OPINIÓN

El otro camino: un pacto para el desarrollo

Argentina necesita un pacto, no cualquier pacto. Un pacto que nos impulse al futuro en lugar de llevarnos al pasado; un pacto para el desarrollo. Los recursos naturales que tenemos no son una salvación, son un activo.

José Ignacio de Mendiguren Foto: Telam

Argentina necesita un pacto, no cualquier pacto. Un pacto que nos impulse al futuro en lugar de llevarnos al pasado; un pacto para el desarrollo. Los recursos naturales que tenemos no son una salvación, son un activo.

Para ser desarrollados no hay que “explotar” al activo, como dice el pacto que propone el gobierno. Hay que desarrollarlo.

El activo incluye al gas y el petróleo de Vaca Muerta y de Palermo Aike, a los hidrocarburos del Mar Argentino, al cobre y al litio de la Cordillera, las proteínas de la pampa húmeda.

El mundo quiere y necesita esos recursos: energía, minerales y alimentos son la clave para el nuevo ciclo geopolítico en curso: alimentos de mejor calidad, energía segura y minerales para la transición energética. Argentina tiene todo: Argentina es un activo público global.

“Explotar” esos activos es el camino fácil. No requiere esfuerzo y nos somete a lo que otros quieran de nosotros. Porque el mundo quiere y necesita nuestros recursos, va a venir por ellos. Eso es un dato.

Lo que no es dato es qué haremos nosotros con esos recursos. Argentina es un país federal, en el que las dueñas de los recursos son las provincias. Pero no por eso podemos dejar de tener una estrategia nacional para que el desarrollo sea inclusivo para los 50 millones de argentinos.

Sin estrategia nacional, Argentina se convertirá en un conjunto partido de economías de enclave, un conglomerado de Nigerias, Guyanas o Guineas Ecuatoriales apilados, no una Nación soberana.

Con estrategia nacional, claridad en el rumbo y acuerdo político, podemos ser un país desarrollado. Los pasos hay que darlos ahora, con prisa y sin pausa. La estrategia marca el horizonte, pero se construye día a día, con cada política pública, cada ley y cada decisión.

Argentina no es un país rico. Argentina es un país que puede generar riqueza. Vender sus recursos no alcanza para que todos los argentinos vivamos dignamente. Argentina tiene que triplicar o cuadruplicar el valor de sus recursos para que los ingresos alcancen para todos. Hacer un pozo y sacar petróleo o cobre y sacarlo del país no alcanza para que todos vivamos bien.

De acá a 2050 tenemos una certeza y una duda. La certeza es que los recursos que hoy tiene Argentina van a llegar al mundo. La duda es si nosotros, que vivimos acá en Argentina, vamos a ser propietarios o inquilinos de esos recursos.

Para ser propietarios, tenemos que tomar las riendas de nuestro destino. ¿Eso significa negar el papel del gran capital extranjero? No. Pero sí significa orientar el sentido de las inversiones.

El gas de Vaca Muerta va a llegar al mundo. Pero parte de ese gas tiene que impulsar la competitividad del país; parte de ese gas tiene que generar el mayor polo petroquímico del hemisferio sur. El cobre y el litio de la Cordillera va a llegar al mundo, pero también tenemos que adquirir y desarrollar las tecnologías de la electromovilidad. Los granos argentinos van a llegar a los graneros del mundo, pero también tiene que llegar nuestros productos elaborados a las góndolas del mundo.

El Plan Argentina Productiva 2030 que empezamos a implementar en 2023 va en esa dirección. La innovación, el agregado de valor, la industria 4.0., la ciencia y la tecnología aplicada al mundo de la producción, la inteligencia y el trabajo argentinos puestos al servicio de la generación de riqueza.

Ese el otro camino que tenemos que retomar hoy, cuando los cantos de sirena de la primarización absoluta de nuestra economía se pretende imponer a fuerza de crisis.

Ninguna urgencia y ningún enojo nos tiene que llevar a regalar nuestro futuro. Porque nadie lo va a construir por nosotros.

Depende de nosotros, de nuestra voluntad y de nuestro sentido de patriotismo. Es –una vez más– la hora del desarrollo. Hagámoslo realidad.