto con Maqueda, participó como convencional–, reivindicó el consenso logrado en aquel entonces. “Había enconos, recelos y desconfianzas; sin embargo, se dejaron de lado y se pudo lograr un acuerdo, un proyecto común”, remarcó. “Tal vez haya sido el último acto de política grande de la Argentina. Más allá de sus contenidos, se reivindica como legado la construcción de ese consenso como una actitud que no desdeñó los sentimientos y las pasiones para lograr una obra colectiva”, dijo.

Rosatti, que la semana pasada fue reelegido como presidente de la Corte, sostuvo que “en todo proceso revolucionario, la pasión, las emociones, los sentimientos, los desbordes, terminan consolidándose, porque no se puede vivir en un proceso de revolución permanente, y terminan consolidándose en un texto. Y ese texto, después, comienza a tener vida propia, ese texto es un texto frío, que después se lo interpretamos. Pero a medida que van pasando las generaciones, los intérpretes van cada vez más lejos del fenómeno histórico”.

Más adelante, añadió: “A medida que se van interpretando estas palabras, van perdiendo un sentido unívoco y con la misma palabra podemos estar queriendo referir a cosas distintas, y en el extremo, opuestas”.

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El magistrado aclaró que no estaba diciendo que un juez deba volcar “su subjetividad a una decisión judicial”, y comparó su rol al de una figura a medio camino entre el “ventrílocuo” y el “libre pensador”. “Debe reprimir su subjetividad al momento de decidir. Pero lo que tiene que tener presente es que las normas que aplica, en particular la Constitución, fundamentalmente la Constitución, sí tiene una emocionalidad”, explicó.

“Lo importante es ver de qué forma una ingeniería constitucional puede neutralizar lo negativo de los sentimientos negativos, ayudar al que necesite ser ayudado y potenciar las actitudes que favorecen el interés del prójimo”, destacó, y, a 30 años de su creación, trajo a la Constitución de 1994 como un ejemplo de convergencia. “Tal vez haya sido el último acto de política grande en la Argentina”, finalizó.

 

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