“Ser presidenta”. La respuesta lacónica al planteo del título de esta columna proviene de alguien que conoce mucho a Patricia Bullrich. Y se remarca en este tiempo, cuando la ministra de Seguridad parece redoblar siempre la apuesta. Con brutalidades y contradicciones incluidas.
Su protagonismo tiene un nuevo reto ante la nueva marcha en reclamo de mejoras en las jubilaciones, en los alrededores del Congreso.
Tras la violencia del miércoles 12 entre la policía y algunos manifestantes, la renovada protesta adquiere otra dimensión. En lo político, el Gobierno ya no azuza la desquiciada acusación de que hay un intento de golpe de Estado, con hordas de barras bravas como punta de lanza. En lo práctico, se reformuló el operativo de seguridad, comparado con el de la semana pasada.
Allí se encuentra una de las dinámicas bullrichistas: desensillar intentando que no se note. De defender a capa y espada el virulento plan ejecutado hace siete días y a los efectivos involucrados, pasó a rediseñar el nuevo aparato represivo y de prevención.
La reversa abarcó su postura pública sobre el reportero gráfico Pablo Grillo, que continúa internado por haber recibido en su cabeza el impacto de un cartucho de gas lacrimógeno desde las filas policiales.
Bullrich, primero, había lanzado una “fake news” (otro de sus sellos) sobre que estaba detenido en vez de hospitalizado y una suerte de justificación porque “es militante kirchnerista”. Hace unas horas, forzada, dijo que le hacía llegar su solidaridad a la familia Grillo, pese a que nadie de su ministerio se preocupó por el más mínimo contacto.
Acaso estos recules puedan vincularse a la activación de otras voces en materia de seguridad. Varias de ellas provienen de los alrededores de las propias jefaturas de las fuerzas federales, inquietas porque sienten un escaso margen para esbozar sugerencias discordantes con lo que propone la ministra. El riesgo de hablar es alto.
¿Habrá influido alguna conversación que tuvo el asesor presidencial Santiago Caputo con Diego Kravetz, al que llevó a la nueva/vieja SIDE? A instancias de Caputo, Kravetz dejó la secretaría de Seguridad porteña. Antes fue jefe de Gabinete y de Seguridad de Lanús, en la gestión de Néstor Grindetti. ¿Será el recambio que imagina el superasesor si Bullrich es candidata en la Ciudad en octubre?
Como si estuvieran ya en la carrera electoral -y en un aval a su actuación- Javier Milei la sumó a su visita del viernes 14 a ExpoAgro, junto al vocero (¿candidato?) Manuel Adorni y el diputado-candidato José Luis Espert. Casi un acto de campaña.
Ese lustre presidencial a la figura de Bullrich pareció opacarse el lunes. Fue cuando con Karina Milei a la cabeza, sus armadores Eduardo ‘Lule’ Menem y Sebastián Pareja y el propio jefe de Estado recibieron en la Casa Rosada a dos emblemas del PRO, los diputados Cristian Ritondo y Diego Santilli. Hicieron explícita la idea: acordar para enfrentar al peronismo en la provincia de Buenos Aires. ¿Y la disputa LLA-PRO en la Ciudad de los Macri?
La ministra de Seguridad se enteró por los medios de la fotografiada cumbre, cuando ella es una pieza clave en el trasvase de dirigentes amarillos al mundo libertario. De hecho, fue vanguardia en ese salto.
Desde su entorno y el de Presidencia se explicó que su ausencia se debió a que estaba abocada al operativo de la marcha por los jubilados. La justificación sonó a excusa, la misma que se empleó para argumentar en privado que Bullrich se había dedicado demasiado a la tragedia de Bahía Blanca antes de la protesta del miércoles 12.
